La oposición no logró quebrar el respaldo militar al chavismo ni movilizar una respuesta contundente, pero ¿no es la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) la mayor perdedora al consolidarse como un aparato mercenario y traicionar su rol constitucional al servicio de una corporación criminal?
Si bien Nicolás Maduro logró imponer un nuevo mandato ilegítimo gracias al control militar y represivo, ¿se puede considerar una victoria cuando el régimen enfrenta un aislamiento internacional absoluto, sanciones severas y una creciente debilidad política y económica. Su ilegitimidad es su mayor handicap.
Cabello aún busca la manera de sustituirlo definitivamente mientras Padrino está marcado popr la traición y es el elemento que ha estado a punto de traicionar a Maduro el 30 de abril y nuevamente el 10 de enero, solo que en ambos casos la cobardía no lo dejó, según ha apuntado Antonio de la Cruz.
A pesar de sus esfuerzos por perpetuarse en el poder, el régimen enfrenta un futuro incierto y posiblemente corto. Su capacidad de gobernar bajo sanciones, aislamiento y una creciente oposición interna es limitada.
Además, su dependencia de redes ilícitas como el narcotráfico solo agrava su percepción como una amenaza internacional, lo que lo expone aún más a acciones encubiertas y sanciones adicionales.
La caída de Maduro parece inevitable. La pregunta no es si sucederá, sino cuándo y cómo. La combinación de presiones internas, aislamiento externo y vulnerabilidad económica crea un cóctel explosivo que podría detonar con un simple acto disruptivo. Y cuando eso ocurra, el régimen no solo perderá el poder, sino que tendrá que enfrentarse a las consecuencias de sus crímenes ante la justicia internacional.
El tiempo de Maduro está contado, y el mundo lo sabe. No te pierdas este podcast con Antonio de la Cruz y Dámaso Jiménez.
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