“La valentía no es la ausencia de miedo, sino el triunfo sobre éste. El valiente no es el que no siente miedo, sino el que lo conquista”. Nelson Mandela
Un imán que atrae cada vez más a cientos de venezolanos a ser migrantes, a huir a distintos destinos del mundo, continúan generando las políticas del gobierno “revolucionario” de Miraflores, porque contrariamente no han logrado milagro alguno en lo económico, sino que la destrucción del país ha permitido vaciar de poco a poco ciudades, pueblos y caseríos de hombres, mujeres, jóvenes, niños y hasta de personas en edad dorada —condición que aquí desde hace años no califica—
de la tierra donde nacieron.
En los primeros cuatro meses de 2022 la cifra llega a 7 millones 200 mil seres humanos cuando esa estimación de ONG y agencias de la ONU la preveían para finales de año, revelando que salvo en situaciones de guerra o catástrofes naturales, la diáspora criolla podría ser alcanzada por la de Ucrania, donde la diferencia es que ellos en dos meses de agresión bélica están siendo aniquilados, asesinados, pasando hoy a ser 5,2 millones de personas que han salido a otros territorios para no ser parte del genocidio ruso iniciado por Vladímir Putín el 24 de febrero..
Cruda, crudísima y sin anestesia, no por generar dolor físico, pero sí por otro peor que es una herida en el corazón, en el alma y en el afecto de los que dejan atrás y de los seres de quienes se despiden con una hasta luego o quizá un adios para siempre por aquellos venezolanos que perecen en la travesía o por múltiples causas cuando llegan adonde van a probar suerte. Quizás tienen algún familiar, pariente, amigo o algún buen samaritano que en cualquier nación le tiende la mano.
Es pertinente decirlo también que son cada vez menos los xenófobos que agreden, insultan y maltratan a quien diga que viene de la patria de Simón Bolívar, donde en mala hora el soberano, democráticamente en diciembre de 1998, decidió probar suerte y elegir a Hugo Chávez Frías tras pasarle factura a errores políticos en la IV República —no corregidos, ni sancionados a tiempo— que al cabo de 23 años no es un secreto a voces que resultó peor el remedio que la enfermedad, siendo los mejores testigos de excepción los millones de compatriotas repartidos en cinco continentes y los arrepentidos en Venezuela.
Es así que la diáspora venezolana ha venido creciendo como la espuma al pasar de los años. Profesionales formados en institutos técnicos o en las mejores universidades públicas y privadas del país, entre ellos, médicos—calculados en más de 40 mil—, enfermeros, bionalistas, radiólogos, personal sanitario en general; ingenieros, docentes universitarios y de niveles de secundaria, primaria, abogados, economistas, veterinarios, agrónomos, técnicos en diversas áreas de la producción y, en fin, gente preparada o no académicamente que hoy contribuye al progreso de los países adonde han huido y les dan cobijo. Allí hay también otras categorías de la fuerza laboral no calificada que realiza cualquier actividad para sobrevivir en tierras extrañas donde aseguran alimentación, estudios, salud, servicios confiables y cuando pueden hasta el envío de remesas a los que permanecen en suelo venezolano. Nadie ha dicho que es cosa fácil sobrevivir en el extranjero. Siempre habrá quienes no corran con la mejor suerte y deciden regresar al país para restablecerse de nuevo y comenzar de cero. Nada fácil es esa realidad pese a la propaganda oficial que ha buscado bañarse en un chorrito de popularidad con el llamado plan “Vuelta a la Patria”, magnificando la inversión del dividendo político que habla de las “bondades de la revolución”, pero no dicen por ninguna parte las verdaderas causas de la huida. Esta realidad crece aunque buscan atribuirla a las sanciones económicas del “malvado imperio” contra la “Revolución Bonita”, pero aún la pregunta que no responde nadie es dónde quedaron los incuantificables recursos que le entraron a Venezuela por renta petrolera, que desplazó la cifra fácilmente al sumar los presupuestos anuales de todos los gobiernos juntos de la despotricada IV República.
El director del Observatorio de la Diáspora Venezolana, Tomás Páez Bravo, ha asegurado que la astronómica cifra de migrantes originarios de cualquier estado o de Caracas, repartidos en el mundo está distribuida en 91 países, donde han sumado a venezolanos instalados hasta en naciones africanas.
“El grueso se concentra en Latinoamérica —Colombia es el mayor receptor— pese a que se está produciendo un proceso de reestructuración. De Argentina está saliendo gente, de Perú y Ecuador hacia Estados Unidos”.
Otro dato es que más del 50 por ciento de los venezolanos que solicitan asilo lo hacen en Perú, según la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados, Acnur.
El sociólogo ha sostenido que a pesar que, según el gobierno venezolano son 28 mil ciudadanos los que han regresado, en contraste sólo en enero 25 mil compatriotas cruzaron la frontera a Estados Unidos.
“En realidad el número de migrantes sigue creciendo de manera indetenible”.
Tomás Páez Bravo indicó que encuestas en fronteras y países receptores demuestran que casi 80 por ciento de los migrantes no tienen planes de regresar a Venezuela. Sólo 10 por ciento piensa lo contrario.
En fin, no hay nada en toda la historia republicana de Venezuela que pueda asemejarse a la actual ola de migrantes. Ni en tiempos de la Guerra Federal ni tampoco en las tantas montoneras que registra nuestro pasado como nación
Las causas deben buscarse en el 95 por ciento de la pobreza que refleja el estudio ENCOVI 2021, más el 76,6 por ciento de pobreza extrema, deficiencias de los servicios públicos con diarios y constantes apagones eléctricos, falta de agua, carestía de la comida, crisis de gasolina, diésel, gas doméstico, colapso de los hospitales, salario mínimo más bajo que en otras naciones, inseguridad personal y jurídica, impunidad, corrupción de los dineros públicos, desunión y sectarismo de alternativas políticas distintas al oficialismo. Algunos dirigentes opositores en distintos sectores, dentro y fuera del país, dándose golpes en el pecho gustan ser vistos cuál fariseos y publicanos exentos de culpas, pero sus conductas y actitudes favorecen la dispersión y el rosario de problemas que han confeccionado el boleto de salida de millones de compatriotas.
José Aranguibel Carrasco