Fiscal de Maduro niega que en Venezuela se cometan crímenes de lesa humanidad y banaliza violaciones que investiga la CPI

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El fiscal general chavista, Tarek William Saab, reaccionó este viernes a la decisión de la Sala de Apelaciones de la Corte Penal Internacional (CPI), que rechazó la apelación presentada por el régimen de Nicolás Maduro y confirmó el avance de la investigación por crímenes de lesa humanidad en Venezuela.

Durante su declaración, Saab rechazó la investigación que lleva adelante la CPI e insistió en calificarla como «lawfare».

Además, banalizó los crímenes de violencia sexual que investiga la Fiscalía de la CPI.

«Colocan casos como el de ultraje sexual. Imagínense a que supuestamente en un operativo a una joven le tocaron la espalda, le tocaron la mano, y ya lo colocan como un delito de violencia sexual«, dijo Saab al desestimar la gravedad de las denuncias.

En noviembre de 2022, el fiscal de la CPI, Karim Khan, advirtió que las autoridades venezolanas «no han buscado determinar la posible ocurrencia sistemática de los delitos de violación y/u otras formas de violencia sexual de gravedad comparable contra personas detenidas».

Para la fecha, la Fiscalía de la CPI había documentado que, al menos, desde abril de 2017 miembros de las fuerzas de seguridad venezolana cometieron violación y diversas formas de violencia sexual y de género contra más de 100 personas.

Testimonios de violencia sexual
En abril de 2023, la Sección para la Participación de las Víctimas y las Reparaciones (“VPRS”) de la CPI publicó un informe con algunos de los testimonios de más de 8.900 víctimas venezolanas, entre ellas varias de violencia sexual.

“Lo desnudaron y le ordenaron a un perro rottweiler que le mordiera los testículos”, decía uno de los testimonios.

Otra víctima relató que «las torturas eran literalmente macabras; le arrancaron las uñas de las manos y de los pies con tenazas; lo asfixió cubriéndole la cabeza con bolsas de plástico que contenían insecticidas, lo que le dañó gravemente los pulmones; le aplicó descargas eléctricas en los genitales y partes íntimas; golpear todo su cuerpo con toallas mojadas; lo hacía bañar a toda hora en orines y excrementos”.

Otro testimonio recabado por la CPI denunció que «tomaron un palo eléctrico que se usa para ganado y lo conectaron con un cable largo a un enchufe en la pared. Me lo colocaron varias veces en el pecho, me tiraron agua en los pantalones, precisamente en los genitales, y me descargaron electricidad en los testículos, por lo que no pude contener la vejiga y oriné con mucha fuerza por el susto (…) Me trasladaron a un área con otros presos y les dijeron a los detenidos que yo era un violador, entonces me llevaron, me golpearon y abusaron de mí obligándome a practicar sexo oral.”

Un ex prisionero relató que los agentes del régimen maltrataron a su familia para hacerlo sufrir. «Mi esposa era constantemente abusada sexualmente bajo la amenaza de que si no lo toleraba no la dejarían verme […]. Así, muchas veces la obligaron a desnudarse, le abrieron la cara interna de los muslos, le hicieron tocamientos indecentes (violencia sexual), y en una ocasión incluso la obligaron a quitarse la compresa menstrual para ‘verificar que no tenía objeto oculto’, lo que fue tremendamente humillante y ofensivo para ella […]. Había una ocasión en que fue aún peor porque obligaron a nuestros hijos a presenciar cómo desnudaban a su madre y a su abuela y querían desnudar a mis hijos”.

Una de las víctimas denunció que durante su detención «me golpearon, me escupieron, me tiraron del pelo, me dijeron que me violarían, me pegaron con una pistola y amenazaron con matar a mi familia porque yo era ‘un maldito fascista de la oligarquía‘».

Otras víctima denunció que fue «golpeada por hombres, quienes también le quemaron la mano, la sacaron a rastras de la casa, la llevaron a uno de los establos donde fue violada salvajemente por hombres, quienes continuaron golpeándola brutalmente; pensaron que la habían matado a golpes, así que la tiraron. […] La víctima tuvo que ser intervenida quirúrgicamente por los graves desgarros genitales provocados por las violaciones, se le desprendió parte de la mandíbula y los dientes por el brutal golpe, y tenía fracturas de cadera y problemas de columna».

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