El dictador Maduro está decidido a permanecer otros seis años en el poder a pesar de haber perdido las elecciones, de quedar desnudo ante el fraude electoral cometido, y del reclamo de la comunidad internacional ante la intransigencia de un dictador acusado de numerosos crímenes de violación y narcotráfico.
De la Cruz reitera que la historia contemporánea de Venezuela está marcada por una compleja interacción entre las fuerzas armadas, la ciudadanía, y los partidos políticos. Estos elementos, que han definido el rumbo del país, se encuentran hoy en un punto de inflexión que invita a un análisis profundo de sus implicaciones y su futuro.
«Este op-ed busca explorar cómo la decadencia democrática ha llevado a la erosión de la ciudadanía y cómo, en respuesta, se está gestando un renacimiento ciudadano que podría redefinir el curso de la nación. Desde la caída del régimen de Marcos Pérez Jiménez en 1958, Venezuela vivió un periodo de consolidación democrática que, aunque imperfecto, sentó las bases para una república con principios republicanos firmemente arraigados. Los primeros gobiernos democráticos, encabezados por figuras como Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, y Rafael Caldera, trabajaron para construir una estructura institucional sólida que buscaba garantizar la participación ciudadana y el respeto por los derechos humanos. Sin embargo, esta construcción, que se basaba en un espíritu de republicanismo indiscutible, fue decayendo progresivamente, hasta llegar al punto de su casi desaparición con la llegada del chavismo al poder. El ascenso de Hugo Chávez al poder en 1999 y la posterior consolidación del chavismo marcaron un punto de inflexión en la historia venezolana. Un pueblo que en el pasado había luchado por sus derechos civiles y políticos, que había sido protagonista de los logros cívicos desde 1945 hasta 1958, parecía ahora estar divorciado de la república y del civismo que había caracterizado esos años de lucha democrática. La elección de Chávez, y el apoyo popular que lo sostuvo, reflejaba una ciudadanía desencantada y desarticulada, que había perdido la conexión con los valores republicanos que alguna vez fueron fundamentales para la identidad nacional. Hoy, sin embargo, estamos presenciando un fenómeno notable: el resurgimiento de la ciudadanía en Venezuela. Este renacimiento no es un fenómeno limitado a las élites intelectuales o a los analistas políticos, sino que es un movimiento que emerge desde las bases de la sociedad. Desde las elecciones primarias hasta la resistencia contra el fraude electoral, los venezolanos están reclamando su papel como actores políticos, vinculando su destino al bien común y asumiendo la responsabilidad de luchar por el futuro de su país. Este fenómeno, inédito en la historia reciente de Venezuela, recuerda a otros movimientos populares como la Primavera Árabe o el Maidán en Ucrania, donde la sociedad civil se levantó de manera espontánea para exigir cambios profundos en el sistema político».
De la Cruz señala que ante tamaña intransigencia apoyada por la cúpula militar y sus aliados de izquierda, se hace necesario intensificar las sanciones para frenar los recursos que utilizan para reprimir al pueblo venezolano y atornillarse en el poder, porque saben que están solos y lo demostró la manifestación global de este sábado y el llamado de organismos importantes como la ONU y la OEA.
“Estas sanciones ya están listas por parte de EEUU y Europa y alcanzarán no solo a su entorno sino a sus familiares y la de los militares. Maduro no dejará el poder por las buenas porque su promesa es buscar un baño de sangre para reprimir y aplacar la necesidad de que se haga justicia, sin importar no solo el costo político y de salida sino también los muertos que su violencia pueda generar”, dijo de la Cruz.
“Venimos a una etapa de asfixia económica al régimen, que alcanzará también a las petroleras internacionales que negocian con el régimen.