El exitoso lanzamiento de la nave de Jeff Bezos que abre la puerta al turismo espacial

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Jeff Bezos, el hombre más rico del mundo, fue al espacio y de regreso este martes por la mañana en un viaje supersónico de 11 minutos a bordo del sistema de cohetes y cápsulas desarrollado por su compañía espacial, Blue Origin.

Junto al multimillonario viajaron su hermano, Mark Bezos; Wally Funk, una piloto de 82 años y una de las “Mercury 13” que se entrenaron para ir al espacio en el siglo XX pero que nunca llegaron a volar; y un joven de 18 años recién graduado de la escuela secundaria llamado Oliver Daemen que fue el primer cliente de pago de Blue Origin y cuyo padre, un inversor, compró su boleto.

El vuelo superó la barrera de los 100 kilómetros de altura, la frontera espacial, y han quedado durante cuatro minutos en situación de ingravidez antes de regresar a la Tierra. Todo esto no supone un gran hito en la historia de la astronáutica, pero sin duda es un paso importante en el ámbito del turismo espacial: ha sido el primer vuelo no pilotado y con una tripulación totalmente civil. “El mejor día de mi vida”, se ha escuchado a Bezos gritar al tomar tierra con su cápsula, antes de que corriera el champán.

No obstante, este vuelo implica varios récords anecdóticos interesantes. Funk, una piloto de 82 años que perteneció al grupo de mujeres Mercury 13, aspirantes a astronauta en 1961, se convierte en la persona de mayor edad en volar al espacio, desbancando al veterano John Glenn, que lo hizo con 77. Esta pionera, que lleva 60 años esperando su oportunidad, era por tanto la persona más preparada de todo el pasaje. Y ahora, por fin, se ha convertido en astronauta.

Por su parte, los 18 años de Daemen, hijo de un rico holandés, suponen que sea el astronauta más joven de la historia. Y los Bezos son los primeros hermanos en coincidir en el espacio, después de que se frustrara el encuentro de los gemelos Mark y Scott Kelly en la Estación Espacial Internacional. Eso sí, Jeff Bezos no logra convertirse en el primer empresario en volar en un cohete de su propia compañía (Blue Origin), ya que su rival, Richard Branson, lo consiguió hace nueve días a bordo de uno de los aparatos de Virgin Galactic.

Hasta la frontera espacial
El cohete impulsó la cápsula hasta los 106 kilómetros, por encima de la línea que marca internacionalmente el comienzo del espacio. Branson solo llegó a los 85 kilómetros, justo por encima del umbral de 80 que marca EE UU para el espacio. Esto supone que, siendo puristas, Branson tan solo ha sido el primero en llegar a las puertas del espacio.


Al llegar al punto más alto, los ocupantes del New Shepard se pudieron liberar de los cinturones de seguridad para disfrutar flotando unos minutos y sin escafandras, dado que la nave está presurizada como un avión convencional. Tras el disfrute de la ingravidez, la cápsula desplegó una gran columna triple de paracaídas para frenar su caída hacia el suelo, mientras que el cohete volvió a impulsarse con sus motores para lograr un aterrizaje vertical limpio, similar a los que hacen los Falcon 9 de Musk. Todo un éxito.

El New Shepard, cuyo nombre homenajea al que fuera primer astronauta americano (Alan Shepard, en 1961), es un cohete diseñado para vuelos suborbitales, es decir, que no pretende dar ni siquiera una vuelta al planeta Tierra. Pero tiene importantes comodidades: el espacio en cabina es el doble que el de la cápsula Apollo con la que se viajó a la Luna. Había sido probado con éxito 15 veces en las instalaciones que Bezos tiene en Texas (EE UU), desde donde se realizó este vuelo, y cuenta con seis cómodos asientos para sendos pasajeros, aunque en esta ocasión solo se hayan ocupado cuatro.