El oficialismo encargó un “estudio antropológico” que revela que Maduro es percibido como el candidato “fuerte”, mientras que Edmundo González representa al “débil”.
Hace un mes, el núcleo duro del chavismo recibió unos sondeos alarmantes. El candidato de la oposición, Edmundo González Urrutia, había pasado en muy pocas semanas de ser un auténtico desconocido a superar en intención de voto al actual presidente, Nicolás Maduro. El propio Maduro, su principal operador político, Jorge Rodríguez, y Diosdado Cabello, el organizador del partido, se encontraron con una situación límite. A los tres, encargados de la campaña, les tocaba remar río arriba. Esos mismos datos cayeron en manos de Gustavo Petro y de Lula Da Silva, que pensaron que quizá era el momento de sentar las bases de una transición ordenada, sin traumas, un cambio de ciclo político y de regreso a los cauces democráticos después de 25 años de chavismo.
Sin embargo, Maduro y los suyos no han dado señales de tener la intención de dejar el poder. En primer lugar, porque consideran que se trata de un “supuesto negado”. El término se escucha ahora en todas las tertulias chavistas. Aunque una palabra anula a la otra, viene a decir que la victoria de Edmundo es un imposible, algo que no puede darse bajo ningún concepto. Se niega la existencia de tal escenario. Es más, a los dirigentes chavistas consultados es difícil escucharles pronunciar el nombre del candidato rival. Sencillamente, no está en la ecuación. Y, en segundo lugar, porque el chavismo confía todavía en su capacidad de movilización, pese a que las encuestas fiables los sitúan muy lejos de la oposición.
En el Palacio de Miraflores, la sede del Gobierno, cunde la desconfianza. Cualquier asunto que llegue del exterior se considera un peligro, una amenaza. Los sondeos de empresas privadas, piensan, están manipulados. El mundo, en general, conspira contra del chavismo. Esta es la tesis general. Pero, según un dirigente del PSUV -el partido oficialista-, al interior se maneja un sondeo que coloca a Edmundo por delante por 14 puntos de diferencia. A estas alturas, a 10 días de las elecciones, cualquiera pensaría que esa es una losa demasiado grande. No para Maduro, Rodríguez y Diosdado. Ellos, de acuerdo a esta misma fuente, consideran que en esta semana larga van a dar la vuelta al resultado, en el supuesto de que se llegaran a celebrar unas elecciones justas y competitivas para la oposición. “Nuestra campaña está tocando a la gente, la de Edmundo ya no, tocó techo. Avanzamos y se reduce la brecha”, dicen, confiados.
El optimismo chavista radica en un “estudio antropológico” que ha revelado las características de los candidatos a ojos de los venezolanos. Según ese documento que no ha visto la luz, la gente percibe a Maduro como “el fuerte”, mientras que asemeja a Edmundo al “débil”. El presidente ha hecho continuas referencias a la edad del opositor, 74 años, para desacreditarlo. En el chavismo también piensan que les ha venido bien que ese debate se abra alrededor del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, consideran que ese paralelismo surge de forma natural.
Los sectores blandos del oficialismo hablan de una victoria democrática o de una asunción de la derrota si así lo sentenciaran las urnas. En los duros, la revolución bolivariana, devenida en la conformación de un régimen autoritario, debe continuar a cualquier precio. A su juicio, Maduro lo ha hecho “muy bien”, de acuerdo a un diplomático chavista consultado. Esa es la opinión de los maduristas, defensores de un presidente que la gente, en general, considera mucho menor a Hugo Chávez Frías, el ideólogo. Los maduristas no lo ven así, lo ensalzan como la persona que evitó que el país “se fuera por el despeñadero”. Según sus tesis, heredó un país en caída libre por las malas decisiones financieras de Chávez, al que ahora la condición de mito cubre como un manto sus errores. Con todo y sanciones, la nación “no se hundió” -en siete años, Venezuela perdió el 80% de su PIB, según el FMI-. “Ya hemos remontado la cuesta. Las peores crisis fueron superadas. Y se restablecerá las relaciones con EEUU seguramente”, añade esta fuente.
Los datos de las encuestas, de todos modos, son demoledores para los intereses chavistas. Según un estudio del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la Universidad Católica Andrés Bello (CEPyG-UCAB) y la encuestadora Delphos, Edmundo González ganaría a día de hoy ganaría con el 59,1% de la intención de voto. Nicolás Maduro se quedaría en un 25%, un dato al que ha llegado desde el 19 con el que arrancó la campaña. Ese impulso es el que cree el núcleo duro chavista que no va a frenarse aquí y que los va a catapultar en la última semana. Aunque muchos lo ven imposible a estas alturas, parecen convencidos de ganar por la vía electoral.
Juan Diego Quesada/ El País de España