El estado de negación por el luto de la derrota de parte de la dictadura de Maduro ya lleva más de 2 meses mientras los errores y la estupidez insisten: declaraciones histéricas, más de 2 mil presos, 27 muertos, 7 niños que acaban de ser acusados de terrorismo mientras son condenados al hambre extrema y torturas visibles, venezolanos del común, sin afiliación política, secuestrados desde sus propias casas, gente desaparecida, acusada de cualquier barbaridad sin defensa posible, en una retahíla de crímenes tan nefastos como la del propio fraude cometido, inflar números al wishkey por ciento, sin una operación matemática al menos creíble en aquella servilleta con la que pretendieron engañar no solo a un país y sino al mundo entero.
Poco después que la multitud salió a la calle a protestar por su derecho a la verdad y cuando la aparición de las actas en la página de Macedonia hizo visible ante el mundo la desnudez del régimen, trajeron de las catacumbas de la reserva a un psicópata insaciable para entregarle el poder y lo nombraron Ministro del Interior. Por algo a Diosdado Cabello lo mantuvieron en la reserva durante el último sexenio completo. Y es una de las características del chavismo cuando se ven perdidos, entregan el poder a un monstruo mucho peor pero no menos criminal. Lo hizo Chávez con Maduro cuando pensó que volvería del cáncer aquel 8 de diciembre del 2012. Todos piensan que volverán, pero el remedio siempre es peor que la enfermedad.
Con el nuevo ministro del Interior post fraude ya el país sabía que le vendrían horas aciagas tanto en el manejo de posverdades, como en la intensidad de las represiones, persecuciones, secuestros y torturas. Es la respuesta enfática del régimen contra todo aquel venezolano que despidiera un aroma de ansiada libertad puertas adentro. Para ellos ese deseo de libertad es de por si una conspiración.
¿Quién es Diosdado Cabello?
Extremadamente corrupto, carente de toda empatía, sin talento alguno para manejar relaciones, mediocre estadista y pésimo militar, tan básico como una pala, host de un programa de terror criminal real que destruye reputaciones bien habidas y anuncia detenciones sin el debido proceso, que condena in situ, sin pruebas ni Estado de derecho alguno antes que cualquier inexistente tribunal de justicia, con una amplia cartera de presos y víctimas de su mejor cosecha de odios personales, a Cabello le gusta imaginarse entre su homogéneo público como una especie de figura moral del poder, el carcelero del imperio del mal (Rusia, China, Cuba e Irán) que invadió y tomó como suyas las riquezas de nuestro país, un caudillo poderoso de una imaginaria guerra civil y armada contra la civilización, amo y señor del destino de los mortales en nuestra tierra de gracia, y con su nuevo nombramiento, la principal cabeza de la guardia pretoriana de los capos más peligrosos del mundo, que pretenden arrodillar de por vida a todo un país.
Su palabra es ley en la comarca medieval por la que gusta pasearse con tres papelitos en la mano bajo los reflectores de su programa “Con el Mazo Dando”, acompañado de decenas de bufones asalariados disfrazados de militares, que le hacen comparsa cada semana.
Allí el personaje ha quedado retratado para la posteridad. Con un vicio extremo por el cinismo, el abuso del miedo, la necesidad de humillación y represión contra quienes los derrotaron limpiamente y en buena lid, además de quién sabe que otros oscuros deleites fuera de cámara, la figura de Diosdado Cabello está marcada por profundas carencias e inseguridades y su evidente narcisismo extremo explota y tuerce su rostro cuando le toca ocultar su mayor temor: la perdida absoluta del poder.
Pero hay que decir que la entrega del poder a Cabello por parte de Maduro fue una maniobra calculada. Se hizo en primer lugar para reforzar el control de la dictadura sobre un país desarmado, sin instituciones ni Estado de Derecho, al que le acaban de expropiar su última moneda constitucional, la de elegir un candidato a través del voto, aunque sea de forma limitada, en una campaña cuesta arriba, sin recursos, en las peores circunstancias, sin instituciones en defensa de la ciudadanía y bajo unas tramposas reglas de juego. El segundo propósito es terminar de quemar al teniente frustrado una vez se cumplan los objetivos de mantener a Maduro en el poder, gracias a su brutal represión.
Siendo así Cabello es un condón de Maduro y de los hermanos Rodríguez para intensificar la represión y consolidar su poder a través del terror, mientras abren todo el foco de la incómoda Corte Penal Internacional sobre las actuales y obvias acciones del teniente. Pero Cabello también los tendrá medidos.
Juegos de poder, traición y maquinaciones políticas que inevitablemente siempre llevan al derrumbe al líder autoritario, tal cual como en la novela “La sombra del caudillo”, del mexicano Martín Luis Guzmán, de quien quise tomar el nombre de su obra para significar que más allá de la política no hay negociación posible con criminales, que no sea otra que su salida.
La tecnología logra clavarle una daga a la barbarie
Es por eso que actuaciones como las realizadas esta semana por Jennie Lincoln, analista para América Latina del Centro Carter y líder de la delegación que estuvo en Venezuela como parte de la misión técnica para las elecciones presidenciales del 28 de julio, son tan importantes y dan el jaque internacional que tanto se esperaba.
Presentar en la tribuna global de la OEA las copias originales de las actas que conservó la oposición y que evidencian de plano el triunfo del excandidato presidencial opositor Edmundo González Urrutia, no es cualquier cosa, como para que el “pequeño mastodonte Pentium 1” manoteé y mande a carajear con su característico lenguaje de patán desenfrenado a organismos claves de la democracia mundial como el Centro Carter y la OEA.
“Viene ahora lo que queda del Centro Carter a mostrar unas actas allá en la OEA. La OEA que se vaya a lavar ese chaleco, no nos importa lo que diga la OEA, no nos importa lo que diga esta señora del Centro Carter”, dijo el ministro Cabello.
Pues “esta señora del Centro Carter” acaba de darle visos de institucionalidad al cuerpo del delito como son las actas que la dictadura aún se niega a entregar. Son las actas del CNE autentificadas y revisadas con los comandos y códigos QR establecidos, subidas por los técnicos de la Plataforma Unitaria a una nube y posterior website, que resistió miles de ataques del régimen y que no pudieron ser clonadas ni siquiera por la tecnología China.
“Estas actas son elementos claves. Acabo de recibir los originales que me enviaron por correo internacional. Se trata de actas originales de Venezuela que tienen un código QR, que es significativo y que les permiten a los testigos de miles de mesas recabar información de manera sistemática de los datos originales elaborados por el CNE”, dijo Lincoln en la sesión ordinaria de la Organización de Estados Americanos (OEA), donde defendió la independencia de la institución que representa.
Y este es un punto clave que no se esperaba el régimen de Maduro sobre su propio sistema electoral, misma tecnología que terminó clavándole la daga a la barbarie y dejándolo al descubierto, porque desde la misma campaña electoral se sabía que cometerían fraude. No tenían otra forma de ganar.
En la tecnología no existen secretos por eso es capaz de salvar cada tanto a la humanidad. El sistema de votación venezolano es electrónico pero tiene pruebas en papel de lo que informan las máquinas electrónicas, y esto es lo que recolectaron miles y miles de testigos, no solamente de la oposición, sino también del partido gubernamental, que también cuenta con la misma información, que a su vez tiene el CNE y Miraflores. Consta en actas: Los dinosaurios de este régimen tienen sus días contados.
@damasojimenez