Eugenio Montoro: La obligación de ser feliz

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Para Immanuel Kant, un filósofo de los grandes, ser feliz no es un deseo ni es una elección, es una obligación.

Sobre lo que es la felicidad y como alcanzarla hay toneladas de libros que contribuyen muy bien a crear una confusión súper mayúscula en cuanto a lo que debemos hacer.

Todos los grandes pensadores han formalizado sus opiniones.

 El Buda Gautama decía que no hay camino a la felicidad, que la felicidad está en el camino, pero al mismo tiempo se disparaba la primera noble verdad del budismo diciendo la vida es harto difícil.

Lao Tse nos instruye diciendo que si estás deprimido es porque vives en el pasado y si estás ansioso es que vives en el futuro y solo la paz está en el presente.

La perita en dulce de Nietzche nos dice que cuando superamos lo que nos oprime es cuando somos felices. Estoy casi de acuerdo con Federico, pues al salir del opresor Maduro lo festejaremos de lo lindo.

Uno más reciente, Stuart Mill, cuenta que ha aprendido a buscar la felicidad limitando los deseos en vez de satisfacerlos.

Spinoza un favorito de muchos dice que a la felicidad se llega por la vía de la alegría desbordante y de la acción. Hay que evitar lo triste y lo que no nos conviene.

 Schopenhauer, siempre pesimista, dice que nadie es feliz si no que es algo que se anhela durante toda la vida y además nueve decimos de nuestra felicidad depende de la salud.

Y bueno cerramos este popurri con Aristoteles quien afirma que la felicidad depende de nosotros mismos.

Pero estas letras no pueden quedarse en las nubes y debemos concretar acciones prácticas y sencillas que podamos realizar para ser felices.

Todos tenemos como una lista de lo que es bueno y lo malo producto de nuestra formación y por allí hay que empezar. Hagamos lo que creemos bueno y evitemos hacer lo malo.

La integridad, es decir, la coherencia con lo que uno piensa, hace y dice es fundamental para ser feliz, pero ojo, también hay que tener delicadeza en el decir y en el hacer pues la mayoría de las veces la forma es tan importante como el fondo.

Por ejemplo, usted puede pensar que su suegra es el demonio, pero decírselo sería una grosería y si piensa darle un batazo en la cabeza para que deje de fastidiarlo sería un gravísimo error.

Lo cierto es que cuando estamos felices nuestra boca tiende a sonreír y esa es la brújula perfecta.

Si su cara no sonríe busque algo que lo logre. 

Haga bastante de lo que le gusta y verá lo que sucede.

Existió una corriente filosófica que mantenía la idea de que todo era para el placer, los llamaban hedonistas, pero ni tan calvo ni con dos pelucas, para ser feliz y sonreír no hay que ir muy lejos.

Debes rodearte de gente alegre y evitar la tristeza de la soledad.

Enojarse es la dirección contraria y hay que limpiar enseguida su causa.

Una buena conversación, abierta y generosa es usualmente suficiente para volver a sonreír

Carpe diem

  Eugenio Montoro

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