«¿Qué hace un mentiroso cuando se ve descubierto? O admite el engaño o sigue mintiendo. El jefe de Estado venezolano, Nicolás Maduro, y su régimen, han optado por lo segundo. Desde las elecciones de julio, el Consejo Nacional Electoral, leal al gobierno, se ha aferrado a un resultado electoral obviamente inventado, sin aportar ninguna prueba de su exactitud”. Editorial del Frankfurtere Allgemeine Zeitung ante el fraude de Maduro en Venezuela
Aun cuando no es fácil confiar en los buenos oficios del trio de presidentes de izquierda que fungen como mediadores ante la crisis política venezolana, Lula Da Silva, Gustavo Petro y Manuel López Obrador, aliados históricos y contundentes de Maduro, hay que advertir la fuerte presión que vienen generando sobre los autoproclamados negociadores más de 30 expresidentes latinoamericanos y españoles de tendencia democrática, que acusan a Maduro de retener las actas a su disposición desde la noche del 28 de julio, desconocer los resultados, usurpar la voluntad y soberanía popular representada en el voto, asesinar a más de 24 manifestantes, encarcelar, perseguir y desaparecer ciudadanos por el simple hecho de exigir los resultados reales por parte del órgano electoral supeditado al dictador.
Esas negociaciones seguidas por los presidentes de EEUU y Francia, Joe Biden y Emmanuel Macron, buscan resolver un conflicto político que podría generar hondas consecuencias sociales, políticas y económicas así como un precedente negativo en futuros procesos electorales en la región. A pesar de la experticia de organismos expertos en la materia, que han expuesto sobre el tapete internacional los resultados originales de la base de datos del CNE, Maduro se niega a entregar las actas, los resultados que ya todos conocemos, o el cuerpo del delito del fraude.
Maduro se ha negado a mostrar las mismas actas que la alianza opositora repartió por el mundo a través de una web y confirmadas por el Centro Carter, único observador internacional aceptado por el régimen en el comicios, que decretó ganador por amplia diferencia al candidato opositor Edmundo González Urrutia.
Insiste que solo acatará lo que diga este lunes su Tribunal de bolsillo: “lo que diga el Tribunal Supremo de Justicia será santa sentencia para la República”, un fallo montado que pretende esconder el delito de fraude electoral y legitimar una cruel y despiadada dictadura.
Lula advirtió al régimen de Maduro que no aceptará el fallo del TSJ y que debe ser el CNE el órgano que determine el ganador de las presidenciales en base a las actas y no por una decisión de una Corte que obedece las órdenes de quien se niega a reconocer los resultados. “Es el único camino para aclarar de manera pacífica y controlada quién ganó el 28J con las actas oficiales en mano”, dijo claro Lula.
La postura de Brasil en relación a las elecciones en Venezuela refleja un enfoque más crítico y proactivo por parte de Lula da Silva al reconocer que el TSJ es un organismo no autónomo, influenciado por el dictador, que no puede ser considerado un árbitro imparcial.
El fraude obvio y cantado de Maduro lo afecta. Si Lula logra una salida sin tantas bajas y perdidas en el continente incluida una mayor migración, podría fortalecerse tanto internacionalmente como dentro de su país, pero si la crisis se lo traga y queda en evidencia que su propósito era lavarle la cara y respaldar la continuidad de una dictadura criminal fraudulenta, Lula podría enfrentar una fuerte condena internacional por complicidad con la estafa del régimen autoritario y socavar los esfuerzos para restaurar la democracia en Venezuela.
Esta posición podría erosionar la credibilidad de Lula en la arena internacional y afectar sus relaciones diplomáticas con países que rechazan el gobierno de Maduro. Esta defensa podría aislar a Lula de otros líderes sudamericanos que condenan la falta de democracia en Venezuela, como Gabriel Boric de Chile, que ya expresó públicamente su desacuerdo con el fraude y la perversidad de Maduro a no entregar.
A pesar de lo que muchos piensan, si el fraude de opereta se sale con la suya nadie volverá a tomar en serio unos comicios en América Latina. Los detractores de Lula podrían usar su alianza con Maduro para cuestionar su compromiso con la democracia y los derechos humanos, mientras que sus seguidores podrían verlo como una muestra de complicidad con el fraude electoral.
Esto podría afectar su popularidad y su capacidad para gobernar eficazmente. Recordemos que las posturas de Lula en el conflicto de Ucrania y de Palestina, fueron tibias más a favor de mantener al eje izquierdoso mundial con vida, que por concientizar la violencia y muerte perpetrada por Hamas en Israel el 7 de octubre pasado, o por considerar las víctimas de ambas guerras sin distinción.
Por el contrario en este caso abrir la puerta hacia la democracia y la recuperación de la economía en Venezuela podría permitir una mayor estabilidad en la región y ampliar oportunidades económicas para Brasil, particularmente en sectores como la energía, luego del fuerte impacto que ha significado la migración venezolana en la economía brasileña.
El pedido de Lula, Petro, AMLO, los países democráticos de LATAM, así como EEUU y la UE, de presionar para que sean entregadas las actas y que el CNE determine el ganador de la voluntad popular, refleja una demanda por un proceso electoral legítimo, sano y transparente.
Esta postura es consistente con el deseo de Lula de promoverse como líder continental luego del cambio de gobierno en los EEUU en el 2025.
@damasojimenez