¿Cómo fue ese viaje de Trump, Musk y otras grandes figuras del Partido Demócrata antes de convertirse al partido al Republicano?
Cómo visualizar esos apoyos y lealtades amenas antes de que todo ese vasto planeta que ahora orbita en las redes sociales se hiciera tan diametralmente opuesto y radicalmente intolerante entre unos y otros.
El fenómeno de figuras prominentes que cambian su lealtad política en Estados Unidos no es nuevo. Ronald Reagan, quien fue un ferviente demócrata hasta mediados de la década de 1960, cambió su alineación política y se convirtió en uno de los presidentes republicanos más influyentes del mundo, hasta terminar convertido en uno de los más grandes héroes icónicos del partido del elefante.
Siguiendo esta tradición, Donald Trump, quien estuvo afiliado al Partido Demócrata de 2001 a 2009, y Elon Musk, quien solía respaldar causas demócratas y a grandes figuras del partido del asno hasta hacerlas presidente, representan dos casos de figuras públicas que impulsadas por descontentos específicos, encontraron no solo afinidad sino una tribuna gigantesca del lado republicano que los convirtió en las 2 figuras de poder más difíciles de ignorar para el 2025.
Estos cambios reflejan un dejo de ironía para quienes pretenden ver dos bloques irreconciliables, enfrentados a muerte luego de las elecciones del 5 de noviembre, con una tendencia a pretender deshumanizar al otro dentro de un mismo país con 331 millones de personas y un sin número de minorías.
Trump, antes de su transformación como un referente del Partido Republicano, asistía a eventos de recaudación de fondos para demócratas y realizaba generosas contribuciones a campañas electorales de senadores azules como Hillary Clinton, Chuck Schumer y Harry Reid. Trump y Clinton compartían la ciudad de Nueva York, y ocasionalmente se mencionaban mutuamente en los medios en términos positivos durante la candidatura al senado de la demócrata en el 2000. En 2008, cuando Clinton se postuló para la presidencia de los Estados Unidos, Trump expresó su apoyo hacia la senadora Clinton en algunas entrevistas, sugiriendo que sería una candidata competente.
Estas acciones no siempre estuvieron motivadas por alineaciones ideológicas, sino por el pragmatismo del empresario que buscaba asegurar buenas relaciones en un entorno dominado entonces por los demócratas. Sin embargo, en el caso de Trump, a medida que comenzó a perfilarse en política, optó por la plataforma republicana, con una visión de políticas económicas orientadas al mercado y de seguridad en la frontera que marcaron una ruptura con sus antiguos aliados.
Elon Musk también protagonizó un cambio de perspectiva que ha causado un gran revuelo. Musk respaldó la candidatura presidencial de Barack Obama y a otros candidatos demócratas, impulsado por temas como el cambio climático y el desarrollo de energía limpia, ideales que siempre promovió desde sus empresas Tesla y SolarCity.
Con el paso del tiempo, Musk expresó su desencanto con las políticas de regulación empresarial y restricciones en temas de libertad de expresión que surgieron en los años siguientes. En 2022, cuando adquirió Twitter, ahora «X», y criticó las restricciones a la libertad de expresión, su postura se tornó más crítica frente a los demócratas en cuanto al tema de las empresas tecnológicas.
Estos movimientos reflejaron en el «hombre más rico del mundo» su creciente percepción de que las políticas demócratas estaban frenando el potencial de innovación y la competitividad.
Estas transiciones no solo ilustran las tensiones actuales en el panorama político, sino que resaltan la compleja relación entre lo que es el pragmatismo empresarial, la identidad política y el clima ideológico mutante en los EEUU.
Tanto Trump como Musk se han adaptado a un nuevo perfil republicano, practicamente reinventado por ellos, influenciando una corriente en la que otros han encontrado resonancia, y que tiene que ver con sus preocupaciones con el giro que ha venido tomando la direcciópn del partido Demócrata hacia la agenda woke 2030 y la tolerancia cada vez más evidente hacia la izquierda global. Es lo que posiblemente sea su experimento como figura del gobierno de Trump para salvar al nuevo gobierno de la burocracia, una utopía aún por verse frente del recién creado Departamento de Eficiencia Gubernamental. Según Trump, la misión de Musk será reducir la burocracia, eliminar regulaciones innecesarias, reducir el gasto público y reestructurar las agencias federales.
Pero lo que hoy es, mañana quién sabe. La historia muestra que estos cambios de lealtad no son atípicos. Políticos radicales como Rick Perry, exgobernador de Texas y exsecretario de Energía del primer gobierno de Trump; el editor y comentarista de CNBC y asesor económico de la Casa Blanca, Larry Kudlow y hasta el icónico presidente Ronald Reagan hicieron también el viaje del lado demócrata al republicano. Sin embargo, en esta época de intensas divisiones, la metamorfosis de figuras como Trump y Musk trasciende todo simbolismo.
La historia de estos cambios no puede verse sin embargo solo como una cuestión de afiliaciones políticas. Es también un reflejo de los cambio de valores que, detras de todo este panorama, se enfrentaron como nunca antes: un conservadurismo pragmático enfrentado al peso de la “ideología woke” en la vida pública, en la que el primero logró recuperar espacios con principios y valores que tristemente fueron dejados de lado durante todos estos años, y que muchos votantes consideraron fundamental retrotraerlos de nuevo en el gran debate abierto de este tiempo.
@damasojimenez