Sebastiana Barráez
@sebastianab
La organización de izquierda UPP89, divorciada de la Revolución Bolivariana, se dirigió a los delegados del Foro de San Pablo que se reunirán en Caracas del 25 al 28 de julio, diciéndoles que «somos una expresión política de la izquierda venezolana que no reconocemos como de izquierda al gobierno del presidente Maduro», catalogando como ironía realizar el evento en Caracas.
La organización UPP89 se conformó con dirigentes del chavismo, quienes se desligaron definitivamente del Gobierno en octubre del año 2016. Ellos siempre fueron parte de los llamados radicales o extremistas de izquierda.
Su líder más visible es el ex diputado Reinaldo Alfredo García, Bravo, recordado por ser de los fundadores del Movimiento Bolivariano Republicano (MBR-200) que lideró Hugo Chávez. Presidió la Fundación Bolívar-Chávez. Se separó del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y se conviritó en el secretario general del Frente Alternativo Revolucionario Venezolano (FARV).
Recuerdan que la Unidad Política Popular 89 (UPP89) es un partido político, legalizado en enero de 2016, «conformado fundamentalmente por gente de izquierda, que estuvimos participando, desde sus inicios, en el proceso político revolucionario encabezado por el Comandante Hugo Chávez Frías. La mayoría de nosotros formamos parte del PSUV, del MVR o del MBR – 200, o en todo caso, hemos estado identificados con factores políticos de izquierda».
«La llamada Revolución Bolivariana es ‘algo’, expresado así con un pronombre indefinido, que no se sabe bien qué es, de significado vago o difuso», destacan en el escrito. «Tiene que estar muy mal la izquierda en el mundo para aceptar tal despropósito. El más obcecado pragmatismo y torpe convencionalismo parecieran caracterizarla hoy día. Al igual que, duele decirlo, cierta cobardía. Más preocupada por preservar una ‘reputación’, no sabemos de qué, o la ‘pureza químicamente pura’ a la cual hacía referencia el poeta cubano Nicolás Guillén, que por observar la cruda realidad a los ojos», agregan.
Consideran que la «en la llamada Revolución Bolivariana prevalecen, las consignas automáticas y el lenguaje soez y ramplón. Y el sopor. Sin embargo, hay voces de resistencia, y no son pocas, son muchas, que nos negamos a alcahuetear la mentira y la falsedad sistemáticas convertidas en práctica de gobierno y las ansias vulgares de poder, y que no aceptamos que la lucha antiimperialista pueda justificar cualquier aberración».
«La llamada Revolución Bolivariana no lo es en los hechos, ni en la realidad exterior, ni en la estructura mental de la gente, ni en el lenguaje», dicen a la vez que señalan a Nicolás Maduro y su grupo en el poder de ser responsables de crear «una estructura de explotación que se asemeja mucho a la estructura de explotación feudal o capitalista y sigue los mismos patrones de ella».
Catalogan de perversa la relación de «dependencia material e ideológica de una parte considerable del pueblo venezolano hacia el gobierno. La dependencia material por vía de los programas sociales, de ayuda económica (cajas CLAP, bonos, becas, dádivas, etc.) que se han hecho indispensables para buena parte de la población para poder subsistir a duras penas. La dependencia ideológica por vía de consignas, repetidas hasta la saciedad, en los medios y en los actos públicos oficiales, al igual que por vía del uso falso, y a conveniencia, de la memoria de Chávez, para apoderarse de la mente de un sector importante de estos compatriotas».
Califican de indignante y nauseabundo el uso indiscriminado de la consigna «Leales siempre, traidores nunca». Y lo destacan esencialmente en el acto del 5 de julio con la Fuerza Armada Nacional.
«Cada militar ascendido terminaba su intervención, en voz marcial y engolada, al igual que sonora, con las palabras ‘¡Leales siempre!’ y recibía como respuesta, como réplica automática y en tono no menos afectado, las palabras del presidente Maduro, ‘¡Traidores nunca!’, mientras recibía, en actitud solemne, de manos del ascendido, el estandarte del cuerpo militar correspondiente. Esta misma consigna, como otras similares, son ya elementos intrínsecos de cualquier acto público de la farsa gubernamental».
Es así, según UPP89, como «el gobierno de Maduro ha logrado controlar y condicionar buena parte del proceso cotidiano de la vida social, económica y política de un número considerable de venezolanos. Ha buscado hundir al individuo en la resignación y la pasividad, y lo ha logrado, y subyugarlo por vía de las necesidades, y las carencias, materiales primarias. Todo un entramado sórdido de una casta privilegiada, ávida de poder y voraz en su deseo de preservarlo».
«La máscara solidaria, comunitaria o popular, de la impudicia y la perversión política que llega, al extremo, de obligar a los funcionarios públicos a asistir a marchas o concentraciones bajo la amenaza del despido».
«Pudiésemos discutir, en estos momentos, si los procesos revolucionarios ‘mueren’ realmente, o más bien, ‘retroceden’, ‘se estancan’ o ‘se desvirtúan’ en manos de cierta dirigencia política, incapaz de entender el momento histórico y asumir la responsabilidad implícita en ello. Esa discusión es posible, pero es el caso que nuestro proceso político ha acumulado tantos errores, desviaciones e inconsistencias, que la propia palabra ‘revolución’, en el proceso político actual, ha perdido todo significado político, ideológico y ético».
Agregan que hoy están «absolutamente convencidos que la única redención posible de la llamada Revolución Bolivariana es su fin, para que pueda surgir un proceso político ‘nuevo’. Lo que sucede hoy, en Venezuela, le ha hecho un inmenso daño a la izquierda mundial y latinoamericana, y tienen que existir voces conscientes capaces de contribuir con su fin».
Los puntos que destacan
-Los cuerpos de seguridad del Estado siguen siendo tan represivos como en la IV República.
-Las cárceles siguen siendo depósitos de seres humanos donde se veja y se humilla a la persona.
-La educación, otro tema sensible en revolución, se ha degradado en su calidad y la deserción y el ausentismo escolares han aumentado debido a la crisis económica.
-Resalta los extraordinarios resultados de la Misión Barrio Adentro y la Misión Vivienda «pero son muy escasos para una gestión de 20 años».
-Nuestras ciudades, avenidas, calles e infraestructura pública están devastadas, el abandono, la desidia y la indolencia reinan por doquier.
-Hay un hecho particularmente relevante del fracaso de la revolución que es la desaparición casi absoluta del valor de la moneda venezolana; el bolívar vale casi cero.
-La violencia doméstica, de género, la violación de menores son situaciones que no muestran mayores avances.
-Es evidente la escasa conciencia social de buena parte del pueblo, opuesta a la ideología (falsa conciencia) que se hace presente a través de los programas de control social.
-La participación electoral del gobierno y de su partido hace un uso indiscriminado y vulgar de los dineros públicos y de la infraestructura pública nacional y regional, con total descaro y desfachatez.
-Sólo bastaría escuchar cualquiera de las emisiones de programas emblemáticos del «discurso oficial» como «Con el mazo dando», «La hojilla» o «Zurda conducta», monumento, un obelisco, un panteón al «lenguaje convencional», a los «lugares comunes» y a «las mismas repeticiones incansables de frases estereotipadas».
Finalmente dice UPP89 que «es perentorio, para salir de esta ‘hora menguada’ del país, recuperar la ‘dimensión ética de la política’, sin los dogmatismos y los sectarismos que tanto daño hacen y que son solamente expresión de la estupidez humana. Es menester volver a reencontrarnos como nación. Hoy, bajo el gobierno del Presidente Maduro, el país es la nada, la vacuidad absoluta».