Las grotescas escenas del pasado domingo son el fiel reflejo del tipo de partido que ha conformado la camarilla gobernante a lo largo del siglo XXI, donde solo se disputa el acceso a los dineros públicos mediante las trompadas y el plomo, como es usual el reparto del botín entre bandas criminales.
Si bien es cierto durante el puntofijismo hubo tropelías en la vida interna de los partidos, éstas al menos tenían algún trasfondo estatutario o ideológico, en esta oportunidad aun cuando todos se califiquen de marxistas y revolucionarios, lo que priva absolutamente es el control de los presupuestos regionales y locales, adicionales a la discrecional participación en todo género de negocios ilícitos señalados y sancionados por tribunales internacionales.
Chávez el mentor del PSUV desde sus inicios en 2007, solía adornarlo con frases de Rosa Luxemburgo, Antonio Gramsci, por cierto, muchas de ellas manipuladas para justificar su talante dictatorial en el nivel de ignorancia característico de los tiranos. Como es típico en estos personajes nunca llegó a leer integralmente al renombrado revolucionario italiano, específicamente donde se identifica una dedicada a la vida interna de los partidos, a la que señalaba ser el vivo reflejo del proyecto de sociedad que desea construir.
Esta sentencia del sardo Gramsci es lapidaria ante lo sucedido el domingo en diversas ciudades en Venezuela, como resultado de secuestrar a un país a la sombra de la dictadura el PSUV es una rama más del régimen, como lo son los poderes públicos, las empresas públicas, convirtiendo en enemigos al que rechace pertenecer a todo ese contubernio que mostró sus desvergüenzas en esa jornada mal llamada “primarias”.
Entre tanto la procesión va por dentro en las entrañas de la población sometida a la más cruel política económica, al imponerle implacables devaluaciones que lo han precarizado al extremo de registrar 96% de pobreza general a nivel nacional, ya que el resto disfruta de las ventajas del erario nacional. A decir del poeta Walt Whitman los pobres pagan la música y otros la disfrutan.
La respuesta a esta tragedia nacional es el bochornoso espectáculo dominical de marras, con el cual se pretende presentar como solución las elecciones del próximo 21 de noviembre, que en nada resolverán la terrible situación de una población diezmada que reclama alimentos, trabajo y atención sanitaria.
En definitiva, los efectos devastadores de la condición de vida impuestos por el régimen, al quebrar decenas de miles de empresas privadas y púbicas mediante la corrupción, lo conllevan a crear espejismos como el caso del bolívar digital y en este contexto ilusionar a quienes participaron en esa farsa electoral de creer se les prolongará la subsistencia detrás de un candidato oficialista.
El domingo 8 de agosto no fue una jornada democrática del oficialismo, ni nada que se le parezca, tan solo un remedo de un partido que es un saco de gatos donde conviven civiles, militares, bandas criminales, como lo demostraron los lamentables sucesos acaecidos, corroborados por voceros del oficialismo quienes indican que “ganar las primarias no garantiza ser candidato del PSUV”
Como vemos los venezolanos vivimos en tiranía y los militantes del PSUV están sometidos a otra, la dictadura del proletariado, que no es otra cosa que la dictadura de la Dirección Nacional del PSUV y del Régimen sobre la caricaturesca militancia del partido. Es la imagen lamentable que se transmite y no debiera repetirse en ninguna parte del mundo.
Froilan Barrios Nieves