Juan Besson (1881-1951), aplicó una máxima un tanto esotérica que todos los historiadores utilizamos aunque mantengamos en el máximo secreto: lo que no sabemos del pasado, entonces lo inventamos.
Su Historia del Zulia en cinco tomos fue publicada entre los años 1943-1957. Se trata de una obra venerada y sin apenas cuestionamientos de parte de una colectividad académica, la zuliana, rendida a su tesis principal: Make ZULIA Great Again.
Nadie se había atrevido a tanto. Su principal mérito es la de reparar una horrenda culpa. Un auténtico pecado histórico. Ya sabemos que la Historia son sus hechos solo que esos hechos los escoge y les da sentido el historiador.
El Zulia es una región histórica con identidad propia. Algunos hasta tienen el atrevimiento de considerarnos una nación aparte. El Lago es el epicentro de una geografía de intercambios humanos y materiales que nos conecta tanto con Bogotá como con Caracas. Con los andes y llanos del Sur, el Mar Caribe Occidental y el Norte de Santander. Nuestra Virgen de la Chiquinquirá es la misma patrona de Colombia.
Oscilamos en los siglos coloniales entre Bogotá y Caracas cuando en realidad lo que querían los zulianos o marabinos de ese entonces era zafarse de esas dos administraciones opresivas y controladoras. En la Independencia (1810-1823) esto se logró cuando el Capitán General de Venezuela Fernando Miyares se estableció en Maracaibo.
Esto que puede ser visto como algo positivo dentro de las aspiraciones pro autonomistas de la región zuliana es la gran mancha negra de la cual se ocupó Besson de limpiar. Maracaibo en la Independencia lideró la tan denostada contrarrevolución junto a Coro y Guayana. Besson llevó a cabo todo un procedimiento de blanqueo del pasado zuliano.
Su historia es una historia redentora. La necesidad imperiosa de lavar una culpa. El Zulia desde 1810 hasta 1820 no apoyó la Independencia Nacional. No estuvo al lado de Caracas y sus aliados que ganaron la guerra. Y fue Caracas la que aniquiló los recuerdos zulianos bajo el chantaje de una supuesta traición atroz. Ante esto hubo vergüenza y una incapacidad de reaccionar historiográficamente de una forma adecuada. Besson, logró salvar a las elites zulianas recomponiendo esa memoria herida. Su vigencia hoy es asombrosa en este sentido.
Y no se trata de una Historia del Zulia contra Caracas, por el contrario, es dócil y sumisa. Todo el empeño del autor es demostrar el gran patriotismo que estuvo ausente. Y para ello fuerza un tanto los hechos. Los exagera y les da el sentido justificador dentro de los cánones de una Venezuela heroica a lo Eduardo Blanco. En este caso: una Zulia heroica.
Por ello el general Rafael Urdaneta goza de buena salud en sus muy copiosos como desordenados escritos. Urdaneta es el Bolívar de los zulianos. Para Besson el tema de la Independencia en el Zulia le resultó una gran incomodidad. Se dedicó a buscar conspiraciones republicanas reales e imaginarias. Lo sucedido en el puerto de Maracaibo en 1799 es todo un caso de expediente secreto. “La Escuela de Cristo” en 1812 es otro intento por demostrar el patriotismo un tanto subterráneo de ese momento.
Lo que realmente es decoroso para Besson en estas instancias fue la Batalla Naval del Lago en el año 1823. Hecho bélico que en realidad no sabe mucho cómo explicarlo y deja que sean los documentos los que hablen por él. En cambio con Rafael Urdaneta se explaya en la carrera del superhéroe. “El estudio detenido de la personalidad del General Urdaneta, revela múltiples facetas de un hombre superior”. Luego agrega: “En la epopeya emancipadora, siempre fiel al Libertador, ninguno primero que el en los combates y en los sacrificios”. Ya esto deja de ser Historia para convertirse en Hagiografía.
No obstante a pesar de su fe republicana y bolivariana se ve obligado a rodear fechas tan emblemáticas como el 19 de abril de 1810 y el 5 de julio de 1811 en donde las autoridades zulianas de ese entonces las combatieron.
Besson, fue hijo más de la dictadura que de la democracia. Por eso escribe con un corsé apretándole todo. Teme a la censura y él mismo se autocensura. Y apenas es capaz de practicar la Historia Crítica. Su Historia es del tipo Monumental de acuerdo a las tipologías nietzscheanas.
Se vale de una copiosa documentación que unas veces señala su procedencia y otras veces lo omite. El valor del documento sobredimensionado sacrifica la libertad creativa de la interpretación de alto vuelo. Razón por la cual Besson dice poco y lo poco que dice corresponde a unas convenciones que desea rescatar. Convenciones alineadas al status quo de una Venezuela rural, violenta y atrasada bajo el puño de hierro de caudillos despiadados como Juan Vicente Gómez.
¿Cómo una Historia como esta, bastante tradicional y atrapada en los linderos de la Historia Patria, ha llegado a ser un referente ineludible en el campo bibliográfico? Besson, de profesión abogado, fue un aficionado de la Historia que logró sistematizar el pasado zuliano bajo un prisma grandilocuente muy del gusto de las élites vinculadas al poder.
Maracaibo y el Zulia fueron para Besson la “Atenas de Venezuela”. Una zona geográfica con materias primas tan abundantes que apuntaló su grandeza comercial y cultural atrayendo la inversión extranjera teniendo en la economía del café su rubro más importante. Desde el puerto de Maracaibo salían embarcaciones hasta Boston, Nueva York y Hamburgo.
Reeditar a Juan Besson no tiene ningún sentido. Superarlo, sí. Reconocer su contribución historiográfica en una medida justa también sin caer en el panegírico. Ya hoy la Historia del Estado Zulia de Besson entra en los territorios de la arqueología literaria. Romper los paradigmas que erigió es todo un reto ya no tanto en el territorio de la ciencia histórica sino en el de las emociones.
DR. ANGEL RAFAEL LOMBARDI BOSCAN / @lombardiboscan