Bien pudieron ser 4, 5, 10, etc. principios, pues, motivos, razones e impulsos sobran para trazar una ruta que termine con la recuperación de la democracia y, sobre todo, la recuperación de la vida de los venezolanos (de la vida buena), algo que se nos perdió hace más de 20 años.
Pero MCM eligió el número 7. Presumo, pero es mera especulación, que es por la impronta de lucha espiritual que MCM le ha asignado al movimiento y proceso que ella ha encabezado antes y después de ganar las primarias y antes, durante y después de la campaña presidencial que ganó abiertamente con la candidatura de Edmundo Gonzales Urrutia el 28 de julio. Uds. lo saben, mucho mejor que yo, del peso “simbólico, espiritual y mitológico” del número 7.
Recuerden que Dios, según “el Antiguo Testamento, había creado el mundo en 6 días y descansado el séptimo día, recuerden también que hay 7 pecados capitales, según la Biblia, 7 capas del purgatorio y 7 sacramentos en la iglesia católica. El libro de las revelaciones habla de 7 estrellas, 7 trompetas, 7 siete sellos, 7 ángeles, 7 iglesias y 7 plagas. Y el Espíritu Santo, según Santo Tomás de Aquino, tiene 7 dones: sabiduría, entendimiento, conocimiento, consejo, fortaleza, piedad y temor de Dios”.
Así que, reitero que estoy especulando con un tufo esotérico, que en la trama discursiva de MCM, haber enumerado 7 principios (algo así como los diez mandamientos de Moisés) está perfectamente justificado.
Aparte de esto, que puede ser considerado traído de los cabellos, este mensaje de MCM es sin lugar a dudas, es mi apreciación, el más importante de los que ha emitido hasta ahora. Salvando las distancias, en relación a la lucha por la democracia en Venezuela, tiene la misma vocación de lucha y prosecución de los objetivos trazados, que el que se puede leer en “Las cartas desde lejos” y “Las tesis de abril” de Lenin, en la que, este, había esbozado los prolegómenos de la “revolución de octubre de 1917”. Debo aclarar, que en términos de propuestas no tienen nada que ver una con la otra.
2023 y 2024 han sido los grandes años para la oposición. Claro ha habido otros, pero, estos han sido desperdiciados, por los errores cometidos por la misma oposición. Esta vez, bajo la conducción de MCM, no ha sido así.
Uno de los logros más importantes bajo la conducción de MCM es la de haber construido una relación orgánica con el ciudadano (a quien despojó de su condición de objeto de cálculo de la dictadura chavista) a quien le removió viejas creencias, le creó nuevos horizontes de expectativas de su presente y de su futuro, estructuró una nueva narrativa discursiva y revaloró las viejas formalidades democráticas que el chavismo había vaciado y movilizó nuevos gestos y nuevas simbologías.
Es la gente convertida en sujeto de la política la que se decidió por el cambio democrático el 28 de julio y emitió un mandato inequívoco que debe ser acatado, que no merece discusión alguna y que no es negociable. Ese es el primer principio del decálogo de MCM.
El pueblo, convertido ahora en ciudadano, es decir, en un sujeto autónomo y protagonista de la política (este es un hecho tremendo), debe asumir la corresponsabilidad en la defensa no solo del mandato que él mismo se dio el 28 de julio, sino fundamentalmente de la Constitución. MCM, sabe que tal tarea no puede ser llevada a cabo solo por ciudadanos desarmados, así que interpela directamente a los militares y a la policía.
Lo interesante de la interpelación que se le hace a los militares y a los policías no tienen como objetivo convocar a esos actores como tutores del proceso de cambio sino como propiciadores de la precipitación de la crisis de la dictadura mediante la ruptura del pacto Gobierno-militar-policial, y dejar al gobierno sin el actor que lo mantiene en el poder. Este es el segundo principio.
Un aspecto importante, a mi modo de ver, de los principios esbozados por MCM es asumir la lucha por hacer valer el mandato como un derecho del pueblo. Esta revalorización de la lucha política no solo como legitimadora de la lucha por la democracia, sino que le confiere al ciudadano la fortaleza que le deviene de creer que lo que hace es legítimo y esto es políticamente relevante, pues, el chavismo, produjo una resignificación del concepto de política y determinó quien puede hacer política y quien no puede hacer política.
Así, el hacer política por parte de los opositores se definió como golpista, fascista, subversiva, ilegitima y criminal. Esta narrativa chavista desestructuró desde abajo la institucionalidad política y a sus “actores consagrados” y mantuvo a la defensiva la práctica política opositora hasta ahora cuando el ciudadano ha retomado su independencia para hacer política.
Dentro de los siete principios, MCM subraya la importancia, inobjetable de la unidad nacional, sin la cual no hay posibilidad de derrotar al chavismo. La democracia también es un problema de cantidad y números.
Hay Un esfuerzo de MCM por la creación de una nueva mayoría. En este sentido, ella, colocó a “la Unidad” en el centro de gravedad de la política y planteo lo que podría llamarse “una conspiración multitudinaria” (como calificaba Gabriel García Márquez los eventos del 23 de enero de 1958), estructurada por estudiantes trabajadores, amas de casas, intelectuales, profesionales, el clero, militares, policías y por supuesto los partidos políticos, en la que se esforzó por rescatar su voz del lugar marginal donde el chavismo los redujo.
Esto último no ha sido fácil, dada la posición ambigua de los partidos políticos frente a los escenarios que han surgido después del 10 de enero, donde tienden a hacer lecturas inadecuadas de la situación que ha emergido justamente después de la juramentación de Maduro y el llamado a elecciones, por el oficialismo, para este año.
Justamente es en este aspecto, que ha planteado lo más neurálgico de los principios esbozados: el rechazo a elecciones que legitimen la dictadura, hasta que el mandato soberano sea respetado. Aquí apunta no solo a la llamada “oposición funcional” (conocida también como “el alacranismo”), también, lo hace contra sectores de la Plataforma Unitaria, que juegan al “si pero no” y ya se escuchan las voces de siempre y comienza a utilizarse “la mentira necesaria” en este caso: no se pueden dejar espacios vacíos para que la dictadura los vuelva a copar y, como siempre, recuerda las veces que se ha llamado a la abstención como estrategia, que resulta errada y que le ha dado más poder al régimen.
Pero, obviamente, 2005 no es el 2025. Y el régimen ha cometido un fraude insólito por la enorme ventaja con la que fue derrotado y dado esto no hay garantías que ahora sí, serán más limpias las elecciones porque solo se deciden aparatos regionales y locales.
Pero, ahora, lo sabemos, alcaldías, gobernaciones, son aparatos secundarios, que son desplazados y sustituidos por los llamados “protectores” cuando estos aparatos de gobierno local y regional son ocupados por sectores opositores. Y participar en un nuevo evento electoral sería no solo desconocer la legitimidad del triunfo opositor el 28 de julio sino además relegitimar con esta participación al CNE, que es el actor principal del fraude cometido.
Creo que he abusado del espacio que generosamente me es otorgado por los amigos de Verdades y Rumores y VenezuelaUSA.org.
Me quedaría por comentar los dos últimos principios: La negociación solo para una transición democrática, liderada por quienes obtuvieron el mandato ciudadano y la gobernabilidad democrática, en la que MCM, enfatiza que Venezuela nació para ser libre y no será gobernada bajo una dictadura.
Son dos principios importantes, donde se plantea los dos momentos del cambio, uno es la transición hacia la democracia, como el primero momento del cambio, que será difícil, tan difícil como lo fue la transición vivida de 1958 a 1964 (gobierno de Betancourt, quien enfrento subversiones, asonadas atentados, etc. Ver La Gran Aldea, nota, nota de Tulio Hernández) y la consolidación de la democracia que es una enorme tarea refundacional del orden social.
Ambos momentos difíciles, recordemos que son tiempos “en la que la escoria humana sale a la superficie”.
@enderarenas