“Esta solemne celebración la última del siglo coincide con una hora menguada de la patria, es una hora triste, tensa y bochornosa. Preñada de peligros y amenazas para los que queremos vivir en libertad y democracia bajo el imperio de la ley».
Jorge Olavarría
La primera gran disidencia dentro del chavismo triunfante. La primera gran alerta acerca del desvarío autoritario de Hugo Chávez en julio de 1999. Apenas cinco meses después de haber ganado las elecciones el 6 de diciembre de 1998.
Estuvimos ciegos. La sociedad venezolana se auto sugestionó bajo la premisa de un desencanto terminal ante las pésimas faenas de un bipartidismo, el de AD y COPEI, incapaz de revisar sus errores y hacer enmienda.
Ayudados por los medios de comunicación y una crítica feroz contra el propio sistema democrático: los universitarios también contribuimos a legitimar un golpe de estado (1992) y un proyecto militarista que en 25 años sólo ha traído pobreza, familias rotas y tragedia.
Jorge Olavarría (1933-2005), tuvo la valentía cívica de alertar a todos los venezolanos de que había evidencia creíble de que Hugo Chávez pretendía desmantelar el estado de derecho y hacer una nueva constitución a su medida coaptando a todos los poderes públicos.
Que del presidencialismo al dictador apenas había un corto trecho. Que pasar de la democracia a un militarismo pretoriano también era otra amenaza nada desdeñable. Que la involución histórica como cenizas implicaba un gran riesgo de prevalecer junto al abuso de la autoridad personalista sobre el imperio de las leyes y la sensatez.
Las viejas hegemonías partidistas creyeron seguir interactuando en un sistema de libertades con oportunidad de la permanencia y alternabilidad en el poder. Lamentablemente la nueva hegemonía cambió a los adversarios por enemigos. A los ciudadanos por milicianos; a la gente del Pueblo la empobreció y se colonizaron todos los poderes públicos.
El tiempo confirmó los temores de Jorge Olavarría. Temores que compartió con un país intoxicado de populismo y demagogos; de festines y facilismo; de autoengaño y escapismos. La mitología bolivariana fue el sucedáneo de un patriotismo folclórico y sin pruebas tangibles. Hoy, transitamos nuestra Hiroshima tropical.
Aun así la sociedad venezolana nunca fue vencida. Siempre ha resistido. Enarbolando los principios de una civilización republicana real que tiene en su médula la palabra LIBERTAD como su filosofía existencial primigenia en conexión con el momento fundacional de la Independencia el 5 de julio de 1811.
“Si los venezolanos nos dejamos alucinar por un demagogo dotado del talento de despertar odios y atizar atavismos de violencia, con un discurso embriagador de denuncias de corruptelas presentes y heroicidades pasadas. El año entrante Venezuela no entrará en el siglo XXI, se quedará rezagada en lo peor del siglo XX. O retornará a lo peor del siglo XIX”.
Este próximo 28 de julio, los venezolanos tenemos la oportunidad de reparar errores y ayudarnos en recuperar la democracia a través del voto. Y lo más importante: iniciarnos en el siglo XXI.
DR. ANGEL RAFAEL LOMBARDI BOSCAN
@LOMBARDIBOSCAN