Cupertino Flores: La magia de la sonrisa

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En los últimos días el mundo ha perdido a dos grandes hombres latinoamericanos: al Papa Francisco (17 de diciembre de 1936- 21 de abril de 2021)  y al nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa (28 de marzo de 1936- 13 de abril de 2025). Ambos personajes trabajaron los aspectos humanos desde puntos de vistas y acciones que coincidían en la búsqueda de la verdad,  la importancia de los valores, la libertad, la ética y sobre todo, aportar para hacer más humano a  este complejo mundo.

El Papa Francisco (Jorge Mario Bergoglio), miembro de la Sociedad Jesuita, teológicamente la más poderosa dentro de la iglesia católica romana,  se convirtió en  el 266 Papa  el 13 de marzo de 2013. Una selección que vino a cubrir el vacío que dejó la renuncia del Papa alemán, Benedicto XVI (Joseph Ratzinger). Un episodio que no sucedía en la iglesia católica hace 598 años.

Fue un hecho trascendental para la iglesia católica, en momentos cuando la complejidad del mundo es  más profunda producto de los cambios sociales y tecnológicos, y los conflictos de poder que ahora tienen mayores repercusiones. Por eso su labor desde el Vaticano fue contradictoria, para la derecha sus acciones afectaban la tradición religiosa, para los movimientos de izquierda era un aliado.

Enarbolar las banderas de la verdad, la justicia, la inclusión, la pobreza, el consumismo, el medio ambiente, etc, en un mundo que puja por profundizar el pensamiento democrático  no es tarea fácil. Ahora con la tecnología y las redes sociales las bases de participación se ampliaron, pero también han servido para que la mentira ocupe espacios en la opinión pública que afectan  este principio fundamental de la democracia, sus valores y su ética.

Por eso desde el ángulo que lo intenten calificar, van a existir contradicciones. Unos dirán que fue tradicionalista, otros que apoyaba a la izquierda, lo cierto es que ubicarlo dentro del espectro de los calificativos no es prudente para dimensionar su obra. En la biblia, varios de sus pasajes enfatizan en la importancia que tiene para Jesús la salvación, el  rescate o la salvación de las ovejas descarriadas, perdidas, por eso para él esa tarea era fundamental, la iglesia tiene el deber de resguardar su rebaño y encontrar a las que están extraviadas.

Cumplir con ese mandato no es nada fácil, en un mundo en el que los grupos sociales o ideológicos pugnan, para que sus derechos y exigencias sean reconocidos. También es cierto que a pesar de las críticas que le hicieron cuando asumió temas como la homosexualidad, el aborto, la exclusión, la inmigración  y el poder político, su gran acierto fue demostrar que existe en el interior de la iglesia cristiana la semilla de la democracia y que abordar asuntos polémicos y contradictorios con una amplia discusión, es un acierto.

En los innumerables testimonios hechos por personajes de pueblo y figuras reconocidas del arte, la cultura, de la política y la economía, la característica común es la sonrisa del Papa Francisco. Era contagiante, espontánea y derribaba barreras con gran facilidad, un don difícil de ejercitar, al igual que mantener sereno su tono de voz ante polémicas preguntas y los duros momento que afrontó.

Su legado está ahí,  demostró con hechos su sencillez, su austeridad y su amor por el fútbol que le dejó grandes logros a Argentina ( dicen que sus rezos fueron positivos para que fuera campeón del mundo en 2022 y de América en 2024 y para San Lorenzo su equipo favorito cuando ganó la Copa Libertadores en 2014). La historia será la encargada de evaluar sus aciertos  y desaciertos.

La otra gran pérdida para Latinoamérica y el mundo, fue la muerte del Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, un hombre que vivió en el mágico mundo de las letras, como reconoció en una de sus tantas entrevistas, su experiencia más maravillosa fue “aprender a leer”. Fue riguroso y defensor de sus ideales democráticos, misión que profundizó en sus últimos años de vida.

Con su carácter firme y directo se convirtió en un crítico de los sistemas represores y limitantes de las libertades humanas, reconoció con argumentos en mano los beneficios que la cultura occidental le ha dado a la humanidad, no por casualidad, sino porque su proceso evolutivo la ha llevado a un momento sublime, no perfecto y sujeta al mejoramiento permanente.

Las letras universales no pierden a un gran escritor, porque su legado queda en las bibliotecas, los centros de información y las librerías de cada rincón del mundo, garantes silentes del legado del conocimiento humano. Es lo positivo de la letra escrita, que no muere. Vargas Llosa seguirá acompañando a nuestro mundo como lo han hecho los hombres que han dejado su huella perenne.

Se fueron físicamente, el  Papá Francisco y Mario Vargas Llosa, dejando su huellas imborrables,   en ese camino que construye la historia de la humanidad. Paz a sus almas.

Cupertino Flores