Francisco Rojas: Curruta, Curruta, que buena que está

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Buche y pluma na’más eso eres tu, buche y pluma na’más, así me dijiste cuando me llevaste a bailar y después de bailar, nada de nada.

En otro momento cuando me encontraba en una esquina guarachando con picó, llegaste como una bendición y fuiste mía ese verano.

Crei que uniríamos nuestras vidas para siempre y que tendríamos juntos una historia de amor.

Mayo por ser el mes de las flores y del trabajo era un buen día. Para unirnos en una boda gris, pero llena de globos de colores. Sin embargo no era a mi a quien querías y te dije ve con él, no lo ocultes mujer. Nunca imaginé que fueras tan falsa y pensar que hace unos años fuiste mi locura y viví de mala fe.

En mi soledad, sombras nada mas, si esa soledad de Madrigal; diciendo para mi ese bolero es mío. Sin duda un malquerido.

Me dejaste saber que no me podías querer porque no sentía lo que tu sientes.Veia tu fotografía donde estabas sonriéndome. .

¿Quien tiene tu amor ahora que yo no lo tengo?

Lamento no haberme casado con la viuda millonaria, yo que amarte más no pude.
Mi amor de pobre, no bastó para que el rocio de la mañana regara las dos gardenias que te había dejado; también soy sentimental y ojalá las flores pudieran hablar para que digan te amo.

Debí tocar la retirada y darte un bembeteo, despidiéndome diciendo adiós muchachos compañeros de mi vida.

Quise emborrachar mi corazón para olvidar mi loco amor, que Max que amor es un sufrir.

Llegue al mercado de los buchones y entre palos y aguardientes, me encontré con la parrandera y la sandunguera, quienes acompañadas de la negra Juana bebían guarapo de Piña y masticaban tabaco en rama.

Allí también estaba una negrita a quien llamaban reina morena, que tenía un tumbado y bailaba de lao.

Un día Domingo que me andaba emborrachando a la cantina me corrieron a avisar que no me bañara en la Laguna vieja, porque por allí andaba el caimán que se comió a Mercedes.

Me fui a casa de Fernando y pregunté si tenían carne de la vaca mariposa. No tenían pero me ofrecieron la pollera colorà y carne de campanero, aquel toro enamorado de la luna.

Por cierto a la luna le habían robado unos aretes, para hacerle un collar a Micaela, si, la misma Micaela a quien tanto le gustaba el bugaloo.


Había perdido la cartera, pero comí faisán y arroz con habichuelas.

El inglesito al bajarse de la piragua de Guillermo Cubillos decía en su lengua, hey jude, Good by my love good by.

Yo que me creia el rey del mundo y era incapaz de perdonar; la mala suerte se había topado conmigo y quise beber pa’ todo el año.

Roncandola a pie, sentí un nudo en la garganta y se me nubló la mente.

Pensé en el poema veinte recordando a Alicia adorada quien siempre me acompañaba en la parranda.

Apágame la vela Maria dijo kilovatico cuando me vio fumando mi flor de la Habana.
Te vas porque yo quiero que te vayas, pero niégalo todo, di que no es cierto, diles que es odio lo que me tienes y que no te gustaba bailar zampá.

Francisco Rojas