Después de seis años, los presidentes de Colombia y Venezuela, G ustavo Petro y Nicolás Maduro volvieron a reunirse. La agenda del encuentro celebrado el 1 de noviembre en Caracas se centró en la reapertura de fronteras, la relación bilateral y el reingreso de Venezuela al Sistema Interamericano de Derechos Humanos. Sin embargo, la reunión también sirvió para evaluar otros temas de interés como la agroindustria y la cooperación en seguridad e inteligencia.
El encuentro no puede verse como un hecho aislado, sino como parte de la estrategia internacional de Gustavo Petro, que ha incluido reuniones con los presidentes Pedro Castillo de Perú, Gabriel Boric de Chile y Emmanuel Macron de Francia.
La reunión entre Petro y Maduro estaba prevista para realizarse en el marco de la reapertura de la frontera colombovenezolana, acto al que Maduro declinó asistir por supuestos “motivos de seguridad”.
No obstante, la apertura de las fronteras no ha dado —hasta ahora— el resultado económico que Colombia esperaba. Previo al encuentro, Petro se quejó públicamente de que su gobierno “asumió el costo político” de la reapertura, pero la “economía sigue pasando por las trochas”, caminos ilegales dominados por grupos irregulares y militares venezolanos que sirvieron durante seis años para que los ciudadanos y mercancía de contrabando pasara de un país a otro.
La visita de Petro a Caracas genera en la mayoría de los analistas dos preguntas claves:
¿El restablecimiento de las relaciones facilitará que Maduro recupere el reconocimiento internacional que ha perdido o Petro será capaz de lograr que Maduro encamine su gobierno hacia una apertura democrática?
Según Mariano de Alba, asesor sénior para The Crisis Group, el encuentro entre Petro y Maduro culminó con “promesas”, pero sin “ningún resultado”.
Aun así, De Alba sostiene que la reunión “dejó entrever movimientos tras bastidores del gobierno colombiano, que ofrece a Maduro un puente para su reinserción internacional a cambio de concesiones”.
Desde su perspectiva, “la reunión volvió a confirmar que el interés principal para ambos es comercial. Pero Petro empieza a perder la paciencia ante la falta de avances luego de la reapertura de la frontera el 27 de septiembre. Por eso ha empezado a hablar públicamente de la existencia de mafias (…) Petro, que efectivamente busca erigirse como un nuevo líder regional latinoamericano, quiere y necesita muchos más resultados con velocidad. Especialmente porque el costo político de reestablecer relaciones y visitar a Maduro es importante”.
Para De Alba es complejo que Petro logre lo que se propone. “Primero, por incumplimientos recurrentes del gobierno de Maduro, luego de sus promesas. Segundo, porque algunos objetivos como el regreso de Venezuela a la Comunidad Andina de Naciones y al Sistema Interamericano de Derechos Humanos dependen de otros factores. En el caso de la CAN, el Acuerdo de Cartagena requiere que sus Estados miembros (Colombia, Bolivia, Chile, Ecuador y Perú) aprueben la adhesión, sujeto a diversas condiciones. Para volver al Sistema Interamericano, Maduro tendría que volver también a la Organización de Estados Americanos (OEA)”.
La visita de Petro a Caracas también aumentó las divisiones públicas de la oposición venezolana. Mientras Juan Guaidó (aún reconocido por EEUU como presidente de Venezuela) le recomendó a Petro “no reconocer a Maduro” y dejar de llamarlo “presidente” porque esto “normaliza las violaciones de DDHH”.
Stalin González, integrante del grupo negociador de la Plataforma Unitaria, sostiene que Petro puede ser “un aliado de la democracia en Venezuela (…) Necesitamos gente que convenza a Maduro de regresar al camino democrático, respetar a las instituciones y a los derechos humanos”.
Aunque varias analistas coinciden en que Maduro gana más con la reunión y el restablecimiento de relaciones que el presidente de Colombia, es importante destacar que Petro necesita de Maduro para concretar el plan llamado “Paz Total”, que consiste en desarticular a los grupos armados que existen en Colombia.
Para que esto sea posible, la participación de Maduro es esencial, porque su gobierno ha permitido —especialmente al Ejército de Liberación Nacional (ELN)— encontrar en Venezuela refugio de las fuerzas armadas.
No obstante, no puede desestimarse que el acercamiento de los gobiernos de Petro y Maduro es posible para imaginar la consolidación del bloque progresista en América Latina, a pesar de las violaciones a los derechos humanos en Venezuela.
@puzkas