Ramón Cardozo Álvarez: El chavismo vacía a Venezuela: el costo del éxodo

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Según la encuesta de Meganalisis de marzo 2025, un 44.6% de los venezolanos están considerando emigrar del país, de los cuales un 8,7% (aproximadamente 830.000 personas) ya han tomado la decisión firme de marcharse lo antes posible. Estos resultados son similares a los hallazgos de otras empresas encuestadoras. Por ejemplo, el director de Datanálisis, Luis Vicente León, declaró el 13 de abril de 2025 que su más reciente estudio de opinión indica que un 40% de los venezolanos contemplan la posibilidad de emigrar, mientras que un 20% expresan una intención concreta de abandonar el país. Mientras la comunidad internacional centra su atención en los posibles efectos de la nueva ola migratoria venezolana en los sistemas de acogida regionales —como evidencian las advertencias del presidente colombiano Gustavo Petro, el pasado 10 de abril, sobre un posible éxodo de hasta 5 millones de venezolanos—, se subestiman las consecuencias negativas que la migración forzada representa para Venezuela.

El acervo de capital humano venezolano

Una de las consecuencias internas más devastadora para el país y a la cual no se le presta suficiente atención es lo que los investigadores de la consultora ANOVA Policy Research han denominado «el colapso del acervo de capital humano en Venezuela»: una severa contracción tanto en cantidad como en calidad de la fuerza laboral venezolana. Esta es consecuencia directa del modelo del Socialismo del Siglo XXI, impulsado por Hugo Chávez y perpetuado por Nicolás Maduro. Dicho sistema sumió a Venezuela en una de las crisis económicas más profundas y prolongadas de la historia moderna, provocando, entre 2013 y 2021, la contracción del 75% del Producto Interno Bruto (PIB) nacional y la pérdida de más del 90% del valor real del salario mínimo de los venezolanos (CEPAL). Este contexto desencadenó una de las mayores crisis migratorias contemporáneas a nivel mundial y, simultáneamente, degradó los incentivos de aquellos que permanecieron en el país para participar en el mercado laboral y acumular mayor educación y experiencia, desalentados por los salarios extremadamente bajos y la ausencia de oportunidades laborales dignas. Como consecuencia de este doble fenómeno, Venezuela no solo perdió una porción significativa de su fuerza laboral, sino que también se vio despojada de gran parte de su capital humano acumulado en términos de formación académica y experiencia profesional.

Una fuerza laboral mermada

De acuerdo con el estudio «Crisis económica y el colapso del acervo de capital humano» de Anova, entre 2015 y 2021, la Población Económicamente Activa (PEA) de Venezuela — el conjunto de personas con edad para trabajar que tienen empleo o están activamente buscándolo— experimentó una dramática reducción del 33%. Esta cifra representa la salida de 4,4 millones de personas del mercado laboral venezolano. La reducción masiva de trabajadores se concentró especialmente en los segmentos con mayor nivel educativo. Según el estudio de Anova, de los 4,4 millones de personas que abandonaron de forma activa el mercado laboral, más de la mitad —2.3 millones (52.3%)— contaban con educación secundaria completa o superior. De igual manera, la pérdida de trabajadores fue particularmente alta entre los más jóvenes (15-24 años), entre aquellos en edades de mayor productividad (25-50 años) y entre los que poseían mayor experiencia laboral. La drástica caída del número de trabajadores más calificados, más productivos y con mayor experiencia llevó a que en su conjunto la fuerza laboral venezolana perdiera hasta un 40% del total de sus años incorporados de escolaridad, así como un 34% del número de años acumulados de experiencia laboral potencial. En síntesis, en Venezuela, entre 2015 y 2021, la fuerza laboral activa en su conjunto no solo se contrajo sustancialmente, sino que también envejeció y sufrió una significativa pérdida tanto de su acervo educativo como de su experiencia laboral y capacidad productiva.

Impacto en los sectores estratégicos

Aunque el colapso del capital humano venezolano ha afectado transversalmente a toda la economía nacional, sus consecuencias han sido especialmente graves en sectores estratégicos como el petrolero, eléctrico, sanitario y educativo, debido a la alta dependencia que estos tienen de personal especializado. Problemas críticos, como el desplome de la producción petrolera, la destrucción de la capacidad de generación eléctrica, el profundo deterioro de la cobertura y calidad educativa o el colapso de la salud pública —evidenciado en la disminución de la esperanza de vida, el aumento de la mortalidad materno infantil, así como en la reaparición de enfermedades endémicas—, no se explican únicamente por la crónica desinversión ni por las evidentes carencias de servicios e infraestructuras. En la raíz del problema está la pérdida masiva de trabajadores calificados, cuya experiencia y conocimientos son esenciales para sostener y recuperar estos sectores vitales.

Perspectivas alarmantes

Si estos impactos ya resultan devastadores para la vida actual de los venezolanos, las perspectivas futuras son aún más alarmantes. En un mundo impulsado por una revolución tecnológica acelerada y orientado hacia una economía del conocimiento, el desarrollo de las naciones depende cada vez más de contar con una fuerza laboral muy capacitada. Profesionales capaces de gestionar tecnologías complejas y fomentar la innovación son esenciales para que un país pueda prosperar y ser competitivo en el mundo moderno. La competencia global por el talento se refleja en las políticas económicas y migratorias de la mayoría de las economías avanzadas y emergentes. Estrategias como programas especiales de visado, incentivos fiscales, creación de ecosistemas de innovación —hubs tecnológicos y clústeres de investigación— y programas de retorno buscan fortalecer las capacidades productivas y de innovación de estos países en un entorno global altamente competitivo. Mientras tanto, el régimen de Nicolás Maduro continúa empujando a Venezuela por el camino contrario, perpetuando las condiciones que han provocado el éxodo masivo de talento y mano de obra calificada. Según la referida encuesta de Meganalisis, seis de cada diez personas citan la grave situación económica y la falta de oportunidades dentro de las principales razones para emigrar. Salarios insuficientes para cubrir las necesidades básicas, el colapso de la infraestructura educativa y científica, y el deterioro de los servicios públicos siguen impactando profundamente en la calidad de vida de los venezolanos. Sin embargo, más allá de estos factores socioeconómicos, la permanencia del chavismo y de Maduro en el poder es el elemento decisivo que impulsa esta nueva ola: ocho de cada diez encuestados que contemplan irse del país atribuyen su decisión a esta causa política. Esto refleja el convencimiento generalizado en Venezuela de que mientras no se logre expulsar a Maduro del poder, no habrá posibilidad de que el país retome el camino hacia el desarrollo.

Ramón Cardozo Álvarez