“Los hombres rebajados por la hipocresía viven sin ensueño, ocultando sus intenciones, enmascarando sus sentimientos.” José Ingenieros.
Lo de la estupidez humana es una historia sin fin, lo comprobamos a diario a nivel mundial con algunos líderes que asumen un comportamiento que no merece otra calificación. La invasión de Rusia a Ucrania es un ejemplo. Einstein catalogaba la estupidez tan infinita como el universo y Alfredo Brice-Echenique nos dice que la estupidez perjudica gravemente la salud. El estúpido, dice, es aquel que causa daño a otros sin obtener de ello provecho alguno, en contraposición al inteligente, que sabe conseguir beneficio para los demás y para sí mismo.
En Venezuela tenemos muchos ejemplos de comportamientos estúpidos de sus dirigentes a lo largo y ancho de su historia. Más recientemente tenemos otro caso de estupidez en la conducta de la dirigencia política de oposición que no termina de lograr un acuerdo alrededor de la unidad para desalojar del poder a las bandas de delincuentes que lo han usurpado, a pesar de ser un clamor generalizado.
Ya la consigna de poner cese a la usurpación, lograr un gobierno de transición y hacer elecciones libres para retomar el camino de la democracia que nos ofrecieron, se echó al cajón del olvido y todos tienen la vista puesta, engolosinados, en las elecciones del año 2024; con los mismos actores de la dictadura infernal que nos asola, pero que probablemente hayan ofrecido cambiar su comportamiento y portarse como lo hacen los demócratas.
Para estupidez mayor, en lugar de acordarse en torno a un candidato único, que sería lo inteligente, se proponen hacer unas primarias donde seguramente va a haber varios candidatos “unitarios” luchando por demostrar quien es el líder de la unidad, acusándose mutuamente de haber obstaculizado la elección de una candidatura única y gastando recursos que podrían servir a otros fines para lograr que el país logre liberarse del yugo de la dictadura. Sería una lucha entre algunos “estúpidos esencialmente listos” y algunos “listos estúpidos”, según la clasificación de Brice-Echenique, con lo cual se confirmaría su hipótesis de que “el ser humano lleva consigo un germen de estupidez que aflora con mayor o menor resplandor en cada uno, de manera ineludible”
Otro ejemplo de estupidez humana lo observamos en quienes han detentado el poder fáctico por 24 años en Venezuela, es decir, el chavismo y sus prosélitos, que se han aprovechado de los cuantiosos recursos generados en beneficio propio, causando daño y dolor al resto del país, hasta reducirlo a escombros materiales y lesionando el espíritu de muchos tratando de hacer creer que su ideología atrasada responde a fundamentos científicos; que sus intentos de adoctrinamiento son un proceso de transformación educativa; que su visión de sociología rural es la alternativa ante el desarrollo de la economía global; que su fe cristiana es tan amplia que cabe su sincretismo religioso; que tiene una visión distorsionada y acomodaticia de la historia; y que se regocija con una aplicación sectaria y profundamente deshumanizada del derecho y la justicia.
Estamos obligados a combatir la epidemia de estupidez con inteligencia, para ello hay que trabajar muy duro, para desaprender gran parte de lo que se da por sabido y reaprender el hábito de pensar y aumentar la conciencia y la consciencia. Desestimemos los paradigmas anteriores. No tenemos una sociedad democrática donde la separación de poderes públicos garantice el cumplimiento del marco legal y del Estado de Derecho. Estamos resintiendo, padeciendo y resistiendo a una dictadura pura y cruda. Es imperativo “estar atentos a los pensamientos y a las emociones y de algún modo aprender a manejarlos armónicamente.” Es un serio problema político y por tanto, un problema de salud pública. ¡No nos crean estúpidos!
Neuro J. Villalobos Rincón
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