Se acabó el experimento Chevron.
Maduro, quien ya no tiene el respaldo del sector petrolero internacional tras la salida de Chevron, se ve obligado a recurrir a medidas represivas para simular normalidad y mantener el control a través del miedo y la represión.
El secuestro de Juan Pablo Guanipa, líder opositor cercano a María Corina Machado, justo antes de unas elecciones fraudulentas que no cuentan con el respaldo de una significativa participación popular, evidencia un creciente desespero de un régimen que pierde su legitimidad a nivel interno e internacional.
Lo extraño es que este arresto ocurre en víspera de un proceso electoral con un índice de abstención previsto en un 80%, y lo realiza su carcelero y depredador en jefe, Diosdado Cabello, que acaba de ser dejado en ridículo ante la evasión de los 5 rehenes en la embajada argentina.
¿Podría ser Guanipa un preso personal de Cabello que ante su soledad como burlado capitán, busca evidencias de una traición interna?
Con el 25M Maduro intenta mantener la fachada de poder, mientras enfrenta una creciente descomposición interna y la acelerada pérdida de control sobre su propio organización narcocriminal.
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