Es lógico deducir la dimensión de la amenaza de Venezuela a la seguridad no solo de Estados Unidos sino para el continente latinoamericano, dada la ahora evidente participación de grupos paramilitares narcoterroristas, Rusia y China, en el territorio nacional. Si estratégicamente el movimiento es correcto, EEUU debe tener toda la información de las ramificaciones de los grupos intervinientes, de sus negocios y conexiones.
En su obra The Darkening Web: The War for Cyberspace, Alexander Klimburg: destaca los graves efectos causados por las operaciones psicológicas desarrolladas por Estados Unidos al imperio soviético, derretido como un glaciar en pleno recalentamiento global, a principios de la de década de los 90. Fiel creyente de ese tipo de artilugios del arte de la guerra, el todopoderoso dictador ruso, Vladimir Putin, aprendió la lección, esforzándose ahora por crear una estructura político militar adaptada al siglo XXI, basada en el aprovechamiento de los beneficios de la democracia, la globalización, la tecnología y sobre todo de las redes sociales, en estos tiempos convulsionados.
Y es que precisamente quienes han sabido interpretar la historia de la humanidad, en especial de la democracia occidental, saben que las lagunas mentales provocadas por la velocidad de los cambios, permiten sacar ventajas en los campos de la economía, la política y sobre todo en lo social. Si bien la riqueza de conocimiento ganada por la humanidad en los dos últimos siglos ha beneficiado en muchos aspectos, todavía existen áreas claves para su desarrollo limitadas por la ambición humana, como es el caso del poder, tan ambicionado desde tiempos ancestrales.
Es el caso del fallecido dictador cubano, Fidel Castro, quien hábilmente logró ganar experiencia manejando los tiempos históricos y burlarse de Estados Unidos y de los gobiernos democráticos de Europa y el resto de América, se convirtió en ícono de la rebeldía revolucionaria, el sueño de libertad de los supuestos pueblos oprimidos y aprovechó su imagen de manso cordero para violar cuanto derecho humano existiera e intervenir directa e indirectamente donde quería y cuando le apetecía, que le pregunten a los centroamericanos, Colombia y Venezuela.
Esa confusión también la aprovechó el oso ruso encarnado en el agente de la inteligencia soviética ( según su criterio mental todavía existe el Comité para la Seguridad del Estado KGB) Vladimir Putin, quien en su acertada estrategia le ha vendido a su pueblo que merecen un destino grande y explotando el histórico sentimiento imperial aprovechó las bondades de la democracia occidental, para perpetuarse en el poder, liquidando a cualquier opositor intrépido que atente contra su poder por la vía de las elecciones (eso no existe en su mente solapada comunista).
Klimburg, actual director de la Comisión Global sobre el Ciberespacio en el Centro de Estudios Estratégicos de La Haya, insiste en afirmar el propósito final de Putin y su Agencia de Investigación de Internet y su Servicio Federal de Seguridad de Rusia: desestabilizar el orden liberal mundial. Cómo lo hace? utilizando Fakes News (noticias falsas) ha logrado influir en elecciones y decisiones políticas y económicas occidentales. Definitivamente, el autor, califica como efectiva su política de ciberdominio del Kremlin.
Ucrania fue su laboratorio en diciembre 2015, explica Klimburg, ahí realizaron un ciberataque al sistema eléctrico en el invierno y durante 6 horas lograron paralizar el servicio a 225 mil ucranianos; combinaron la desinformación desde el inicio de la invasión en 2014, con la operación cibernética para demostrar su poderío.
En el caso Venezuela, en los apagones destacaron la inmediata reacción del ilegítimo gobierno de Nicolás Maduro al señalar un ciberataque de Estados Unidos al Sistema Eléctrico Nacional, la reacción no tan inmediata en la restitución del servicio, y las informaciones falsas que nutrieron las redes sociales justificando la posición oficial.
Lo cierto es que conociendo la injerencia del narcoterrorismo, de rusos y de chinos en la situación de Venezuela, es difícil predecir que la salida va hacer simplemente negociada, Estados Unidos y los gobiernos demócratas latinoamericanos y europeos preocupados por la situación humanitaria y de seguridad, tendrán que aumentar su nivel de fuerza. Las sanciones a los chavistas no son suficientes para alcanzar el cese de la usurpación. Los intereses son oscuros y el daño producto de la entrega de la soberanía a los cubanos y compañía, obligan, principalmente, a EEUU a tomar acciones que demuestren contundencia.
Ahora que los rusos, cubanos, chinos y los guerrilleros del ELN y las Farc se pasean por los cuarteles, se hace necesario actuar con contundencia y otro nivel de fuerza.