hay antecedentes en la historia política de Estados Unidos de América referentes a mandatarios que ejecutaban aceleradas agendas, una especie de “disparar con una ametralladora y no con un fusil con mira telescópica”. Esa estrategia de saturación genera confusión, aturdimiento y reduce las posibilidades de razonar sobre la conveniencia o no de las decisiones que se están tomando.
Es la táctica que está utilizando Donald Trump, en sus primeras semanas de gestión. Busca tomar la iniciativa para dejarle pocas opciones a sus oponentes de reaccionar ante sus decisiones o busca aprovechar el amorío que le da el haber llegado con ciertas ventajas al poder. Es una carrera contra el tiempo. Ya los analistas comienzan a vislumbrar sus intenciones de desmontar lo que construyó Estados Unidos de América (EUA), después de la segunda guerra mundial.
Sus acciones comienzan a perfilar las constantes de su gestión: uso de las negociaciones bilaterales, el arma comercial, uso de fuerza y el tema de la inmigración. Además, busca crear un triángulo de poder entre EUA, China y Rusia, la polémica surge porque los dos últimos son potencias autócratas y antidemocráticas ¿Qué cara mostrará -entonces- cuando exija a cualquier país, que respete los preceptos democráticos y liberales, si las prácticas de sus socios van contra esos principios?
Su intención es “hacer estallar un orden mundial existente, que llevó décadas ensamblar las reglas de compromiso global posteriores a la Segunda Guerra Mundial y, con todos sus defectos, el sistema tuvo éxito en sus objetivos principales: evitar la guerra entre grandes potencias y fomentar la interdependencia económica. Trump nunca ha explicado con detalle con qué sustituiría esas reglas, aparte de que utilizaría el poder militar y económico de Estados Unidos”, dice, David Sanger, corresponsal durante cuarenta años en la Casa Blanca.
Otros asuntos que están causando daños a la economía y a la sociedad de EUA están relacionados con la inmigración, los aranceles, los carteles de las drogas. Sin duda que el aumento de los aranceles a sus colegas comerciales impactarán los precios finales de los consumidores; la inmigración está generando violaciones de los derechos humanos y de las mismas leyes norteamericanas porque se están desconociendo instrumentos legales dispuestos cuando ellos ingresaron al país.
A parte de ser un tema netamente propagandístico, hay que destacar que la mayor parte de inmigrantes “son los buenos” , y aspiran a trabajar para salir adelante con sus familias, mientras los malos (como el Tren de Aragua”) son la minoría. Este crítico sector apabullado por las redes y los burócratas del gobierno de Trump están inmersos en una guerra de redes sociales (más ahora que Instagram, X y Facebook son burócratas de Trump) que difunden miedo, desánimo, y divulgan mentiras que está creando estereotipos y xenofobia, sin reconocerles que hay sectores de la economía que dependen de esos trabajadores, especialmente el comercio, los servicios, la hotelería y el agropecuario.
Escribe el profesor Adolfo Salgueiro (Inmigración y «american dream» El Nacional 15-02- 2025) “Hoy día, posesionado Trump de la Oficina Oval, parece estar queriendo visibilizar y -de ser posible- cumplir algunas de las promesas electorales que hizo con mayor fuerza e intensidad, puesto que adjudicaba a ese asunto ser causa de todos los males que aquejan a la sociedad pese a que las cifras demuestran que la inmigración no incide en el porcentaje de desempleo actual del país que es de 3,7%, siendo este de los más bajos en los últimos años”.
“Aspiramos -sin demasiada esperanza- que las aguas se aplaquen y que las metas de Mr. Trump apunten hacia otros objetivos que no sean hacer pagar los platos rotos a los venezolanos como colectivo, sino adjudicar responsabilidades a nivel personal como es de esperar en una democracia comprometida con el “rule of law” (imperio del derecho) y el respeto irrestricto de la libertad y los derechos humanos que le ha permitido ser la tierra del “american dream” hecho realidad para quienes lo acariciaron con esfuerzo y esperanza”.
En una sociedad que ha tomado lo que dicen las redes como “verdades absolutas”, la ventaja la tienen quienes dominan las redes sociales, porque nadie los controla a ellos. En un par de días, el vanagloriado presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, paso de la admiración del secretario de Estado, Marcos Rubio, a ser el culpable de la guerra con Rusia. Gracias al interés de Trump se creó la matriz que indica que el “amigo Vladimir Putin” es un inocente, que fue llevado a la guerra por el ilegítimo presidente ucraniano.
Nada dice que el eterno presidente de Rusia asesina o encarcela a quien denuncie su corrupción y atropellos, sus desmanes o se le enfrente en las contiendas electorales, que lleva más de dos décadas controlando el poder y que ya antes de Ucrania había cometido otros genocidios en Georgia y Siria. Pero ahora Trump, que busca crear la trilogía del poder entre EUA, Rusia y China, quiere eliminar la piedra en el zapato para favorecer la nueva repartición del mundo.
Los ataques también se han hecho sentir en este lado del continente. En su campaña atacó a los cárteles mexicanos de las drogas y al Tren de Aragua, éste último creado por el chavismo para destruir al imperio norteamericano. De estos temas bueno sería preguntarse si el sangriento grupo chavista es una amenaza, como se ha querido vender. Las redes se encargan de divulgar a cualquier “malandro trasnochado” que salió de un barrio cualquiera de Venezuela hacia EUA y quiso seguir delinquiendo y ahora resulta que pertenece a este grupo.
Sería interesante, incluyendo a los venezolanos que viven en Estados Unidos, considerar si la andanada de acusaciones que hace el presidente Trump, son verdad o mentiras. La opinión pública no se ha detenido a analizar si el Tren de Aragua tiene la misma dimensión de peligrosidad de Hamas o el Cártel de Sinaloa ¿De los 600 o 900 mil connacionales que viven en EUA, cuántos pueden ser delincuentes? La mayor parte de los que huyeron del país lo hicieron para buscar un futuro mejor o escapar de la pobreza. Realizan duras faenas para darle lo mejor a sus familias que permanecen en Venezuela y han permitido activar parte de la economía reducida que hoy caracteriza al país. Esos son la mayoría, son los buenos.
Sobre los cárteles mexicanos también hay que precisar ¿Cómo y qué red controla las drogas que llegan hasta los pueblos más remotos de EUA? ¿A dónde va a parar el dinero producido por sus ventas? ¿Qué bancos se encargan de lavar las astronómicas fortunas? Hacer gatopardismo con una realidad que necesita cambios institucionales profundos, puede resultar más frustrante y será el tiempo el que le diga a los ciudadanos norteamericanos cuan acertados estaban con su elección.
Cupertino Flores