José Aranguibel: ¡Yo no fui…!

611

“No hay camino para la verdad, la verdad es el camino». Mahatma Gandhi

Cuando un niño en el hogar, escuela o jugando con sus amiguitos en la calle comete una travesura grave que lo asusta, seguramente el miedo lo lleva a la respuesta natural por su edad de ¡yo no fui!, pero todo padre, docente o adulto debe corregirlo y orientarlo para que a futuro no repita esa y otras faltas y no se acostumbre a mentir a lo largo de su vida. Algo así le ha sucedido a voceros del oficialismo, por cierto, en nada niños de pecho, sino bien entrados en edad quienes durante más de 22 años en responsabilidades de gobierno han conjugado el verbo mentir en todas sus formas hasta el cansancio y no descansan en hacerlo no sólo en momentos de elecciones, sino que terminaron por acostumbrarse día a día a que debe echársele a otros las culpas de sus fracasos, porque han sido ellos y no otros quienes han dirigido, conducido y encabezado la pésima, malísima y desastrosa ausencia de gerencia en la conducción del país desde Miraflores, gobernaciones y alcaldías que es hoy la gran verdad de Venezuela y por más que traten no pueden tapar el Sol con un dedo.

Muy ganados y apegados a decir cuanta mentira les resulte en engaños —solían decirlas también muchos malos políticos en la IV República— los revolucionarios del Siglo XXI perfeccionaron a lo largo de los años esta actitud conductual cuando si recordamos todavía, años después del triunfo electoral que les otorgó el soberano en 1998, desde el desaparecido presidente Hugo Chávez Frías, pasando por ministros, diputados, gobernadores, alcaldes, concejales hasta jefes de calle de los programas del gobierno, a la hora de quedar mal y no funcionarles la mentira—disfrazándola de verdad— los destinatario de los males de la patria de Simón Bolívar antes eran adecos y copeyanos, pero como desde entonces demasiada agua ha pasado debajo del puente y las agujas del reloj millones de vueltas han dado también, el tiempo y la escasez de recursos económicos dilapidados, mal gastados y regalados a través de la chequera que caminaba por la América Latina los ha obligado a cambiar la dirección del dedo y discursos acusadores para dirigirlos con más fuerza contra el malvado imperio yanqui, la oposición apátrida, saboteadores o terroristas sin rostro, los vecinos de Venezuela, iguanas, rabipelados o cualquier otro ser imaginario en la fantasía mental de estos tiempos de revolución donde no es ninguna mentira que los servicios de electricidad, agua, transporte, vialidad urbana e interurbana, edificaciones sanitarias, educativas, desaparición de efectivo, condiciones de refinerías, surtirse de gasolina, producción y seguridad alimentaria, seguridad personal y juridica, entre otros, no funcionan nada bien ni en términos de regulares a malos. La mejor excusa ha sido responsabilizar a otros y no a los “camaradas” que han dirigido el Estado en sus distintas expresiones de poder político donde a veces ellos mismos han sugerido la descabellada presencia de “infiltrados” que atentan contra los servicios públicos, pero ni ellos mismos coinciden en creerse tamaño desaguisado de fantasía mental cuando la coordinación de la lengua con el cerebro los delata.

Días atrás viendo un programa de opinión de la televisión del Zulia por momentos pensé que veía una parodia de la desaparecida Radio Rochela. No era así si no que el invitado era quien fungió de secretario de Gobierno de la actual gestión del palacio de Los Cóndores de nombre Lisandro Cabello. Ese señor respondiendo a una pregunta del moderador en momentos pareció olvidar que él representa la gestión de 22 años de revolución. Tuvo el toupe de querer sacudirse la responsabilidad que el gobierno del Zulia no tenga algo que ver con los apagones, fluctuaciones o administración de carga—como les gusta mencionar esta incompetencia— porque Omar Prieto ganó en 2017 y este problema comenzó en 2009 con los primeros apagones en el país y en nuestro estado.

Menos mal que el colega periodista acusioso y bien informado no dejó pasarse ningún strike de las adornadas y aderezadas mentiras que como respuesta daba ese invitado, menos aún, cuando el abastecimiento de agua, agravado como la electricidad y otros por la actual administración regional, su responsabilidad es similar, compartida, pese a que hayan llegado al poder de casualidad por el egoísmo y resentimiento de sectores opositores que en 2017 jugaron a la abstención y a la derrota de la unidad opositora conducida por Manuel Rosales Guerrero. Nadie niega las acreditadas credenciales demócratas y de ascendencia de Rosales Guerrero entre marabinos y zulianos por su gestión de alcalde entre 1995-2000 y dos como gobernador entre 2000-2008, recordadas por la construcción de obras publicas que están a la vista, modernización y desarrollo de programas sociales y soluciones que la gente no olvida pese a la guerra sucia y ceguera del oficialismo.

Otro tema tocado en el programa donde el representante oficial quiso lavarse las manos a lo Poncio Pilatos, tuvo que ver con el desabastecimiento de agua a la población zuliana. Agua mucha, muchísima, hay en el Zulia en el lago, embalses y en cientos de ríos, pero la solución no llega o cuando por suerte del grifo sale el líquido no es precisamente la más segura para consumir en hogares, colegios, hospitales o espacios públicos por no ser apta por su turbidez, color a papelón, nada cristalina ni higiénicamente segura, pero los zulianos vemos muy lejos soluciones porque es noticia reciente que en la hidrológica sale quien la dirigía, ingeniero Luis Silva y regresa su colega Fredy Rodríguez. Los marabinos y zulianos no sufrimos de amnesia ni necesitamos de un reconstituyente cerebral para recordar que durante casi 10 años, cuando el segundo fue el responsable de esa empresa, el problema de escasez no tuvo solución sino que creció desproporcionadamente.

En resumen, la manía de mentir, engañar y no asumir responsabilidades ha sido mala consejera en la Revolución Bonita. La mentira tiene patas cortas y como dice el refrán muy venezolano, más rápido se descubre a un embustero que a un ladrón. Si alguno no lo cree, bueno sería que le diera un vistazo a la encuesta Encovi-2021 publicada la semana pasada en la que los investigadores de la Universidad Católica Andrés Bello, Ucab, desnudan la verdadera radiografía de la calidad de vida de zulianos y venezolanos que es una demoledora verdad de un país donde los multimillonarios ingresos que tuvimos por renta petrolera, —hoy dos décadas después del triunfo revolucionario—, la verdad no cuadra  con los niveles de satisfacción y confort económico y social de las familias. Dice la investigación de Encovi que a 94,5 por ciento llegó la pobreza generalizada en nuestro país y de esa cifra 76,6 por ciento, corresponde a pobreza extrema. Otra cifra demoledora revela que tres años menos hay que descontárselo a la esperanza de vida o que a 25,7 por ciento llega la mortalidad infantil por cada cien mil niños y que cuatro millones, entre mujeres y hombres, muchos muy jóvenes, han huido entre 2015 y 2020 de la tierra donde nacieron. Seguramente desde el “análisis” y óptica del gobierno y de fanaticos y radicales revolucionarios, está investigación está sesgada y llena de malintencionados propósitos de vende patrias enemigos  del proceso. Podría decirse que ellos no viven en la Venezuela de 2021, sino más bien en el país de Narnia donde todo funciona a la perfección de lo que no quieren ver sus ojos como realidad inocultable. Total, ojos que no ven corazón que no siente.

José Aranguibel Carrasco