VenezuelaUSA: La implosión

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El tiempo pasa, algunos venezolanos mantienen la llama de la fe encendida, otros comienzan  a desencantarse. Unos creen que el chavismo lo volvió hacer, la trampa, utilizando la estructura del Estado para mantenerse en el poder.

Las dudas se profundizaron el 28 de julio de 2024, porque la oposición, en una jugada magistral, expuso los resultados de las votaciones a la comunidad nacional e internacional, antes que el parcializado presidente del Consejo Nacional Electoral (CNE), Elvis Amoroso, diera unos resultados sin sustento que muchos sectores  y países no aceptaron, dejando en el limbo de la ilegalidad democrática la supuesta reelección.

El divulgar las planillas de los centros de votación fue la jugada magistral que la oposición liderada por Edmundo González (presidente electo) y la dirigente María Corina Machado. Así se neutralizó el plan ideado por el régimen para manipular los resultados, la prueba que evidencia los irregulares resultados del CNE es que no han podido mostrar las planillas que sustenta los números anunciados por Amoroso, la noche del mismo 28 de julio de 2024.

El otro factor que impidió el éxito del montaje del régimen, fue la diferencia alcanzada por la oposición, una relación 70% a 30% difícil de ocultar. Estos indicadores generaron dos consecuencias que dependiendo desde el punto de vista como se vea fueron positivas o negativas. Dice la periodista, Sebastiana Barráez, que era ingenuo creer que Nicolás Maduro iba a entregar el poder con una derrota electoral, eso generó confianza en la oposición que se vio obnubilada por el triunfalismo,  impidiendo que el escenario  se dimensionara con las posibles reacciones y las respuestas que se debían dar, aprovechando la oportunidad que se presentaba con esa ventaja y el haber dado a conocer los resultados.

25 años de control del poder y la riqueza petrolera le permitió al chavismo crear la estructura formal que avala todas sus acciones y  usurpar los recursos públicos.  Facilitaron la entrega de los intereses soberanos, principalmente, a los cubanos, y luego a los chinos, rusos, iraníes, a la guerrilla colombiana y al narcotráfico mexicanos. Fortalecieron sus lazos con los miembros del Foro de Sao Paulo  que agrupa a los gobiernos y líderes de izquierda, alianza que facilitó la penetración del continente americano, países de Europa, África y Asia.

En ese tiempo se generaron intereses que ahora dificultan la solución del “problema Venezuela”.  Creer que inocentemente, Nicolás Maduro, le entregaría el poder a la oposición sin resistirse, era “un sueño de niños”. Era previsible que esa posibilidad obligaba a construir acciones para enfrentar las reacciones del régimen y sus cómplices.

Las acciones represivas e ilegales del régimen demuestran de lo que son capaces de hacer. No es novedad la violación de las leyes y de una Constitución Nacional  que solo sirve para amparar sus aberrantes actos.  Igualmente, saben que que forman parte de una estrategia geopolítica mundial en la que están en juego el modelo comunista-capitalista propuesto por China para controlar el poder mundial, siendo sus aliados más importantes, la Rusia de Vladimir Putin, Bielorrusia, Irán, Cuba, Nicaragua, algunos países de África, etc.

Esa dinámica mundial, sus compromisos con el terrorismo del Hezbolath, con la insurgencia colombiana, con el narcotráfico colombo-mexicano, la corrupción y el tráfico ilegal de oro y el coltan, dificultan cualquier negociación o entrega del poder pacíficamente. Cuba es experta en “mamar gallo a las democracias occidentales”, lo ha hecho por 60 años y se han mantenido en el poder.

En esta problemática también influye que las naciones comunistas-autoritarias como la China de Xi Jinping   y su proyecto de la “ruta de la seda” que ha penetrado todos los continentes, intenta imponer su modelo dictatorial comunista, y con su poder económico ya ha comprado gobiernos e instituciones internacionales que lo apoyan política y económicamente, por la vía de los préstamos e inversiones, que al no poder pagarlas Pekin asume el control de las instalaciones.

A la par de los intereses geopolíticos mundiales del eje chino ruso, y la inoperante de las democracias occidentales en el momento de proteger sus intereses y sancionar cuando se violan los derechos humanos o los principios democráticos,  se une la tendencia al fortalecimiento de los gobiernos autócratas escogidos por la vía del voto. Mientras Nicaragua impone su modelo, por ejemplo, sin que ocurra algo, incluso  las empresas capitalista continúan haciendo negocios. Experiencia similar está ocurriendo en la Comunidad Europea en el conflicto ruso-ucraniano.

El problema Venezuela es complejo y no se limita a un proceso electoral y de entrega de poder. Los escenarios con salidas de fuerza son difíciles que se den, los “militares institucionales” son inoperantes y  han permitido todo tipo de desmanes y no van hacer nada, aunque muchos venezolanos mantienen la ilusión de una posible salida militar.  Desde el exterior, otros creen  en  una intervención de fuerza liderada por Estados Unidos de América, eso tampoco va a ocurrir a no ser que se convierta en un objetivo militar de interés.   La oposición cumplió su trabajo sin lograr, hasta ahora, el objetivo de sacar al dictador. La otra  opción posible, y ya se está dando, es que ocurra un implosión en el seno de los grupos de poder, tal como lo evidencia el caso Tareck El Aissami, que puede facilitar una salida. Mientras el país deshoja los pétalos de su flor,  “el efecto remesa”, está dando sus frutos en un país “normal”, cuya población acude masivamente y sin que le importe mucho su futuro,  a los negocios de comida, las playas, los centros nocturnos o los depósitos de licores.

@venezuelaUsa