En España, cuenta la periodista española, Salud Hernández (05-01-2024) que el expresidente de Argentina, Alberto Fernández, disfrutó de su velada de fin de año: “El mandatario que dejó su país en la quiebra, con una inflación que supera el 140 por ciento y que le fascina criticar al capitalismo, pasó la Nochevieja en uno de los restaurantes más costosos de Madrid, con su esposa y su hijo. Cada persona debía pagar 1.000 euros por cubierto si pedía vino y en la foto que difundieron se veían varias copas”.
La élite política izquierdista que ha gobernado a Latinoamérica deja un desastre en sus países, los saquean, los arruinan, dejan a la mayoría de su población en condiciones de pobreza y las economías destruidas, sin importarle un ápice el daño causado. Son excelentes para gastar y malos para trabajar y generar el dinero que financien los programas sociales que inventan, con el objetivo de crear la matriz electoral que les permita mantenerse en el poder.
Sus antecedentes dejan poco espacio a los valores y principios, una característica lógica de una corriente ideológica comunista que precisamente lucha por destruir el andamiaje de la cultura liberal, occidental y democrática. Por esta razón, mienten con frialdad sin importarles nada el daño que causan, como la crisis humanitaria y los 7 millones de emigrantes que han salido de Venezuela durante el régimen chavista, o los efectos sociales que tiene la vulneración del concepto de “la verdad”, que soporta el conocimiento social y científico, generando dualidades peligrosas que afectan la institucionalidad y la constitucionalidad.
La creación del Foro de Sao Paulo para rescatar al alicaído comunismo que se derrumbó con el Muro de Berlín, en noviembre de 1989, buscó reivindicar una fracasada ideología que demostró su ineficiencia social, económica y política, a lo largo de siete décadas, y que gracias a las condiciones vividas en Latinoamérica se abrieron las puertas para que encantadores de serpientes, con sus flautas, embrujaran a millones de personas, cargadas de resentimientos históricos, que les impide ver los verdaderos rostros de estos falsos salvadores, que solo explotan sus debilidades humanas y materiales.
Ese ejercicio del poder realizado por estos “salvadores” ha permitido que una ideología inoperante se mantenga vigente. Las posibilidades de la democracia les abrieron las puertas para que sus discursos y acciones delictivas transcurran como si no ocurriera nada. A lo narrado por la periodista, Salud Hernández, se puede añadir las fotos que circularon, sin ningún estupor, por las redes sociales de la hija del presidente izquierdista de Colombia, Gustavo Petro, Sofía Petro (21) y su novio Arnau Martí en París, disfrutando de las fiestas de fin de año, mientras hipócritamente su padre llevó a un grupo de habitantes de la calle para que compartieran una comida navideña en la Casa de Nariño.
Emulado a su patrocinante, Hugo Chávez, el populismo de Petro lo lleva a realizar acciones ridículas que solo sirven para mostrar una imagen de “buena gente”, aunque luego de la comida esas personas siguen en su triste mundo, consumiendo drogas, durmiendo en las calles y sacando su comida de la basura. En Venezuela, el comandante eterno anunció que el Palacio de Miraflores iba hacer una casa abierta para que todos los venezolanos la visitaran; sin embargo, actualmente los puestos de control militar no dejan pasar a nadie ni por el frente y la sociedad es ahora más desigual, con una nomenclatura multimillonaria y el 80% de la población empobrecida.
Los escándalos de corrupción y asesinatos de los miembros del Foro de Sao Paulo afectan a la mayoría de sus miembros que han ejercido el poder en Latinoamérica. Su cofundador, Ignacio Lula da Silva, es el más icónico con la constructora Odebrecht y la petrolera Petrobras, Rafael Correa ( Petroecuador y negocios con los chinos), Néstor y Cristina Kirchner ( corrupción y asesinatos), Pedro Castillo (corrupción), Hugo Chávez y Nicolás Maduro (saqueó y quiebra de Petróleos de Venezuela y genocidios), Gustavo Petro (financiamiento ilegal de campaña, lavado de dinero y malversación de fondos públicos), etc.
Al inicio del artículo, irónicamente, Salud Hernández, muestra a un Alberto Fernández, familiar, disfrutando “las mieles de la vida”, mientras dejó un atrás un país destruido, sobre un polvorín, con aliados corruptos que impiden desmontar el andamiaje público que infla un gasto público que no se puede financiar, porque es la manera infame que usa la izquierda para crear sociedades de cómplices y golpear el estómago de los más necesitados. Por eso el reto de Javier Milei es difícil, implica desmontar siete décadas de vicios gestados por la cultura peronista, profundizados por la mafia de los “K”.
Roban, asesinan y mienten, pero nada les pasa. El plan de filtrar la institucionalidad (educación, la familia) y la constitucionalidad, ha dado resultados. La democracia navega en estos mares convulsionados, sin verdaderos líderes que defiendan sus principios y valores, y empresas más preocupadas por los negocios, que los riesgos de vulnerar los principios de libertad, la verdad y el emprendimiento, en un mundo consumista en el que poco importa lo humano.
Esa degeneración progresiva es parte de los ciclos de la vida de las democracias. Recientemente el periodista zuliano, Jairo Lugo, decía que “tenía sus reservas sobre su futuro”, un presagio que la filósofa inglesa, Lindsey Porter, (06-02-2021) ya advertía sobre su evolución de estadios de gobiernos superiores a otros de inferior calidad: “En la República, el Sócrates imaginado por Platón señala que esa democracia, una forma agradable de anarquía, a su turno, como cualquier otro régimen, se derrumba por sus propias contradicciones. Al igual que de la aristocracia nacería la oligarquía y de ésta, la democracia, ese «gobierno del pueblo» a su vez daría luz a la tiranía”.
Ya en esa obra, refiere Porter, se trata sobre las implicaciones del exceso de libertad: “ La idea es que una vez que la gente tiene libertad, quiere aún más. Si la libertad a cualquier precio es el único objetivo, se produce un exceso de libertad que genera un exceso de facciones y una multiplicidad de perspectivas. Quien desee ser líder debe entonces halagar a esas facciones, complacer sus pasiones, y ese es un terreno fértil para el tirano, que manipula a las masas para «dominar la democracia«, según Platón. Es más, esa libertad ilimitada degenera en histeria colectiva”.
Los hechos evidencian esa decadencia cuando se observa la crisis institucional y constitucional de Estados Unidos de América (EUA), y negocia con regímenes ilegítimos, genocidas y corruptos, como el de Venezuela; además, su liderazgo político, decía el politólogo, Aníbal Romero, cuando analizaba la obra de Henry Kissinger, es mediocre e incapaz para manejar un mundo multipolar, porque no sabe discernir entre los asuntos estratégicos prioritarios y los secundarios.
Ese desencanto e infelicidad -entendida como lo plantea Andrés Oppenheimer (28-octubre-2023)- que producen las decisiones de EUA en la masa opositora (no partidista) venezolana, también afectan su imagen de líder de la democracia mundial. En los acuerdos de Barbados el régimen ha logrado sus peticiones,tal como sucedió cuando el ex presidente Barack Obama negoció la apertura democrática de la Cuba de Raúl Castro y los opositores terminaron presos y no se respetaron los tratados. Mientras, la nomenclatura chavista recibe todo, los venezolanos huyen desesperanzados y las esperanzas se diluyen.
@hdelgado10