El poder significa un enfrentamiento directo con la realidad, y el totalitarismo en el poder está constantemente preocupado de hacer frente a este reto”. Hannah Arendt
Venezuela se halla en un punto crítico, oscilando entre el miedo y la esperanza, en un escenario político sumamente tenso. La victoria de María Corina Machado el 22 de octubre se ha transformado en un emblema de la resistencia frente a un régimen que ha adoptado la represión brutal como su principal herramienta de control. La reciente detención de miembros del equipo de la ganadora de la primaria y de otros partidos políticos pone en evidencia cuán peligrosa se ha tornado la situación y el intento del régimen de Nicolás Maduro por aplastar cualquier aspiración democrática.
A pesar de esto, la experiencia y el enfoque de María Corina en coordinar el movimiento popular, en lugar de depender de la frágil unidad de los partidos, han trazado un camino viable hacia un cambio real y significativo con la candidatura de Edmundo González Urrutia.
Recientemente, la televisión con señal abierta en Venezuela mostró un indicio de apertura en el control estatal con la entrevista realizada al embajador González Urrutia en Venevisión. Este evento inédito en la gestión de Maduro podría indicar una modificación en la severa censura que ha dominado durante largo tiempo, y pareciese ser un esfuerzo del régimen para cumplir con el décimo punto del acuerdo de Barbados, el cual aboga por la participación de todos los medios de comunicación en la cobertura de las elecciones.
El anhelo de cambio no solo es palpable en la retórica política, sino también en la voluntad de los ciudadanos. Con 75% de la población dispuesta a votar el 28 de julio y 15% adicional considerándolo, no queda ninguna duda del fuerte deseo de cambio que existe dentro de la población de Venezuela. Esta alta participación anticipada sugiere que, a pesar de los esfuerzos del oficialismo por infundir miedo, los venezolanos están cada vez más decididos a expresar su descontento.
Aunque Maduro y compañía sigan recurriendo a la represión para intimidar a los votantes, es claro que estas tácticas de miedo están perdiendo efectividad. La población parece estar llegando a un punto de inflexión donde el deseo de cambio democrático supera el temor a la represión. Este momento crucial podría ser decisivo en el éxito de Edmundo González Urrutia, pues la presión popular y el mandato específico otorgado a María Corina en las primarias para transformar el país son y serán fundamentales.
Sin embargo, la transición hacia una democracia efectiva en Venezuela está lejos de ser un camino llano. La incertidumbre sobre si Maduro entregará pacíficamente el poder y la posible influencia de actores externos y grupos criminales complican aún más el panorama. La influencia de países como Rusia, Cuba e Irán y la división interna del Ejército son factores que podrían ser decisivos. A pesar de ello, si el candidato del PSUV reconoce la victoria de González Urrutia, obligaría al Alto Mando Militar a cumplir con el mandato constitucional.
Hasta ahora, como es natural, el discurso de Maduro no se desvía de su continuidad en el poder, rechazando cualquier indicio de debilidad o disposición a ceder el mando. No es de extrañar, entonces, que no exista en sus declaraciones posibilidad alguna de aceptar una derrota electoral frente a Edmundo González Urrutia. Puertas adentro en Miraflores, con toda seguridad, es otra la historia que sustenta el escaso porcentaje de respaldo que le dan todas las encuestas.
El sucesor de Chávez podría optar por una transición pacífica, especialmente si se ve frente a la inevitabilidad de sanciones más severas y aislamiento internacional. Así diga lo contrario. Sin embargo, no hay que descartar el riesgo de que intensifique sus tácticas represivas para aferrarse al poder, lo cual podría desencadenar una crisis politica y social más profunda.
En resumen, la posibilidad de que el inquilino de Miraflores entregue pacíficamente la presidencia a González Urrutia está lejos de ser clara en estos momentos. Factores como la presión internacional, las dinámicas internas del régimen, una votación masiva y la defensa de las urnas electorales son cruciales en este proceso. Los 166 días que siguen a la elección del próximo presidente de Venezuela (hasta la toma de posesión, el 10 de enero de 2025) serán vitales para establecer las bases de una verdadera democracia en el país.
La determinación del pueblo venezolano, la alineación del sector militar y la influencia internacional serán determinantes en el establecimiento de un gobierno con los cimientos para reconstruir una verdadera democracia. La comunidad internacional debe permanecer vigilante y comprometida para apoyar un proceso de transición pacífica, en el que estén garantizados los derechos del pueblo. La historia de Venezuela se encuentra en un punto de inflexión y la forma como se actúe ahora podría redefinir el futuro por generaciones.
@antdelacruz_