Dijiste que Maduro tendría que aprender que cuando uno gana se queda, y cuando pierde se va y se prepara para otras elecciones, pero parece que te mandó pa Puebla y te respeta tanto como respeta la dignidad de los pueblos.
Le declaraste a los periodistas de izquierda que tanto te endiosan, que hasta te asustaste cuando Maduro comenzó a amenazar al país con un baño de sangre si era derrotado, lo que está llevando a cabo en estos momentos, no solo por la fulminante derrota que ya debes haber computado, sino porque quedó al descubierto con el fraude que ejecutó criminalmente, a pesar de tus advertencias y las de Petro.
Hoy Maduro está matando venezolanos en directo para todo el planeta, un evento más visto que las olimpiadas de París, con esbirros sacando de sus casas a la gente que un día fueron chavistas, pero -las vueltas que da la vida- ahora lo rechazan, ya sea por sus prácticas de narco, por corrupto, o porque descubrieron de mala manera que -oh, es cierto- el dictador es asesino.
Un descubrimiento siempre lleva a otro y simplemente ahora resulta que ya no lo quieren, lo demostraron los votos, pero ahora allí está el baño, la sangre, los cadáveres y los desaparecidos.
Sin embargo nada más incómodo que tu silencio a esta hora. La diligencia de tu diplomático estrella, Celso Amorim, parece haber resultado un completo fracaso, como tu disposición a frenar a tus locos del foro de São Paulo. Mientras te cruzas de brazos las cifras de muerte podrían sobrepasar las 20 víctimas esta misma noche, con casi 1.500 detenidos y un sin número de desaparecidos.
5 días después de las elecciones, los que ayer recibían comida basura con las cajas Clap, hoy son condenados como terroristas por exigir que se respeten los resultados y por salir a la calle a protestar por tan indignante estafa. Que te puedo decir.
O que acontece hoje na Venezuela lamentará amanhã no Brasil. O tempo urge. Edmundo é o presidente.
