Estamos frente a la mayor descomposición estatal vivida por el país en los últimos sesenta años. Este fenómeno es mayor a la vivida por la desestabilización del orden democrático que gobernó en Venezuela desde 1958 hasta 1998. La reacción del régimen frente a su crisis ha sido la de pretender mantenerse en el poder desde “la justicia”.
La lección extraída, de este largo período dictatorial, es que: la democracia no puede volver a permitir que otro régimen con las características del chavismo en el poder vuelva hacerse del mismo.
Hoy se hace imperativo que los venezolanos enmienden su error cometido en las elecciones de 1998, cuando se volcó masivamente a votar por Chávez, que lave sus culpas y se redima. Y, por lo mal que han gobernado instalando al país en la más absoluta ruindad ha llegado la hora de pasarle la factura y que le grite en la cara “el que la hace la paga”, en este caso, electoralmente. Lo aclaro, porque, como esa expresión, es un mantra mafioso y de la mafia, no vayan a acusarme de estar incitando a un magnicidio y le pongan color a otro brazalete.
En el caso de un triunfo de los sectores democráticos, el camino que encare la transición democrática no va a ser fácil, ordenada y tranquila. Lo he escrito demasiado en las últimas entregas de estas notas: toda la arquitectura estatal está en manos del régimen, además, el chavismo se preocupó desde los inicios de su régimen en construir “enclaves autoritarios” estructurados en el seno de la sociedad civil que son interpelados desde el poder para ser movilizados contra las organizaciones opositoras.
Y, hoy, el régimen tiene conciencia plena que nunca ha estado mas cerca de perder el poder que ahora y que seguramente lo perdería de consentir o ser obligado aceptar la participación de MCM.
Ahora insinuemos la siguiente hipótesis: supongamos, que el régimen, presionado desde afuera y desde adentro, no pueda seguir administrando la crisis y termine siendo rebasado por ella, viéndose obligado a permitir unas elecciones libres, justa y supervisadas que dé luz verde a la candidatura de MCM y que por supuesto, como señalan las encuestas y que, vivamente se observan en las demandas de cambios que exige la población, obtenga un triunfo aplastante.
Ahora, tenemos a MCM ejerciendo el gobierno. Se presta a la liberalización política de la situación autoritaria que ha heredado.
MCM es consciente que en Venezuela hace falta una “revolución”. Ojo, no una “gran revolución” ya nos hemos dado cuenta como terminan estas. Digamos que una revolución “algo menor” que cambie cosas y que nos permitan recuperar la “vida buena” no confundirla con la “buena vida” que ha sido explotada por la nomenclatura chavista hasta el punto de haber arruinado al país.
La propuesta de MCM, parte de presentar como una evidencia incontrastable el fracaso de un modelo estatatista y estadólatra, tanto en el modelo que ha gobernado al país en los últimos 26 años (el socialismo del siglo XXI), como el modelo socialdemócrata de los adecos y de los copeyanos que se materializó en la consigna que hizo buena la socialdemocracia alemana: “Competencia donde sea posible, planificación donde sea necesaria”, el fracaso de este último, puede explicarse por la sobredimensión de la intervención estatal y los vicios que su manejo rentístico trajo consigo y, que, cuando quiso corregirse, durante el segundo gobierno de Pérez, “llegó el comandante y mandó a parar”.
Así que el proyecto liberal de MCM rompe el paradigma dominante, proponiendo una verdadera revolución (liberal-democrático) frente al modelo reaccionario (de naturaleza fascista) presentado por el chavismo.
Obviamente, no es fácil, desarrollar tal proyecto, aun suponiendo que los elementos políticos ya mencionados y que actuarían como obstáculos a un proceso de transición ordenado, se hayan solventados.
Este es un país de pobres y de pobreza desarticulado casi totalmente su aparato productivo, con una crisis general en todos los órdenes. Según la encuesta Encovi de la UCAB, señala que el 51% de la población “está en el rango de pobreza multidimensional” que incluye educación, empleo, salud, vivienda, etc. La encuesta señala que “el 32% sintió hambre pero no comió” y “el 12% pasó todo un día sin comer”.
El proyecto liberal de MCM, en el gobierno tendría que apuntar a un amplio “Pacto social” en un país donde las organizaciones que antes monopolizaban los intereses de la clase trabajadora, las centrales obreras y las organizaciones de la clase media (colegios profesionales) fueran, deliberadamente, desaparecidas en la práctica por el régimen, la cual es un hándicap en contra de estos sectores frente a la fuerza negociadora de los sectores empresariales que mantienen su organización natural que monopoliza sus intereses (Fedecámaras, especialmente Consecomercio).
De allí, que el proyecto liberal de MCM debería tomar en cuenta, que la recuperación del país, no puede pasar por colocar todo el peso de la crisis sobre los sectores más vulnerables (trabajadores, clases medias y sectores informales, etc), y colocar al mercado como el código fundamental que organice la sociedad post dictadura.
El éxito, de su proyecto, a mi modo de ver pasa porque debe ser soportado sobre la certeza, más que razonables, por parte de los sectores más vulnerables, de que los salarios y condiciones de vida en general, aumentarán y mejorarán, por tanto, el Estado sin la supremacía de los anteriores modelos de país, jugaría un papel importantísimo para equilibrar fuerzas en un eventual “pacto social” .
Al mismo tiempo, cuestión que es sustancial a su proyecto, garantizarles a los empresarios condiciones que mejoren la eficiencia media de su inversión que le permitan obtener sus ganancias.
La cuestión que se plantea es que, dada las condiciones de destrucción de todo el aparato productivo del país, la confianza de los sectores más vulnerables debe ser plena, porque la mejoría de sus condiciones de vida y salarios serían en el futuro y las ganancias de los empresarios sería en el presente. Y ya sabemos, que estos, como ha ocurrido en el pasado pudieran negarse una vez obtenida sus ganancias ningunearle los beneficios a los más vulnerables
Pero, presumo, que la confianza que proyecta MCM son suficientes para garantizar un proyecto bifronte: Un Estado liberal democrático que visibilicé sustancialmente la demandas de los sectores vulnerables y los proteja.
Ahora, volvamos al momento actual, si tercamente el régimen mantiene la inhabilitación de MCM, más temprano que tarde, y esperemos que no sea tan tarde, MCM en compañía de la Plataforma Democrática deberá designar una nueva propuesta candidatural. El problema, sería entonces, si el nuevo candidato se compromete con el proyecto liberal de MCM o mantendría el mismo paradigma que fracasó en ambas modalidades en la Venezuela contemporánea.
@enderarenas