A veces, como ahora, me ocurre que no encuentro entrada para abordar la nota de la semana. Trato de conferirme una excusa. La de hoy, jueves, es la incertidumbre en la que estoy instalado, esa especie de atmósfera que pesa sobre mí, creo, que la expresión más feliz es decir sobre nosotros, porque, también la he descubierto en los otros, y que toma la forma de sentimientos de miedo, de desamparo, de desencanto.
He terminado por titular esta nota tomando prestado (más bien copiándolo) el título de la novela de Elena Garro, “Recuerdos del porvenir”, porque temo que nuestra gente, me refiero a los venezolanos (Tanto de los que están adentro como los que están afuera), con el triunfo electoral de Trump y el nombramiento de Marco Rubio, en la secretaría de Estado, están esperando mañana lo que ya ocurrió ayer.
Frente a ese estado de ánimo (el mío), observo, después de la victoria de Donald Trump y la elección de su gabinete y colaboradores, la euforia que ha despertado, no sé si en todos los sectores del país, pues no vivo en Venezuela (aunque ahora tengo la información de que es un verdadero jolgorio lo que se vive en el país, pues, una parte significativa de la población dice que ahora sí, esta gente va para fuera, que Maduro esta asustado y ya prepara las maletas).
Lo que si es indudable porque los veo todos los días, en los medios a los que suelo acudir para informarme de lo que ocurre en el país que personajes emblemáticos y anclas de esos de esos medios manifiestan en sus respectivos programas la alegría por el nombramiento en el equipo de Trump de funcionarios, que según, estos comentaristas, serán fundamentales “en la vuelta a la democracia en Venezuela”.
Todos sus juicios parten de señalar el comportamiento en el pasado gobierno de Trump y en la actividad diaria de Marco Rubio en pro de la recuperación de la democracia en Venezuela y en una línea crítica muy dura contra dictadura de Maduro. No han querido esperar, han obviado esa cuestión tan importante en la política que es el tiempo y la paciencia para ver con mayor objetividad, el nuevo comportamiento de actores cuya cabeza se caracteriza por su imprevisibilidad, por su afinidad ideológica y emocional con líderes autoritarios, por su pragmatismo, por sus expresiones xenófobas amenazantes, por su patológico nacionalismo, eso que le hace decir “America first” y que algunos de sus seguidores, han señalado que él se refiere a toda la América, puesto que, él ha incluido a Centro y Suramérica. ¡Qué manera de interpretar!.
Bueno, también es una característica muy venezolana esa, de hacerse a ratos de un Mesías que nos vendrá a salvar de los malos conductores de la república. Nuestra historia esta llena de salvadores de la patria, solo que antes eran nuestros salvadores y ahora nos vendrán de afuera.
Así, que, que escuché, de manera íntegra la larga alocución que hizo una comunicadora social sobre el nuevo secretario de Estado del gobierno de Trump, Marco Rubio. La comunicadora lo ha dibujado como una suerte de libertador en ciernes del país y ha sido tan detallista en esculpir las cualidades de Rubio, que casi me hago la idea del ahora nombrado secretario de Estado, entrando a caballo por la bajada de Tazón a Caracas y, desde los balcones y pent-house de los edificios, las caraqueñas le lanzan coronas de rosas y guirnaldas de laurel. Pero, ella, no fue la única, también escuché a otro comunicador social, que se ha excitado y, hasta, se ha babeado, en torno a una frase que Rubio inserta en su comunicado de agradecimiento a Trump por haberlo nombrado en tan alto cargo, palabras más, palabra menos: “Haremos la paz a través de la fuerza”.
No sé qué imagen se ha formado el referido comunicador de semejante frase, pero lo que a él lo excita a mí me hace acogerme al derecho que tengo a un escalofrío.
Finalmente, escuché el análisis de un expolicía que explica los pasos de una estrategia que está en marcha para la recuperación de la democracia en el país. Nada raro, porque si algo caracteriza al venezolano es su naturaleza de hablador impenitente. En el plan, contempla, que los dos primeros pasos ya se han cumplido y que fueron los realizados por MCM, con las primarias y con las elecciones del 28 de julio. Y la tercera etapa es la grande, allí están, Trump, Rubio y Rick Scott encabezando la nueva gesta libertadora. Esto es una verdadera fantasía de omnipotencia que es posible que se evapore y entonces vamos a descubrir que estamos más vulnerables que nunca.
Lo curioso de tales tramas discursiva es que dejan de lado el único proyecto exitoso de la oposición desde la llegada del chavismo al poder. Me refiero al que emerge encabezado por MCM.
Ojo, y no es que, estos personajes, no nombren a MCM y a Edmundo Gonzales Urrutia. Ellos siguen en sus bocas, pero, ahora se aprecia un expreso intento por desplazarlos del centro del proyecto opositor y sustituirlo por una propuesta del pasado, aquella que en su momento asomó Trump y que de nuevo reaparece. Una propuesta que ya ha fallado.
La narrativa que nos presentan a Trump y a Marco Rubio, principalmente, como los nuevos libertadores del país nos están revelando que no todos los actores políticos que nos oponemos a la dictadura compartimos el mismo sueño, no tenemos una única visión y tampoco una sola racionalidad política y en todos se aprecia un particular y diferenciado sentido del orden. Basta escuchar al expolicía, para darnos cuenta que hay demasiado patio trasero en el proyecto que este asoma.
Creo que las rupturas y cambios que puedan sobrevenir de la posibilidad de una intervención foránea podrían resultar fútiles pues, seguro estoy que, no contribuirán a desarrollar un orden estable, sino un escenario futuro de empates catastróficos.
Sigo suscribiendo el proyecto encabezado por MCM sustentado sobre la movilización masiva de nuestras energías nacionales. La propuesta de colocar nuestras esperanzas de cambio en el tándem Trump-Rubio significa recordar mañana lo que ya falló en el pasado.
@enderarenas