Rafael Díaz Blanco: Chavistas invisibles

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En Venezuela, cada día aumenta la represión. No debería sorprendernos. Era absolutamente previsible, pero cuando nos toca más cerca, más nos pega al corazón. Quisiera nombrarlos a todos, pero son tantos y desde hace tanto tiempo, que es injusto mencionar solo a los más cercanos. 

La lucha contra la dictadura nos exige tener siempre presente a los perseguidos y presos políticos, a sus familias, a los que más sufren. Acompañar a los nuevos presos y torturados, a los que el régimen maltrata hoy con ferocidad, no puede hacernos olvidar, sin embargo, a los viejos presos, a los torturados de ayer, a los que murieron en las mazmorras del régimen. Tampoco a las protestas de otrora, a los que mataron en las calles, a los adolescentes, casi niños que han secuestrado y torturado. 

También debemos reconocer permanente a todos los que luchan con dignidad por la libertad, a los que conscientes del riesgo que implica el ejercicio de la política en estos tiempos o de cualquier derecho ciudadano, no claudican.

De tal manera, amables lectores, que la lucha debe continuar, pero en está triste hora, derrotar la estrategia del miedo tiene sus particularidades. Nos exige ser prudentes, cuidarnos, resguardarnos cada vez que sea necesario, pero solo dar un paso atrás cuando sea conveniente para luego dar dos hacia adelante.

En este último año hemos avanzado como no lo habíamos hecho antes. Nos los recuerda con frecuencia María Corina Machado. Finalmente, frente al mundo, y ante nosotros mismos, ha quedado claro, sin duda, alguna la naturaleza del régimen que apoyado por una exigua minoría nos maltrata a todos y tortura a su antojo a quienes encarcela.

Hoy estamos, más que nunca, obligados a deslindarnos absolutamente de la dictadura. No hacerlo significa complicidad con sus tropelías y delitos. Ya sabemos quiénes respaldan al régimen tiránico, también conocemos a los alacranes, colaboracionistas y enchufados, así como de lo que son capaces. No obstante, para cuidarnos mejor y mejor poder cuidar a los nuestros, es preciso protegernos también de los menos conocidos chavistas invisibles que tanto daño hacen. 

Los chavistas invisibles están cerca del entorno opositor, pero pasan desapercibidos. Dicen no ser chavistas, mucho menos políticos y pueden fácilmente confundirse con opositores. Los chavistas invisibles tienen como única prioridad un egoísta interés individual, estar bien o lo mejor posible en una sociedad que se derrumba, desintegrándose absolutamente, pero que a ellos parece no afectarles y mucho menos importarles lo que ocurre con él otro. Su única responsabilidad es con ellos mismo, nunca con Venezuela. Sus discursos y actuaciones hacen olvidar que hemos perdido la libertad y solo favorecen la permanencia de Maduro.

Mientras la mayoría trata de sobrevivir, los chavistas invisibles se benefician de la situación del país, sus negocios prosperan en un país que desaparece. Muchas veces han pasado de ser víctimas de la extorsión generalizada a socios de los delincuentes. Se caracterizan los chavistas invisibles por aplaudir siempre los encuentros incondicionales con el régimen, ver siempre las mejorías, lo bueno que supuestamente en el país ocurre. Jamás se identifican con la oposición, mucho menos la ayudan, tampoco atienden sus convocatorias. Critican a los políticos porque los políticos son todos iguales, pero evitan cuestionar a los gobernantes. Por supuesto, ignoran a los presos políticos y los abusos del régimen. Tratan de identificarse con un país mejor que el que tenemos. del cual aspiran a ser los primeros beneficiarios, pero jamás utilizan un calificativo negativo contra quienes lo han destruido y apoderado de sus riquezas. Pareciera que harían lo mimo, si tuvieran la oportunidad de hacerlo.

A medida que se acerque el fin de la dictadura debemos estar más atentos que nunca a la conducta de los que bajo las más distintas modalidades sirven a la tiranía. Quienes los adversamos, debemos prudente y solidariamente protegernos unos a otros de los desmanes y abusos que seguramente aumentarán, así como a escuchar con atención las actuaciones, recomendaciones y requerimientos de quienes conducen con dignidad la lucha por la libertad, a quienes conscientes del riesgo que implica el ejercicio de la política o de cualquier derecho ciudadano siguen adelante.

Valencia, España. Octubre de 2024.