Pedro Hernández: Redentor

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Con beneplácito varios sectores de la sociedad venezolana, especialmente la que vive en el exterior, recibieron la noticia de la victoria de Donald Trump. La razón, ahora la esperanza de la caída de la dictadura de Nicolás Maduro,  esta -supuestamente- en las manos del nuevo presidente norteamericano.

Al triunfo arrollador de Trump se le abren nuevos retos  ante escenarios que  no existían en su primer gobierno 2017-2021.  Con su ya notable palabrería en la que mezcla la verdad, la mentira y la fantasía,  según el mandatario electo va a resolver los conflictos en Ucrania y en el Medio Oriente en un abrir y cerrar de ojos.  Eso está por verse, pero el asunto de interés para los divididos venezolanos es si va a sacar a Maduro del poder.

La reflexión e interrogante que se abre es si va a poder hacerlo, cómo lo va hacer o si  va a diseñar una estrategia para presionar y debilitar su estructura para buscar una posible negociación,  con una  organización criminal que tiene múltiples intereses relacionados con el terrorismo del Medio Oriente (Hezbotalth-Hamas), el narcotráfico colombo-mexicano, la guerrilla  colombiana del Ejército de Liberación Nacional  (ELN) y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), alianzas político militares con Cuba, Irán, Rusia y China.

Todas esas alianzas con aparentes intereses opuestos a Norteamérica, serán tratadas con  los enfoques propios del gobierno de Donald Trump, quien según sus propias declaraciones tratará los asuntos desde otras perspectivas.  Esas políticas futuras dependerán de la visión que aplique, si va a profundizar su estilo 2016-2020, o si va a aprender de sus errores e instrumentará acciones evitando inestabilidad o contradicciones absurdas.  Por sus intenciones profundizará su aislamiento, acentuará la responsabilidad de los males de la nación a factores externos (comerciales e inmigrantes), mientras se obvia que los problemas de la sociedad son institucionales, como la impunidad judicial, la profundización de la desigualdad, la atención a la salud, la adquisición de vivienda o las posibilidades de financiamiento de los estudios universitarios y factores como las drogas que están destruyendo a la familia y a los jóvenes principalmente.

El tiempo dirá el rumbo a tomar internamente. A nivel externo, ya las señales de Europa muestran que la comunidad se está preparando para un escenario sin Estados Unidos de América,  específicamente para el manejo del conflicto con Ucrania, en el que se juega el futuro de la democracia.  Por los vientos que soplan, EUA perderá presencia mundial.

En el Medio Oriente la situación es compleja, a occidente le conviene que Israel destruya al Hezbolath y del Hamas, porque representan la penetración de Irán, con sus respectivos aliados China y Rusia. Siendo amigo del presidente,  Vladimir Putin, será interesante ver como Trump va a manejar este conflicto y la situación Venezuela. No será fácil, como Trump aparenta mostrar, porque la humanidad enfrenta la posibilidad de una confrontación mundial.

Mientras Trump busca desprenderse de los compromisos internacionales y establecer un modelo aislacionista, contrario a la dinámica mundial, China con su proyecta de la Ruta de la Seda hace todo lo posible por penetrar todos los rincones del mundo. La realidad política y tecnológica han creado escenarios complejos difíciles de manejar.

 Y mientras Estados Unidos de América piensa en sus asuntos, los venezolanos vuelven a caer en el error de soñar y entregar su destino de manera cómoda a terceros.  Internamente su realidad  es “normal”, el efecto remesa ya hace estragos en una sociedad cómoda y facilista, que sueña  con volver al modelo petrolero que se niega a morir,  más preocupada  por ir los fines de semana al mar o a las montañas, mientras otros luchan por sacar al régimen de Maduro sin tener la organización para lograrlo.

Solo el tiempo ira deshojando la forma que le dará Trump a su gobierno, mientras los venezolanos repiten sus sueños de centrar sus esperanzas en el redentor, que le dará importancia al sufrido país petrolero de acuerdo como soplen los vientos. 

Pedro Hernández