Hay toda una generación en el Zulia que leía la prensa “de atrás para delante”, porque la gente no podía eludir la crónica de un periodista excepcional: Heberto Camacho que hacía del hecho violento y de sangre una crónica literaria, que a unos le gustaba y a otros no, pero sin lugar a dudas todos leían. Así se leía en un estilo único toda clase de delitos, desde violentos homicidios hasta terribles accidentes de tráficos narrados en una prosa que cautivó a los zulianos por más de treinta años.
Muchos decían que el sentido de la vida del zuliano estaba en esa última página de “El panorama”, eso parecía corroborar la apreciación de uno de los personajes, que creo haber leído en una novela de Sábato (El Túnel, Abadón el Exterminador o Sobre héroes y tumbas) pero puedo estar equivocado, pues a diferencia de los deseos y de otras cosas, que no desaparecen con la edad, la memoria empieza a tener algunos vacíos.
Bien, uno de sus personajes dice que, el sentido de la vida él lo encuentra en las páginas de sucesos de los diarios, aunque, tal vez sería más justo decir que era o es en esas páginas donde se puede apreciar más bien el sin sentido de la vida (creo que en Venezuela con la desaparición de la prensa escrita esas páginas desaparecieron)
Lo absurdo de algunos casos que pueden reseñar o podían reseñar los últimos cuerpos de la prensa escrita, me recuerdan, la conversación que sostiene Jean Baptiste Clamence el personaje de “La caída” a su interlocutor de quien no “escuchamos” su voz, donde le habla del caso de un hombre que tiene a una mujer que lo ama, le es fiel, que lo representa y lo respeta, pero él, le es infiel, cuestión que lo hace sentir mal y despreciable, y no lo deja vivir, hasta que decide un día acabar con esa situación, toma un revolver, entra en su habitación y … mata a su mujer.
O aquel otro, en la misma novela, en la que el juez penitente Jean Baptiste Clamence cuenta a su mudo interlocutor, el caso de otro hombre que asesina a su mujer con una flecha y cuando le pregunta por qué lo hizo de esa manera, el asesino dice que lo hizo así para no despertar a los niños.
Es el sin sentido de la vida y lo absurdo de las cosas que ocurren y nos ocurren que parecen irracionales y que nos hace sentir perdidos.
Y casos de ese tipo solían leerse en ese último cuerpo de “El Panorama”, narrados con maestría por Heberto Camacho.
Esto viene a cuento porque nos encontramos con un video en las redes, colocado por el Ministerio Público, donde dos hermanos confiesan haber asesinado hace ocho años a un celebre cantante de rap y a otro músico, expareja de la supuesta asesina.
En realidad, confieso que todavía me cuesta creer en la confesión de los hermanos Améstica, tal vez por aquello de que el gobierno de Maduro es especialista en todo tipo de argucias cuya función es desviar la atención de preocupaciones vitales para los venezolanos.
Cuesta creer en la sangre fría con la que la ejecutante de los asesinatos lleva a cabo los crímenes, desde la administración del Alpram hasta el apuñalamiento de sus víctimas nos narra todo un compendio de premeditación, preparación y cálculo, tan bien estructurado que bien podemos decir que parece un guion preestablecido.
Yo, presumo que de haber sido observado este hecho por Truman Capote, le hubiese causado, quizás, más estupor que el asesinato sin motivo que el narra en su novela “A sangre Fría” que la misma sensación de estupor pudo tener Truman Capote cuando investigo el asesinato, sin motivos, que el narra en “A sangre Fría”.
Algo curioso, me ocurrió cuando escuché a Natalia Améstica narrar los hechos, pensé: eso ya lo he escuchado. Me dije, es un “deja vu”. Pero, entonces recordé, que esa terrible confesión fue cantada en ritmo de rap. En efecto, fue grabada en 2021 por Simón MC, en un homenaje a Cancerbero, acusaba a Natalia Améstica y a otros personajes, que habían actuado como cómplices de haber asesinado a Cancerbero, narrando punto por punto, lo que ahora ha confesado Natalia Améstica.
La canción pueden ubicarla en YouTube: con el título “4 sapos” y que nos hace pensar que la versión del doble crimen y no homicidio-suicidio era conocida, pero ignorada por los cuerpos de seguridad del Estado, incluyendo la Fiscalía y, la pregunta es, por qué ahora. El caso es que han pasado ocho años para reabrir un caso que los más allegados del cantante pedían que se investigara a fondo, pues la versión dada por los Améstica estaba lleno de mentiras.
Ahora, la sobrina e hija de los señalados como culpables ha dicho que es prácticamente un montaje, que no es verdad lo que se ha dicho que todo es falso y el Fiscal lo sabe. Si lo dicho por la joven familiar de los acusados es realmente falso y un montaje y la confesión fue lograda a partir de lo que hasta ahora suele usar el régimen para sacar confesiones donde los detenidos se incriminan, lo sabremos, ms temprano que tarde, pues la mentira es algo que “exige capacidad de fabulación, y de improvisación, e inventiva y memoria férrea y arquitecturas complejas” así que si esto es otro montaje como tantas veces ha hecho el régimen, en cualquier momento, se le afloja una tuerca al cuento.
Quizás Heberto Camacho, que era un periodista genial, pero también tenía algo de detective, nos hubiese dado luz esclarecedora de este caso. Pero, no podemos dejar de pensar que haya gente que es capaz de hacer eso que ella dijo que hizo contra dos personas inertes.
*El titulo lo tomo de la novela de Truman Capote, salvando la distancia.
@enderarenas