- Colombia demostró que no es ajena al torbellino de cambios políticos que conmueve a toda America. De norte a sur. Es toda America rompiendo con el status político histórico. Hoy el péndulo favorece en América Latina a la llamada Izquierda y a los irreverentes anti-status (en Europa los llaman “los Indignados”), y los colombianos decidieron apostar a esta aventura.
- En realidad, el 70% de los colombianos no votó por Petro y Rodolfo Hernández sino que votó contra el status. Ambos fueron el canal de esa protesta contra políticos suicidas atados con cadenas a una envejecida e inútil zona de confort. Y, como ya sabemos, cuando los políticos de oficio fallan los pueblos inventan.
- El deseo de cambios en Colombia es el mismo de todos los países latinoamericanos. Nada nuevo. Igual hicieron los venezolanos cuando votaron por Chávez en 1998, y los latinoamericanos por tantos otros insurgentes en los últimos 30 años. Finalmente descubrieron que seguían aferrados el viejo rostro del poder. Obtuvieron más (o peor) de lo mismo.
- Los colombianos no están seguros si Petro o Hernández lo harán bien, pero de lo que sí están seguros es que los representantes del status lo han hecho muy mal para resolver las grandes disparidades sociales, los niveles elevados de pobreza, la inseguridad, la violencia organizada, y la corrupción, y que ha empujado a millones de colombianos a una diáspora por goteo.
LA SEGUNDA VUELTA
- El 19 de Junio la Colombia que quiere cambios decidirá entre dos sexagenarios. Estos adultos mayores se convierten curiosamente en la esperanza de los jóvenes.
- Petro y Hernández se caracterizaron por la irreverencia y la rebeldía contra el status. Petro es un rebelde estructural y con formación política sólida (de corte socialista). Se declara abiertamente partidario de todos los gobiernos izquierdistas de América Latina y del Grupo de Sao Paulo. Él insinúa parecerse más a Lula Da Silva que a Chávez y Maduro. Total, todos están aferrados al viejo rostro del poder.
- Rodolfo Hernández es un rebelde coyuntural, pues pertenece al status “capitalista” de Colombia. Construyó una narrativa electoral irreverente, en la que combate al status político, a la burocracia gubernamental, y se declara enemigo de la corrupción generalizada.
- Gustavo Petro promete “justicia social”. El gran drama de los políticos izquierdistas es que prometen mucho pero nunca se preguntan “Quién paga la cuenta”. Sin embargo, Petro ya dijo de dónde saldrá el dinero: prometió elevar los impuestos al sector productivo privado. Es decir, activará el mundialmente fracasado “reparto equitativo de la riqueza”.
- Por cierto (y por si sirve de algo a los colombianos), cuando en Venezuela hubo buenos precios petroleros para pagar las cuentas de la “justicia social”, el proyecto de Chávez era seductor, justiciero y vengador, y el socialismo reapareció como una nueva esperanza de cambio.
- Pero en medio de esa fantasía revolucionaria, Chávez -quien creía que el maná petrolero sería eterno- decidió arruinar a los “explotadores y sanguinarios” empresarios privados. Resultado: Venezuela quedó en bancarrota. Nicolás Maduro, en vez de rectificar el rumbo, aceleró hacia el barranco. Y la “justicia social” se convirtió en la peor pesadilla humana de la América Latina.
- Petro jamás tendrá el petróleo de Chávez y tendrá que golpear inevitablemente al sector productivo para poder cumplir todas sus promesas de justicia social. Y ese será el comienzo de una tragedia económica y social. Y si no cumple sus promesas, intentando salvaguardar al sector productivo, entonces será el comienzo de su tragedia política. Sin duda, un gran dilema. El mismo dilema de Boric en Chile y de Castillo en Perú.
- Rodolfo Hernández es abiertamente capitalista, pero irreverente ante el status político capitalista. Quiere ser el líder de la nueva política. Su estilo es autoritario y mandón. Es machista y admirador de Hitler. Sus referentes políticos más cercanos en America serían Trump, Bolsonaro y Bukele.
- A diferencia de Petro y el Pacto Histórico, Hernández tiene una organización política muy precaria. Su mayor fortaleza es su discurso contra “la politiquería y la corrupción”, y el uso inteligente y efectivo de las redes sociales, especialmente TikTok. Es decir, su poder radica en su liderazgo individual. Este tipo de liderazgos en la sociedad de hoy es muy frágil.
- Dentro de 3 semanas, Colombia decidirá entre dos opciones unidas por la protesta contra el status, por el reconocimiento del gobierno de Nicolás Maduro, por propuestas populistas, y sustentando teorías políticas pertenecientes el viejo rostro del poder.
- Petro necesita sumar un millón de votos nuevos para ganar. Tarea muy compleja porque tendrá que pescar en electores que prefirieron militantemente a Fico y a Fajardo, candidatos apoyados por afectos al status, o molestos con el status pero contrarios a la izquierda ¿Petro llegó a su techo?
- Rodolfo Hernández necesita sumar 3 millones de votos nuevos, aún cuando tiene quizás más espacio para crecer (pues Fico pidió votar por él) pero no es una meta fácil. Quizás se le sumen todos los demás factores que quieren cerrar el paso a la izquierda y a Petro. Pero también es posible que la abstención termine dominando la mente de millones de colombianos que no quieren a ninguno de los dos y decidan no votar.
- En ambos casos, y tal como lo dijo el mismo Petro, Colombia comienza una nueva era política. Es el reto más grande de toda la historia política colombiana. Dentro de 4 años, Petro o Hernández ya serán parte del status. Su éxito será un reto complejo y surgirán nuevas opciones políticas.
- Bueno, eso suponemos. Se pensó que con el surgimiento del fracasado proyecto socialista de Chávez, los venezolanos construirían las fuerzas políticas de la Sociedad Red y generarían cambios, pero Venezuela sigue atascada en la política del siglo pasado, con partidos políticos disfuncionales, tanto los del gobierno como de la oposición. Dios bendiga y refuerce la sabiduría de los hermanos colombianos.
30 de Mayo de 2021
@JesusSeguias