Aristócrata (definición de Pessoa): todo aquel que no obedece.
En el debate bizantino entre los partidarios de los héroes como los protagonistas de la historia, enfrentados a los que abogan por la fuerza determinante del pueblo y colectivos; he llegado a la conclusión que ambos tienen una parte de la verdad, aunque sea un problema complejo, reducido a un maniqueísmo superficial. El líder necesita de la gente para concretar sus metas; y los ciudadanos de los líderes para que les orienten hacía donde conducirse.
En realidad la historia es un completo caos. Y todas nuestras construcciones teóricas un artificio pomposo para darle rigor a unos conceptos y categorías académicas tan volubles cuya vigencia dependerá de las modas del momento.
El marxismo de Marta Harnecker (1937-2019) es hoy indigerible; aunque unas décadas atrás se llevaba en los pasillos universitarios a cuesta como sí se tratara de la Biblia o el Corán. Ni que decir de la “Guerra de Guerrillas” (1960) de Ernesto “Che” Guevara (1928-1967) o el “Libro Verde” (1975) de Gadafi (1942-2011).
La llamada “izquierda” universitaria venezolana debería empezar a compartir las culpas que siempre les han atribuido a los empresarios, capitalistas e imperialistas en eso de denunciar la injusticia que se vive en la realidad. Además, ni que fueran tarados para no darse cuenta que apoyar a dictadores y tiranuelos es ir en contra de preceptos esenciales de un sistema político libre, democrático y bienhechor.
Sospecho que son casi siempre un reducido número de personas, las elites, las que mandan en la historia con la más mínima racionalidad posible alrededor de una principal motivación: la defensa de sus intereses de clase o grupo. Qué sus previsiones se las lleve el viento y los huracanes, ya eso es otra cosa.
Nuestra Independencia Nacional (1810-1823) fue llevada a cabo por el sector mantuano, el más rico e influyente. Una minoría patricia que siempre despreció a las mayorías a las que aprisionaba. Pasaron del sistema colonial hispánico a uno republicano más por oportunismo que por convicciones auténticas.
Dentro de esa elite criolla colonial, también existieron sus tensiones, y los nuevos liderazgos insurgentes y radicales de jóvenes como Simón Bolívar, plantearon serias disensiones que se agudizaron en la guerra civil que fue nuestra Independencia.
Arturo Uslar Pietri (1906-2001), en su magnífica novela Lanzas Coloradas (1931), ofrece la fotografía literaria de esta caída imprevista de una elite que se creyó autosuficiente e inmune a la dialéctica histórica. Elite que fue barrida por una mayoría popular sin líderes ni proyectos políticos que les representara. Por eso la Independencia venezolana terminó siendo una gran frustración para todos sus actores, tanto los que ganaron como los que perdieron.
“Los vivientes han desaparecido: las obras de los hombres, las casas de Dios y hasta los campos han sentido el estrago formidable de la naturaleza”. La cita es de Simón Bolívar (1783-1830) y no se refiere al terremoto de 1812, sino a la “Revolución” como tal.
Veamos cómo el “número” también cuenta a través de unos datos que hablan por sí solos tomados de John Lynch (1927-2018) para 1810. Españoles peninsulares: 1500 (0.18%); mantuanos, la elite criolla: 4000 (0.31%) canarios recién llegados: 10000 (1.25%); canarios pobres o criollos: 190000 (23.75%); pardos: 4000000; 1000000 indios y 80000 esclavos negros aproximadamente que completaban el (75%).
La aristocracia criolla fueron sólo 658 familias, las que terminan haciendo la Independencia sin reparar en los “hábitos dolorosos” y las “semillas de odios” instalados en los sectores invisibles de la sociedad colonial: las inmensas mayorías discriminadas y explotadas debido básicamente al color, el rango y el privilegio.
En 1814 se hicieron visibles bajo el liderazgo de José Tomas Boves (1782-1814) que les ofreció como programa un baño de sangre para reparar los agravios provenientes de esa clase blanca criolla emparentada con los primeros conquistadores hispánicos. Boves, decía estar en el bando del rey, aunque en realidad defendió su propio bando.
Nuestra Independencia fue conservadora en sus orígenes y el rencor social la dinámica de una destrucción sin parangón en toda la historia de la América Latina. Y todavía, hay algunos historiadores y políticos, que hablan de la Independencia como la gran conquista de la “igualdad” social para todos los venezolanos hasta el día de hoy.
DR. ANGEL RAFAEL LOMBARDI BOSCAN
@LOMBARDIBOSCAN