¿Cuál será el futuro de Venezuela en este nuevo orden mundial de Trump?
La política de los primeros 40 días del segundo mandato de Donald Trump se caracteriza por una combinación letal de incertidumbre tendenciosa, presión económica, pragmatismo negociador y una clara prioridad hacia sus propios intereses políticos y estratégicos.
Su estilo soprano ha retorcido la paz y tranquilidad de quienes han advertido la presencia del sumo elefante en la cristalería global con sus para muchos atorrantes decisiones en torno a Gaza, México, Groelandia, Ucrania, Irán y Cuba.
Obviamente Venezuela no será la excepción y junto a Rusia y China la nueva geopolítica ha mantenido un doble juego de proyectar dureza mientras mantiene abiertos canales de negociación que abre y cierra a su antojo.
En tan solo una semana el contexto geopolítico en el que juega Maduro pasó de un Richard Grenell dejando claro que el interés de Trump no era cambiar el régimen de Maduro, sino fortalecer a EEUU, apostando por la continuidad de la renovación de la licencia petrolera de Chevrón desde el primero de febrero pasado, a la revocación absoluta un mes después, dejando en el limbo el financiamiento de la dictadura con una de las negociaciones más importantes firmadas por el expresidente Biden desde el 2022.
La decisión de Donald Trump de revocar la licencia de Chevron en Venezuela no solo impacta la economía nacional, sino que representa un golpe estratégico para el régimen de Nicolás Maduro, quien enfrenta una creciente fragilidad interna. Con menos flujo de caja y mayores dificultades para vender crudo en mercados formales, el chavismo se encuentra en una situación de vulnerabilidad que podría llevar a escenarios de negociación con Rusia o incluso a una intervención más activa de EE.UU. en el conflicto político venezolano, representando un duro revés a la ya deteriorada administración del régimen y la economía venezolana.
La pérdida de 100.000 barriles diarios complica aún más la capacidad del régimen para financiar su aparato estatal y de represión. La inflación, que ya venía en ascenso, se disparará aún más al reducirse la entrada de divisas, afectando directamente la estabilidad del régimen.
China y Rusia siguen siendo aliados clave de Maduro, pero su apoyo no es incondicional. Pekín, enfocado en la recuperación de su propia economía, ha reducido la compra de petróleo venezolano, mientras que Rusia, atrapada en la guerra con Ucrania, tiene otras prioridades geopolíticas, dejando a Maduro con un margen de maniobra cada vez más reducido.
El acercamiento entre María Corina y Donald Trump Jr. sugiere que la Casa Blanca está explorando una nueva estrategia para influir en el proceso venezolano. Si bien Trump ha evitado hasta ahora un compromiso directo con el sector opositor representado por María Corina y Edmundo González, la presión desde sectores republicanos en Florida, liderados por figuras como Marco Rubio, María Elvira Salazar y Rick Scott podría empujar a su administración a tomar un papel más activo en la crisis.
Maduro podría verse obligado a buscar una negociación con Vladimir Putin para garantizar su supervivencia o preparar una salida negociada. Rusia, que ya tiene una fuerte presencia en Venezuela a través de inversiones en el sector petrolero y acuerdos militares, podría aprovechar la crisis para aumentar su control sobre el país, convirtiéndolo en un bastión estratégico más sólido contra EE.UU.
Si Maduro ve que su situación se vuelve insostenible, Putin podría negociar su salida a cambio de garantías para la continuidad de la influencia rusa en Venezuela, tal vez mediante la instalación de un sucesor más manejable o el mantenimiento de contratos petroleros y militares claves.
El escenario más favorable para la oposición y la comunidad internacional sería una intervención negociada que lleve a elecciones realmente libres. Para ello, EEUU y Rusia, que lucen ahora como extremos aliados ante los intereses de Putin en la intervenida Ucrania, podrían negociar una interesada transición garantizando sus intereses en Europa y Latinoamérica.
Este camino nada fácil podría ser la única salida viable ante el colapso económico del chavismo. Sin embargo, si Maduro opta por la represión en lugar de la negociación, el país podría entrar en una espiral de mayor crisis y aislamiento, con un régimen cada vez más dependiente de la criminalidad transnacional y el financiamiento ilegal.
El estilo implacable de Trump podría tener en sus manos la posibilidad de manejar Venezuela como una ficha clave en su tablero geopolítico si decide jugar a fondo.
Algunos alegan que esa salida pragmática no sería para nada patriótica para los intereses internos. Trump pide el 50 % de las tierras raras y otros minerales de alto costo a Zelensky para lograr una paz que hasta ahora no luce nada tranquila para los ucranianos.
¿Estamos dispuestos a pagar el precio para la salida de tan nefasta dictadura?
@damasojimenez