Ender Arenas: Todo lo que era sólido se ha desvanecido en el aire

1

El martes 4 de febrero se cumplieron 33 años de la intentona golpista encabezada por Hugo Chávez, el objetivo de derrocar el gobierno de Carlos Andrés Pérez y probablemente asesinarlo, falló.

Recuerdo esa madrugada del 4 de febrero, me despertó una llamada telefónica de un amigo, y me dijo “enciende el televisor, hay un golpe de Estado en marcha y está hablando Pérez”, mi amigo sabía de lo que hablaba pues era chileno y estaba exiliado en Venezuela perseguido por el régimen de Pinochet.

Enciendo el televisor y allí está el presidente Pérez, trata de mantener la calma y ofrece una versión del golpe como si este ya ha sido reducido. Dice que todo está subsanado que los rebeldes han sido derrotados, que las fuerzas leales al gobierno ya controlan la situación en Caracas, Maracaibo, Valencia, Maracay y Barquisimeto. Sin embargo, sigo, escuchando detonaciones cerca de mi casa.

La sentencia de Pérez parece firme: el golpe ya ha sido enfrentado con éxito por las fuerzas leales al gobierno.

Enciendo la radio, para escuchar lo que sucede en Maracaibo y escucho la proclama de los alzados en armas, señalando las razones por la cual se ha levantado el ejército contra el gobierno. Está escrito y leído con la misma jerga militar, la misma, que alguna vez, escuchamos en la grabación de los bandos que los militares chilenos que dieron el golpe contra Allende leían en la radio, el 11 de septiembre de 1973; era, el mismo tono militar, aunque digan que el golpe se hace contra un régimen opresor.

El militar que las lee lo hace con inconfundible acento andino.

Los militares alzados contra el gobierno, tomaron los canales de TV regionales y algunas emisoras de radio: Calendario y Mundial Zulia y lee y yo escucho: «Nos dirigimos a la Nación para exponer las razones que nos obligaron a insurgir contra un gobierno devenido en Tiranía, que como tal se arroga todos los Poderes del Estado….”

La proclama continúa: “¿Cómo negar que el Presidente Carlos Andrés Pérez es el hombre que en dos gobiernos nos empobreció y endeudó fraudulentamente en beneficio propio y de sus cómplices, que empujó a la gran mayoría de la Nación a la miseria y a la mendicidad, que amenaza a su propio pueblo con invasiones extranjeras si persiste en repudiarlo, que puso en entredicho la independencia, soberanía e integridad de la Patria, que impide la libertad de expresión y condona las amenazas de vida contra los disidentes, permanece indiferente ante la inseguridad pública y ante la violación de los derechos humanos a escalas inimaginables en las cárceles y retenes del País, e incita o tolera que los adulantes exculpan sus rasgos faciales y gestos en estatuas hechas a imagen del Padre de la Patria? ¿cómo negar que esto llena todos los extremos que los hombres y las leyes atribuyen al tirano? ¿Cómo ignorar la responsabilidad de las cúpulas partidistas, económicas, financieras y militares en la postración de la República y su condición de beneficiarios y copartícipes voluntarios en este estado de cosas?”

Si cambiáramos el nombre de Pérez y en su lugar colocamos el de Chávez y/o el de Maduro, seguro que puede ser copiado, exactamente igual, por cualquier teniente del ejército que se proponga con 100, 200 o qué sé yo, de soldados y hacer lo mismo que Chávez hizo ese 4 de febrero, esta vez, con total éxito.

Pudiera exponer en esta nota la proclama completa, pero de verdad temo aburrirles más, sin embargo, espero que me permitan dos párrafos más: “No existe una degradación mayor para una Nación que aceptar, pasiva e indiferente, la conculcación sistemática y cotidiana de los más elementales derechos humanos consagrados y garantizados por la Constitución Nacional, yla instauración de una tiranía que pretende ocultarse ostentando máscara de democracia, mientras usurpa la soberanía popular”.

Y este otro, que es una verdadera joya, que da cuenta de la estafa que ya estaba en las alforjas de los golpistas: “En Venezuela no existe separación alguna entre las ramas del Poder Público, pues los Partidos Políticos, violando deliberadamente su función de intermediarios entre la sociedad y el Estado, conspiraron entre sí para usurpar la soberanía popular y lograr que el Ejecutivo se arrogase la totalidad de los Poderes del Estado. Con lo que el Ejecutivo devino en tiranía y el ejercicio de la soberanía popular, a través del voto, quedó reducido a una farsa grotesca, deliberadamente vaciada de todo contenido y propósito”

Ese día vi una y otra vez la alocución presidencial. El presidente Pérez, lucía descolocado, pero aún, bien peinado el escaso cabello que le quedaba en la cabeza, la corbata perfectamente anudada No se apreciaba alterado, pero era propio de él, que siempre se había ufanado de confianza. Pero creo para mis adentro, que su firmeza era aparente pues había sido sorprendido.

No es la primera vez que un pueblo es seducido por un demagogo (la historia reciente reitera una y otra vez los mecanismos a través de la cual los demagogos se apoderan del poder). Chávez lo logra porque interpretó eficientemente, lo que estaba oculto en el alma de los venezolanos: el resentimiento.

  Con halo de rebelde, de vengador y erigirse en carne, sangre, hueso y nervio de cada uno de los venezolanos se hizo del poder. En todo, esto, lo curioso es que Chávez, y también Maduro, son tenidos como gobernantes de izquierda, pero la verdad es que han gobernado sin ninguna “filosofía política”. El mismo Chávez (no menciono a Maduro, porque en él no se observa ninguna inquietud intelectual) se confiesa como un personaje totalmente abigarrado: él, dice ser, leninista, estalinista y trokista, gramsciano y maoísta, cristiano evangélico y católico, musulmán y budista, seguidor de Changó y toda la santería cubana, María Lionza y el Negro Felipe, etc. Y parece mentira, eso “le funcionó a las mil maravillas” en un país que, ahora lo sabemos, no tenía un nivel despreciable de educación solo que la cultura política es otra cosa

Regresando al 4 de febrero, y a los días siguientes, estos fueron de carnaval en el más estricto sentido literal del término: las madres y padres venezolanos disfrazaron sus niños de “chavecitos”. La gente erigió a los golpistas como héroes y, hasta, una intelectual, Angela Zago, les escribió un elogio llamado “Los Ángeles rebeldes”.

 Ese fue el momento en que podemos decir que: “el país se jodió” y fue el inicio que anunciaba que todo lo que había sido sólido se había desvanecido en el aire: la seguridad ontológica se había perdido y con ello, la paz, la sensación de armonía, esa especie de tranquilidad que había hecho de los habitantes del país unos optimistas despreocupados, la sensación cierta de estabilidad y, porque no, a pesar de la presencia ya de una crisis que había nacido en 1978, de bienestar, del respeto por la vida de los otros. Ciertamente, todo se había volatilizado, se extravió el sentido de comunidad de destino que la cultura del petróleo, hegemónica durante todo el siglo XX, se había esfumado creando otro clima que trajo consigo  hechos inquietantes: la transformación de nuestro carácter, sentido y sentimientos, la fragmentación de la familia y la presencia del ejército en la calle y la amenaza latente de que nunca más volvería a sus cuarteles.

@enderarenas