Imagínense ustedes, si siendo testigos de los acontecimientos que pasan en el país, nos volvemos un ocho para tratar de explicarlos y comprenderlos, ¿qué quedará para los futuros sociólogos, historiadores y politólogos que se atrevan a estudiar este disparatdo período chavista?
Venezuela se ha convertido en un enorme rompecabezas. Nos estamos rebanando los sesos para armarlo, sin percatarnos que hay varias piezas perdidas que nos impiden tener una visión de conjunto organizada y armónica. No me da la página para contar toda la zambunbia de hechos incomprensibles que acontecen en este extraño país. Solo me referiré a algunos recientes.
El primero es el caso de la pandemia, la cuarentena y la actuación del gobierno. En la tarde Maduro se vanagloria de haber contenido el contagio, gracias a su llamado temprano al confinamiento, pero a la mañana siguiente a sus ministros no se les ocurre otra cosa que llamar a miles de empleados públicos a que se concentren en las afueras de los ministerios y demás dependencias del gobierno, para que retiren las Cajas Clap.
Da pavor ver a aquellos humildes empleados debajo de semejante pepa de sol y todos apretujados en la fila, esperando por la entrega de las fulanas cajas de alimento. No menos de 5 a 6 horas dura la espera. El asunto es que estos adalides del confinamiento no organizan ningún operativo adicional de reparto de mascarillas o aseguramiento de la distancia para evitar el contacto físico. Pareciera que la orden fue “acomódense como puedan, esperen sus migajas y olvídense de la pandemia”. ¿Quién entiende?
Otro caso es el de la cárcel de Los Llanos y la masacre allá ocurrida. Primero se dijo que se trataba de un plan de fuga, cosa comprensible porque nuestras cárceles son peores que el mismo infierno. Pero no, al parecer fue motivado por una protesta debido a la mala calidad de la comida y al retardo en repartirla. Esto tampoco nos extraña. Si los que estamos fuera tenemos que comer lo que traen esas cajas CLAP, no me quiero imaginar lo que reparten a los reos. En un país serio este hecho hubiese ameritado, como mínimo, la destitución del ministro del ramo, del director de la cárcel y una disculpa presidencial. Aquí no pasó nada. ¿Quién entiende?
Luego lo del Barrio José Félix Rivas en Petare. Una plomazón de 5 días continuos. No se sabe si entre bandas enemigas, si entre la policía y las bandas o un todos contra todos.
Las redes sociales mostraron videos de criaturitas disparando armas que pesan más que ellos. Toda Caracas estuvo rezando por la vida de los inocentes habitantes del sector. Lo cumbre es que esos mismos inocentes habitantes salieron a la calle para proteger al Wilexis, líder indiscutible del malandraje de José Félix. Gallinas cuidando Rabipelados. ¿Quién entiende?
Casi en paralelo tenemos el tema de la fulana invasión. Hubo pérdida de vidas y detenciones de oficiales militares, supuestamente involucrados en este hecho. Muchas dudas generaron las explicaciones del gobierno. Uno de los voceros oficiales manifestó que sabían previamente del caso porque los habían infiltrado. La duda que queda es que si sabían de la invasión por qué en Chuao los atrapa un pescador con una pistola oxidada y no un Cuerpo de Elite de la Armada. ¿Quién entiende?
Por último tenemos una denuncia pública que hace una periodista de oposición. La denuncia es contra el presidente interino que respalda la oposición. Esta opositora lo acusa de haber firmado un supuesto contrato para adquirir armas y logística, para derrocar al gobierno del cual ella es opositora. Además, gracias a esa denuncia, la periodista opositora sirve en bandeja de plata al gobierno al cual se opone, la cabeza del presidente opositor que ella debe respaldar por ser opositora. ¿Quién entiende?