Un total de 19 estudiantes y dos profesoras muertas. Es el balance de la masacre perpetrada por un joven de 18 años, identificado como Salvador Romas, al entrar armado a un escuela de primaria de la localidad estadounidense de Uvalde, en Texas, y abrir fuego con un rifle.
Entre las víctimas de la matanza se encuentran dos maestras de cuarto grado -el equivalente a cuarto de Primaria en España-. Se trata de Eva Mireles e Irma Garcia, que ejercían de co-profesoras desde hace cinco años. De acuerdo con su perfil en la web del Robb Elementary de Uvalde, Mireles era educadora desde hacía 17 años y le gustaba salir a correr, ir de excursión y montar en bicicleta. En su familia, que definía como «divertida y cariñosa», estaban su marido -Rubén Ruiz, un oficial de Policía en el distrito escolar de Uvalde- su hija Adalynn, graduada en la universidad y tres «amigos peludos», Callie, Kane, y Koda.
Por su parte, Irma Garcia compartía en su perfil en la página de la escuela que tenía una experiencia de 23 años como profesora. En cuanto a su familia, llevaba 24 años casada con su marido, Joe Garcia, con quien tenía cuatro hijos. El más mayor, Cristian, está completando el entrenamiento para entrar en la Marina; mientras que Jose es alumno de la Universidad Estatal de Texas. Entre sus hijas, la mayor -Lyliana- es estudiante de segundo año en Secundaria y Alysandra, la más joven, está en séptimo grado -primero de la ESO-. Respecto a sus aficiones, añadía que le encantaba hacer barbacoas con su marido, escuchar música y los cruceros por el campo hasta Concan.
Entre los estudiantes asesinados, también se encontraban Lexi Rubio y José Flores, ambos de diez años. A Flores le encantaba jugar al béisbol, según su tío Christopher Salazar. «Era un niño muy feliz. Quería a sus padres y le encantaba reírse y pasárselo bien. Era muy listo, no era un niño que buscara problemas», ha explicado su tío en declaraciones al Washington Post. Flores tenía dos hermanos y una hermana. Horas antes del tiroteo, había recibido un premio por entrar en el cuadro de honor de la escuela.
Xavier López, también de 10 años, también acababa de recibir un diploma por entrar en el cuadro de honor. López bailaba cumbia y contaba chistes. Su madre, Felicha Martínez, explica al Washington Post que Xavier era «divertido, nunca estaba serio y su sonrisa nunca la olvidaré, siempre alegraba a cualquiera». En la escuela, se inclinaba por los deportes, como el fútbol y el béisbol, y su asignatura favorita era el arte. «Le encantaba cualquier actividad en la que pudiera ser creativo y, sobre todo, dibujar», dijo su madre. Ahora su familia ha iniciado una campaña de crowdfunding para pagar los elevados costes del funeral. “Era muy divertido, le encantaba bailar con sus hermanos y su mamá», dice su prima.
Entre los asesinados en el tiroteo en Texas también están los niños de 10 años Rogelio Torres, Ellie Garcia y Elijah Cruz Torres, y la joven de 11 años Miranda Mathis.
Makenna Lee Elrod, Maite Yuleana Rodriguez y Alithia Ramirez, de 10 años, y el joven de cuarto grado Uziyah Garcia. El abuelo de Garcia asegura que «era el niño más dulce que había conocido jamás» y que durante las vacaciones iba a visitarle y practicaban jugadas de futbol y pases. «Se aprendía los nombres de las jugadas y cuando se lo preguntaba las hacía tal y como habíamos practicado», zanja.
Las niñas Tess Marie y Annabell Guadalupe Rodriguez y el niño José Flores de 10 años. El tío de José, Christopher Salazar, dijo: “Era un niño muy feliz. Amaba a sus padres… y le encantaba reír y divertirse”.
Amerie Jo Garza, una niña de 10 años que también había recibido el certificado que acreditaba que estaba en el cuadro de honor, y Nevaeh Bravo. «A mi nieta le dispararon y la mataron intentando llamar al 911 -el número de emergencias-, ella murió como una heroína, tratando de obtener ayuda para ella y sus compañeros de clase», declaraba la abuela de Amerie a The Daily Beast.
Agencias