Antonio de la Cruz: Maduro y el retorno de los venezolanos: entre la nostalgia y la realidad

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Hace poco Nicolas Maduro dirigió un mensaje a los migrantes venezolanos en el que los invitaba a volver a Venezuela con la promesa de recuperar “el respeto como seres humanos” y, además, algo que parecía fundamental: “el derecho a rumbear”.

La idea detrás de este mensaje es simple y poderosa: la migración es sufrimiento, estar lejos de casa es perder la alegría, y regresar es la única manera de recuperar la felicidad y la comunidad.


Pero, ¿qué nos dice realmente este discurso? Más allá de la emoción que pueda despertar, este mensaje construye una narrativa en la que el regreso se convierte en una especie de destino inevitable.

Es una historia donde Venezuela es la “tierra bendecida” y el extranjero es un lugar de sacrificio y tristeza. Y como en todo relato, hay héroes (los migrantes que regresan), villanos (los obstáculos que impiden volver) y un objetivo final (la felicidad reencontrada en el país).

Este tipo de relato no es nuevo. La historia de la humanidad está llena de llamados al regreso a la tierra prometida, de relatos que buscan encender la nostalgia para motivar decisiones. Sin embargo, hay algo que el mensaje ignora por completo: las razones por las que millones de venezolanos emigraron en primer lugar.

La crisis económica, la inseguridad y la falta de oportunidades no desaparecen por el simple deseo de que todo vuelva a ser como antes.


El problema de este relato es que simplifica la realidad. Se nos dice que estar en el extranjero es sufrir mientras vemos a los amigos disfrutar en Venezuela. Se nos pinta la “rumba” como un derecho perdido, pero no se menciona lo más importante: los derechos fundamentales que llevaron a tantos a irse en busca de una vida digna.


Claro, la nostalgia es poderosa. Todos extrañamos las reuniones familiares, los abrazos, las calles que nos vieron crecer. Pero reducir la decisión de migrar a un dilema emocional es, en el fondo, una estrategia para evadir las causas del éxodo. No es solo la rumba lo que los migrantes han dejado atrás; también dejaron un país donde el día a día se ha vuelto una lucha constante.


La verdadera pregunta no es si los migrantes venezolanos quieren volver. La mayoría lo haría si las condiciones políticas, económicas y sociales fueran distintas. El punto es que un país no se reconstruye con discursos emotivos, sino con hechos concretos.

Si de verdad se quiere el retorno de los millones de venezolanos que se fueron, no basta con promesas de fiesta y abrazos. Se necesitan empleos, seguridad, servicios básicos, garantías de estabilidad.


Porque, al final, la verdadera elección no debería ser entre la nostalgia y la dignidad, sino entre un futuro de libertad y otro marcado por el terrorismo de Estado. «

@antdelacruz_

Director Ejecutivo de Inter América Trends