1. Cuando los altos líderes de un gobierno dicen que jamás entregarán el poder a sus opositores, ni por las buenas ni por las malas, se están auto acusando de dictadores. O sea, no necesitan que nadie los acuse de un comportamiento no democrático.
2. Cuando un gobierno convoca a unas elecciones y declaran ganador a su candidato pero se niega a mostrar las actas con los resultados oficiales que validen su victoria (una solicitud formal de casi todos los países de América), lo que le está diciendo al mundo entero es que tiene temor a revelar la verdad emitida por unas “maquinitas” que definitivamente sí son altamente confiables, y por tanto se está auto acusando de haber cometido un fraude.
3. Es normal que en una democracia se gane y se pierda, pero si quienes detentan el poder salen derrotados y tienen temor a entregar el gobierno a una facción opositora determinada (lo cual es comprensible en una Venezuela imbuida en un conflicto inútil que durado un cuarto de siglo), nada cuesta iniciar negociaciones bajo acuerdos ganar-ganar, que nada tienen que ver con capitulaciones o rendiciones. Esto sí es posible lograrlo (en el alto gobierno lo saben y en la dirigencia opositora también) y todo el mundo saldrá beneficiado.
4. Negociar bajo acuerdos ganar-ganar es más fácil, y con un costo inmensamente más bajo, que andar auto acusándose penosamente de dictadores y, por tanto, de fraudulentos. Sentarse a negociar ahora mismo es más fácil y productivo que cultivar el auto aislamiento internacional y que salir a reprimir a una población indignada. Es más, no lo necesitan políticamente.
5. Entrar en modo reflexión por un momento cuesta menos que actuar impulsivamente y tomar decisiones torpes. Y ojalá que, en medio de sus reflexiones, comprendan que su mejor futuro político está más asociado a insertarse en el circuito de los movimientos socialistas democráticos que al club de los países gobernados por tiranos. Intentarlo no cuesta nada.
30 de Julio 2024