Ender Arenas: Un matrimonio de conveniencia

1

En Wikipedia leo que: “Un matrimonio de conveniencia es un enlace matrimonial en el que las personas no tienen la intención de formar una vida en común, sino que buscan obtener algún beneficio”.

Pues bien, todo parece indicar que, en la coyuntura actual venezolana, ya se ha realizado el matrimonio de conveniencia entre el sector opositor que ha llamado a votar el 25 de mayo en las elecciones para elegir gobernadores y diputados al parlamento y el régimen madurista que propuso dichas elecciones, todo ello después del fraude cometido por el régimen el 28 de julio de 2024.

Ambos contrayentes pretenden, es obvio, obtener sendos beneficios: Para el sector opositor mencionado tiene por objetivo, tiene otros, pero este es, tal vez, el principal, el de cancelar, descalificar y liquidar el liderazgo del sector que condujo las primarias y el triunfo inobjetable en las elecciones presidenciales del 28 de julio, esto es, el liderazgo de MCM. Ese sería su máximo beneficio.

Mientras que el régimen, tiene como beneficios: el blanqueo del fraude cometido en las elecciones presidenciales y el logro de la “relegitimación” del presidente Maduro en el poder y por supuesto, un objetivo, siempre perseguido, y casi siempre logrado, por el régimen: dividir a las fuerzas opositoras. Causa no despreciable de ya larga duración en el poder.

Hay que agregar que, en los llamados matrimonios de conveniencia, ambos contrayentes se eximen de tener relaciones íntimas que puedan distorsionar los acuerdos negociados que articulan este tipo de matrimonio de conveniencias.

De tal manera que el sector opositor, sigue sosteniendo que es oposición y, pretende mantener su perfil opositor, y le pide al régimen que lo siga sancionando, es decir reconociendo, como opositor.

No es fácil, compaginar semejantes cosas, pero ya, este sector, se esfuerza por construir una narrativa destinada a la ciudadanía opositora que es mayoría en la que se cuenta que ese compromiso con el régimen no desdice de su trabajo opositor por defender la democracia, evitar que el régimen se quede con todo y luchar por el reconocimiento de los resultados de las elecciones presidenciales del 28 de julio.

Mientras que el régimen sigue sosteniendo que es el gobierno legítimo. Ambos sectores tienen ese acuerdo mínimo: los que llaman a votar son asumidos como el sector realista de la oposición que acudirá a las elecciones el 25 de mayo, y legitimar de facto al régimen lavándole la cara al fraude electoral del 28 de julio.   

Por supuesto, no podían faltar los votos matrimoniales, común en todo matrimonio, con ellos, los contrayentes formulan cada uno los deseos y compromisos con respecto al otro, ambos sectores así lo han hecho. El sector opositor señaló los suyos: habilitación, que permita concurrir al proceso electoral a los que han estado inhabilitados, la inscripción del nuevo grupo electoral, a través de alguna forma de organización partidaria que permita la concurrencia de los, ahora, habilitados y la dotación de una tarjeta que simbolice la presencia de la organización en el eventual tarjetón electoral. Amén, dijo el régimen.

Los votos del régimen fueron los siguientes: (lo tomo textual del artículo de Elías Pino Iturrieta en La Gran Aldea, que dice que son difíciles de tragar pero que todo hace pensar que los contrayentes opositores se los han tragado sin eructar): “El escandaloso fraude electoral perpetrado el 28 de julio del año pasado no se podrá tratar durante la campaña electoral. Es materia vedada que deben respetar todos los participantes, es decir, los que se postulen para un cargo público y los que acompañen sus candidaturas. Sobre la represión masiva y descarnada de quienes protestaron contra ese fraude tampoco se ventilará ni una solitaria brisa, pese a su gigantesca fuerza. La lista de los líderes de la oposición y de las activistas de asociaciones civiles arrestados sin el debido proceso, o de cuyo paradero se carece de noticias concretas, estará ausente de los discursos habituales cuando se buscan votos; y sobre los partidos inhabilitados en forma arbitraria también se guardará silencio sepulcral. La campaña solo referirá temas que   no pongan en aprietos a la dictadura, es decir, asuntos que le den acceso a una legitimidad de la cual carece en términos redondos”.

Reitero lo que he mencionado en la nota de la semana pasada a propósito de que hay que decir las cosas por su nombre, aunque como dice un mejor sociólogo que yo: la verdad es provisional: La oposición está dividida.

Algunos dirán que no es así, que las encuestas dan cuenta de un 70% de los ciudadanos que se mantienen firme en torno al liderazgo de MCM y Edmundo Gonzales Urrutia y dicen conducirse por la línea de la abstención.

La propia MCM mantiene su narrativa unitaria y la plataforma unitaria la ha apoyado, reiterando la confianza en el movimiento ciudadano construido a partir de octubre de 2023.

Sin embargo, los esfuerzo por fragmentar la oposición ha logrado materializarse en el sector, cuyo propósito expreso es el desplazamiento del liderazgo de MCM. Basta ver los nombres que aparecen en los listados de las organizaciones que se han inscritos en el proceso electoral: Manuel Rosales (Zulia) Juan Requesens (Miranda), Alberto Galíndez (Cojedes), Sergio Garrido (Barinas) Morel Rodríguez (Nueva Esparta). Son todos gobernadores que aspiran repetir en sus cargos, para el parlamento aparecen Capriles, Falcón, Luis Emilio Rondón, Felipe Mujica, Pablo Pérez, Julio César Reyes, Luis Florido, etc.

Todos ellos viejos nombres y caras conocidas, precisamente, del liderazgo que el chavismo, también, las contradicciones y las mezquindades entre ellos, pulverizaron sus liderazgos y la confianza que ellos habían despertado en el pueblo venezolano y, sobre todo, desplazados por el tsunami que representó la emergencia del liderazgo de MCM.

Es un sector opositor al que se le pueden consignar muchos reproches, pero quizás es la inconsistencia y la falta de compromiso, la más sobresaliente de sus características.

Por ejemplo, no hace mucho tiempo, meses apenas, en una entrevista realizada por Vladimir Villegas a Henrique Capriles, este le responde, a la pregunta de Villegas: “Si por ejemplo, el gobierno decide vamos a dejar por fuera a María Corina Machado y habilitamos a Capriles,” Capriles lo interrumpe de manera rotunda para responderle: “Todos en la cama o todos en el piso…Todos en la cama o todos en el piso”. Villegas trata de aclarar: “No correrías”. Capriles vuelve a interrumpir y sentencia: “Lo que no va a pasar es que yo divida a la oposición… Eso no va a pasar”, fue justo lo que pasó, él mismo se ha encargado de producir la división en la oposición.

Hay que reconocer que Capriles ha tenido episodios “épicos” contra el régimen, hay otros episodios que no tanto, como cuando fue presidente de la Cámara de diputados y vicepresidente del congreso y no hizo ninguna resistencia y terminó entregándolo a Chávez. Hoy, lamentablemente digo, que Capriles, es un narrador de memeces y el principal “cisne negro” de la oposición venezolana.

Y, junto con Rosales, ha colocado a la oposición, como dice Cesar Miguel Rondón, en el “mar de los sargazos”, en donde navegar está lleno de obstáculos.

Y finalmente, sería bueno, recordarles, a todo ese sector opositor que los matrimonios de conveniencia suelen tener un “impacto social y personal negativo, incluyendo estigmatización y daño a la reputación”, después no digan que no se les dijo.

@enderarenas