«En homenaje a mi amigo Larry Bastidas, desaparecido hace un año en las selvas del Darién»
Sin inmutarse, al régimen de Nicolás Maduro observa el éxodo de millones de venezolanos, dispersos por todo el mundo. Una pérdida de capital humano y destrucción de la institución familiar que trae consecuencias adversas para el presente y futuro de Venezuela.
¿Qué sucedió? Las razones de tan dañinas consecuencia tienen varias aristas: económicas, emocionales, institucionales, violentas o por frustraciones. Desde el ángulo que se vea, el que pierde es Venezuela. La realidad actual es que el país cayó en un círculo vicioso que no está conduciendo a nada. Solo se observa a una nomenclatura inepta y corrupta cuya máxima aspiración es controlar el poder y usurpar los recursos públicos, sin escrúpulo alguno.
En un evento televisivo español, un grupo de músicos del Sistema Nacional de Orquestas de Venezuela en una excelente presentación emocionaba al público y a un jurado hipnotizado por sus notas musicales. En las entrevistas realizadas con cada uno de los participantes, explicaban lo que tenían que hacer desde que huyeron de su país, albañiles, limpiadores, asistentes telefónicos, mucamas, etc.
Había que sobrevivir en la nueva realidad, ajena al esfuerzo y la paciencia necesaria para aprender a tocar un violín, una flauta o un violonchelo, pero era necesario hacerlo hasta esperar el momento de demostrar la calidad lograda durante años de dedicación, en un sistema que ha dado hijos de distinta naturaleza humana y profesional. El SNOV ha servido para engrandecer hombres, para justificar los desmanes del régimen (por ejemplo tocar el himno nacional durante el cierre de RCTV) y para esparcir por el mundo el talento y las notas de los grandes compositores de la humanidad.
En las calles de muchas ciudades del mundo se observa esa semilla dispersa por el viento inmigrante, que obligó a muchos hijos del SNOV a llevar su talento a donde se marcharon, para poder sobrevivir. Pero ese eterno aprendizaje les dio las herramientas de vida para sobrevivir ante la adversidad. Lo lamentable de esta nefasta consecuencia de 23 años de desatino chavista es que ese talento se está desperdiciando y peor aún, que muchos de estos excelentes profesionales no volverán, otros sí regresarán si en el futuro ocurre algo.
Los desmanes, la corrupción y la destrucción del tejido institucional que sostenía a Venezuela, ocurridos con el régimen chavista, ha exteriorizado el valor humano de la sociedad, pero también ha sacado lo peor. No solo dentro del territorio, sino en los lugares a donde han ido a parar sus hijos. Los mismos venezolanos se han convertido en sus lobos, a través de las redes y medios informativos on line se ataca y se destruyen, se burlan y descalifican a sus conciudadanos como si fueran jueces moralistas, olvidando que muchos inquisidores fueron causantes de la destrucción del país.
Jóvenes que ahora viven en el exterior, unos profesionales, otros no, han demostrado que es cuestión de oportunidades para hacer cosas buenas o mejores. Algunos incursionaron en prácticas poco correctas en Venezuela, pero las necesidades y compromisos en el exterior han logrado consolidar sus familias o enaltecer su espíritu de solidaridad con aquellos seres queridos que no han podido huir de Venezuela.
Con el tejido institucional destruido, el control y abuso del poder se ha consolidado. La permanencia en él ha permitido que la nomenclatura asuma el control de Venezuela y sus recursos. Usando la violencia, expresada en la violación de los derechos humanos y limitando la libertad de expresión para evitar la crítica y búsqueda de la verdad, el chavismo desencantó a la sociedad creando un contexto de poca esperanza, conformismo y frustración.
El haber estructurado un Estado controlador de la fuente de riqueza principal, el petróleo, facilitó la toma del poder del chavismo. Ese modelo rentista permitió la penetración total de la vida civil, la economía, la política, la cultura y la educación. De lo que se jactó la democracia de Venezuela durante los únicos 40 años de civilidad que ha tenido, se derrumbaron en las últimas dos décadas, período en los que las aberraciones vividas han demostrado que sus instituciones y valores no habían logrado consolidarse.
Con fe, decía recientemente el empresario zuliano, Alexander Salas, que un cambio político abriría posibilidades para la recuperación del país en el mediano plazo. Enfatizaba en el daño espiritual ocurrido en los últimos años y la pérdida del capital humano, porque muchos no regresarán. La situación de Venezuela es de sobrevivencia, los negocios de bienes y servicios que están activos, en estos momentos, son los necesarios para funcionar, el resto mueren a diario.
La misma percepción la hacía otro empresario, quien aducía que la situación muestra un ambiente de paralización, con un circulante que solo da para sobrevivir pero en nada propicia el mejoramiento de la calidad de vida o genera riqueza. Lo único que está prosperando, son las actividades vinculadas con la economía negra (lavado de dinero del narcotráfico y corrupción). Lo preocupante -dice- es que la sociedad se acostumbró a lo malo, ven como normal que los servicios públicos sean deficientes pero que lleguen alguna vez y los gobernantes se han dedicado a maquillar realidades, sin hacer los correctivos profundos para mejorar las condiciones de vida del país.
Otro aspecto de la vida institucional lo enfatiza el articulista y ex rector de la Universidad del Zulia, Neuro Villalobos (venezuelausa.org 05-10-2023) señalando que “la educación y el desarrollo de la ciencia y la tecnología, son aliados fundamentales para mejorar los niveles de vida de la población y para lograr mayores grados de competitividad en los complicados escenarios económicos de hoy”. Lo preocupante es que en Venezuela el sector educativo -en todos los niveles- sucumbió ante la crisis, quedando prácticamente desmantelado, pues su capital humano se perdió en un alto porcentaje.
Investigadores y docentes preparados bajo exigentes parámetros de la educación mundial huyeron en búsqueda de mejor calidad de vida. Sus hijos profesionales se marcharon. El régimen durante las últimas dos décadas dejaron de invertir en infraestructura y tecnología provocando el deterioro de las universidades y los niveles medio y de primaria. A esta situación se suma, la huida de millones de jóvenes que han dejado al país en manos de personas mayores o niños que no han logrado salir con sus padres.
El cuadro nada fácil que vive Venezuela muestra pocas alternativas para salir de su situación. El régimen tiene obvias razones para “atornillarse en el poder”, porque sus negocios oscuros le impiden negociar sin garantías de impunidad. La oposición es un mar de intereses personales que en nada benefician la necesaria “unión” para enfrentar la amenaza chavista y sus férreos vínculos con el narcoterrorismo, China, Irán y Rusia.
Queda en manos de los subterfugios de unas poco claras negociaciones entre Estados Unidos de América y el régimen que muestran algunas cosas pero otras están ocultas, por ejemplo, en relación con “una posible transición”, en la que los corruptos de la nomenclatura no paguen por sus crímenes y la corrupción”. Mientras tanto la cifra de inmigrantes crece.
Hugo M. Delgado A. @hdelgado10