Hugo Delgado: La democracia

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En un mundo influenciado por la tecnología, el pragmatismo, el disfrute de la vida basado en el consumismo desenfrenado y la anarquía, el modelo heterogéneo de democracia vigente está en el ojo del huracán, en el cuestionamiento filosófico del mundo académico  y del hombre común de cualquier rincón del país que vive cómodamente o sufriendo las implacables consecuencias de sus miserias.

Lo cierto es que la democracia, desde sus orígenes, lleva una pesada carga en sus hombros.  Lo advertía  Platón en su VI libro de La República en  el  2400, al analizar la naturaleza elitesca y de privilegios en las que navegarían las naciones que acogieran este modelo político.  En su estudio refería a la naturaleza de los gobernantes ideales, que en nada se asemejan a las élites que históricamente han dirigido a diferentes naciones en distintos momentos.

Durante el siglo XX y lo que va del XXI las democracias mundiales han fluctuado entre gobernantes buenos, regulares y mediocres. El pueblo sobre el que reposa la legitimidad de origen muchas veces se ha equivocado, en ocasiones asume su error en otras no, a pesar de  que su selección evidencia su falla; ocurrió en la Alemania de  Hitler, por ejemplo, o en la Rusia de Vladimir Putin, pero esa relación humana entre el votante y el dirigente es enigmática y en muchas ocasiones inexplicable, porque la decisión del soberano ha llevado a muchas naciones a guerras o a la ruina.

El modelo que muchos catedráticos  consideran como un proceso, más que un fin en si mismo, hace que la democracia  se convierta en una  especie de cesta en la que distintas visiones confluyen para beneficiar a las mayorías, privilegiar a las élites o usurpar el poder para imponer ideales. La historia demuestra las fluctuaciones peligrosas o beneficiosas para muchas naciones, momentos que abrieron esperanzas para que los principios humanos predominaran en el mundo,  pero con el mismo entusiasmo que la igualdad y justicia funcionaba durante algún tiempo,  se generaba una reacción que hacía retroceder el modelo de libertades.

¿Cómo explicar esos ir y venir dentro del modelo democrático? Las respuestas la da el mismo Platón cuando advierte que la democracia degeneraría en autoritarismo y corrupción, en un análisis de BBC Mundo, de la filósofa Lindsey Porter, explica que: “en la  República, el Sócrates imaginado por Platón señala que esa democracia, una «forma agradable de anarquía«, a su turno, como cualquier otro régimen, se derrumba por sus propias contradicciones. Al igual que de la aristocracia nacería la oligarquía y de ésta, la democracia, ese «gobierno del pueblo» a su vez daría luz a la tiranía…”

Prosigue que básicamente, la idea es que una vez que la gente tiene libertad, quiere aún más. Si la libertad a cualquier precio es el único objetivo, se produce un exceso de libertad que genera un exceso de facciones y una multiplicidad de perspectivas, la mayoría de las cuales están cegadas por intereses estrechos. Quien desee ser líder debe entonces halagar a esas facciones, complacer sus pasiones, y ese es un terreno fértil para el tirano, que manipula a las masas para dominar la democracia, según Platón”.

Según el antropólogo e historiador egresado de la Universidad de Chicago, Francisco Gil- White, una crítica al modelo de democracia tomado de las raíces griegas, es que es elitesca y genera privilegios, abiertamente contradictorio  a la doctrina judío-cristiana que pregona la igualdad, la lucha contra las élites  en favor de los mas desfavorecidos de la sociedad. Lo cierto es que la democracia actual necesita enriquecerse  y ajustarse a las nuevas demandas sociales, no con maquillajes, como está ocurriendo con la propuesta de Donald Trump, sino con reconocer las profundas grietas institucionales que afectan a la primera potencia de occidente y a gran parte de sus homólogas en el mundo.

Las instituciones que han madurado durante el período de vigencia de la democracia en los dos últimos siglos, por ejemplo la Comunidad Europea, deben revisarse y adecuarse a las nuevas expectativas creadas por el ciudadano, al igual que las élites que controlan los poderes que dejan mucho que desear con  su actitud, los privilegios  y el manejo doloso de los recursos  públicos.  

@hdelgado10