José Lombardi: Amor infinito crucificado

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A mis amigos donde se encuentren                                                                                                        

He compartido todas estas reflexiones con un toque de jocosidad insistente, no para fastidiarlos, sino porque confío en que, desde la amistad y el respeto que nos tenemos, podamos discernir juntos con un pensamiento crítico y libre. Mi intención, desde una perspectiva humilde, es invitarles a reflexionar sobre una verdad sencilla: no todo lo que brilla es oro.

A nuestra generación, y a los venezolanos en general, nos ha tocado enfrentar tiempos muy difíciles que no le desearía a nadie. Sin embargo, entre los millones de venezolanos esparcidos por el mundo, somos unos privilegiados, y eso ya es mucho. Dentro de esos privilegios, debemos ser agradecidos y, desde el lugar donde estemos, empujar hacia la recuperación de Venezuela.

Ni Trump, ni Biden, ni Putin, ni ningún otro líder salvará a los venezolanos. Solo los venezolanos podremos salvarnos a nosotros mismos, como bien lo dijo en su momento Arístides Calvani. Además, la Biblia nos recuerda que un reino dividido no prevalecerá jamás. Venezuela necesita con urgencia una reconciliación profunda, un encuentro entre venezolanos en torno a un plan moderno de desarrollo humanista. Debemos apartar todo lo que genere conflicto y división, porque eso solo destruye y no construye. Los invito a mirar su entorno cercano y se darán cuenta de que lo que les digo es cierto.

Después de leer y estudiar mucho sobre la historia del progreso humano, he comprendido que solo en la paz prosperamos. Los momentos de división y conflicto son épocas oscuras para todos. Sí, es cierto que en toda confrontación hay «ganadores» y «perdedores», una lógica que no puedo compartir del todo, porque incluso los «perdedores» son seres humanos con el mismo valor y dignidad que los «ganadores». Todos sufrimos de forma similar.

Esta es, quizás, una de las razones que más me impulsan a defender la Democracia, porque, en teoría, es la única institución política existente que debería respetar, ayudar e incorporar al vencido. Toda acción en beneficio del ser humano es un triunfo para todos. Reducir la Democracia a un simple acto de votación es reducirla a la visión animal de la supervivencia del más apto.

La humanidad no puede reducirse a la supervivencia del más apto, porque eso nos degradaría a simples animales, y Dios nos dotó de razón y alma para que fuéramos más que eso. Somos humanos, y como tales, debemos ayudarnos unos a otros. ¿Acaso no es ese el mensaje central de todas las religiones? Para quienes somos cristianos y católicos, ¿no es eso lo que se nos invita a hacer cada domingo y lo que está escrito en la Biblia?

En el siglo actual, es irracional justificar una guerra en nombre de Dios. Eso representa un atraso imperdonable. La humanidad ya sabe lo que significaron las guerras santas y las consecuencias devastadoras que dejaron.

Para cerrar y no aburrirlos más, pienso que las redes sociales, y en general todo lo que sustituye el insustituible contacto humano, pueden ser herramientas de división muy poderosas, además de confundir, fomentar el odio y sacar lo peor del ser humano. Detrás de ellas hay intereses de poder y económicos que las están usando —y seguirán usándolas— para sus propios fines.

Estos espacios nos hacen creer que somos libres solo porque tenemos la sensación de que decimos o publicamos lo que queremos. Pero, en el fondo, estamos entregando información personal y sensible que luego es utilizada para manipularnos. Así queramos negar esta manipulación, es imposible escapar de ella, porque es nuestro propio “yo” el que le habla a nuestro “yo” más vulnerable.

Súmenle a esto el poder de la inteligencia artificial y saquen sus propias conclusiones. No olviden nunca que todos estos espacios digitales tienen dueños y son propiedad privada. Así como tampoco debemos olvidar que somos almas libres, dotadas de razón.

No quiero aburrirlos más, pero sentí la necesidad de compartir estos pensamientos porque los quiero y aprecio mucho. Son importantes para mí porque hemos sido compañeros en este corto, aunque a veces parezca largo camino llamado vida.

Con cariño y reflexión.

Jose Lombardi