Antonio de la Cruz: “Dejen la cobardía”

Después de 300 días de la juramentación de Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela, una gran parte de los venezolanos se encuentran tristes –emoción dominante–, tensos y enfurecidos por los hechos sucedidos durante este período.

Los sentimientos que embargan a las personas por los sucesos del:
23 de febrero, la entrada de la ayuda humanitaria;
12 de marzo, Estados Unidos anuncia que va a retirar a sus diplomáticos del país;
25 marzo, la alerta de la incursión militar rusa en Venezuela por parte de la OEA;
30 de abril, el levantamiento contra Nicolás Maduro y petición para activar el artículo 187-11 de la Constitución;
29 de mayo, el rechazo a las conversaciones en Oslo;
18 de junio, el rechazo a la suave postura de la Unión Europea y la falta de sanciones;
4 de julio, entrega del Informe Bachelet;
23 de julio, la aprobación del TIAR por la Asamblea Nacional;
12 agosto, la constituyente oficialista allana la inmunidad parlamentaria a cuatro diputados opositores;
16 de septiembre, el mecanismo de Barbados se agotó;
23 de septiembre, la aprobación del TIAR (primera resolución) en la OEA,
son de pesimismo e insatisfacción. Igualmente, consideran (la gran mayoría) baja la probabilidad de un cambio político en lo que resta de 2019. Asimismo, votarían mayoritariamente por Juan Guaidó en unas elecciones presidenciales. Y, participarían si Maduro es candidato. Además, sienten que las sanciones económicas los afecta. Son conclusiones que corresponden a las últimas encuestas y estudios del comportamiento (código, valores y preferencias) de los electores venezolanos. Por lo cual, en el último trimestre de 2019, Guaidó se juega su futuro político para 2020.

Por otro lado, después del viaje a Moscú, Nicolás Maduro fija una “agenda ofensiva de fin de año 2019”.Se prepara para una elección parlamentaria en 2020. En Nueva Esparta inició la campaña el pasado 12 de octubre, mostrando su talante autoritario. Le quitó, al opositor gobierno regional, la administración de la salud y aprobó 10 millones de euros para la culminación de un nuevo hospital en la isla. Los ambulatorios que administraba la gobernación los traspasó a los cubanos, convirtiéndolos en los Centros de Diagnóstico Integral.

Adicionalmente, decretó un nuevo salario mínimo integral de 300.000 bolívares a partir del 1° de octubre. Un incremento equivalente a 362%. Busca Maduro el apoyo de los trabajadores del sector público y los jubilados, que son los más afectados en un contexto de uso extendido del dólar o euro en la adquisición de bienes y servicios privados.

Aun cuando el nuevo salario integral persigue la satisfacción inmediata de los trabajadores del sector público, la crisis económica seguirá. Por lo que Diosdado Cabello y Nicolás Maduro hablan con los representantes rusos y chinos de hacer una “perestroika” en Venezuela. Buscan con ese argumento obtener los auxilios financieros de años anteriores. Necesitan 5.000 millones de dólares para tapar el hueco que causa la caída de la producción de petróleo este año. Para mostrar que están dispuestos a rectificar, enviarán a funcionarios a hacer cursos en la Escuela del Comité Central del Partido Comunista de China en Pekín, para “calcar modelos como el de la República Popular de China, pero con la personalidad y acción del venezolano”, afirmó Cabello.

El otro elemento de la agenda ofensiva de Maduro es la Red de Articulación y Acción Sociopolítica (RAAS) –desplegada el año pasado– con la Unidades de Batalla Bolívar-Chávez. Con estas esperan “darle una pela a esa oposición guaidosista (…) No quiero show ni comiquitas en las elecciones”, aseguró Maduro en Margarita.

Ante este escenario, la semana pasada Guaidó le habló a la bancada del Partido Socialista Unido de Venezuela:“Dejen la habladera, porque es el momento de ofrecer soluciones a los venezolanos. Ratificamos nuestro acuerdo como salida política, que establece: separación de cargos, formación de un Consejo de Gobierno Plural, reinstitucionalización de los poderes públicos y la celebración de elecciones realmente libres”.

Las sanciones de Estados Unidos a la estatal petrolera Pdvsa, así como a cualquier empresa o individuo fuera de Venezuela que haga negocios directa o indirectamente con el régimen de Maduro, exigen a Guaidó empujar una salida política rápida, porque cada día que pasa la población seguirá empobreciéndose.

Por ello, Guaidó debe insistir en lo cobarde que es Maduro cuando rechaza la elección presidencial libre y justa. Porque esta es la única solución que destraba la crisis en Venezuela. Las demás conducen a la agonía de una población que se niega a rendirse.