José Aranguibel: ¿Cuándo la lengua es castigo del cuerpo?

292

“La confianza ha de darnos la paz. No basta la buena fe, es preciso mostrarla, porque los hombres siempre ven y pocas veces piensan.” Simón Bolívar

Que la lengua es castigo del cuerpo es una verdad muy cierta. Es común decirlo cuando sabemos, nos enteramos o conocemos a personas que son muy dadas a expresar algo en determinado momento, afirmándolo o negándolo, pero luego dando un giro de extremo a extremo cambian de parecer, quizá por aquello que priva en lo que más conviene del «como vaya viniendo vamos viendo», según frase atribuida a Eudomar Santos, personaje de la telenovela Por Estas Calles de la década de 1.990.

Esto suele verse mucho en la actividade del quehacer diario, entre ellas, la política donde sus actores en oposición o gobierno son protagonistas muy avesados, expertos y experimentados en el uso del lenguaje cuando de decir verdades, medias verdades y descaradas mentiras se trata. Son verdaderos «piquitos de oro» que manejan excelentemente bien el arte del buen hablante, diría también del engaño cínico cuando afirman, por ejemplo, que Venezuela cambió o que el próximo año será del despegue económico y mejorará la situación del país y en eso llevan años repitiendo lo mismo, pero la calidad de vida de la gente es cada vez peor. Usted seguramente es uno que habrá escuchado eso cada fin de año.

En la actual coyuntura política venezolana los ejemplos sobran ahora que el fragor de las primarias confronta a catorce aspirantes a las elecciones del 22 de Octubre, donde, por supuesto, el gobierno de Miraflores tiene metida su mano, buscando de cualquier manera en disminuir, fracturar, desacelerar o hasta suspender ese proceso electoral activando el manejo de los poderes del Estado, secuestrados a su conveniencia, evidenciado solo hace semanas cuando rectores oficialistas, principales y suplentes ante el CNE, «renunciaron» sospechosamente a sus cargos electos para siete años, donde apenas tenían dos años en ejercicio.

El gobierno está aterrado, asustado y muy nervioso pensando que permitirse que uno (a) de sus contrincantes siga creciendo, ganando seguidores y convirtiéndose en el verdugo (a) que lo saque del poder en cualquier mes de 2.024, es intolerable aceptar, cuando sabe que debe llamarse a elecciones a la Primera Magistratura del país por mandato de la Constitución Nacional. Lo contrario sería declararse dictador cuál vulgar Daniel Ortega Saavedra de Nicaragua.

En eso de armar, construir y hacer lo que sea están trabajando para obstruir y evitar que María Corina Machado, Henrique Capriles Radonski o Carlos Prosperi, –primeras opciones–, lleguen a la meta de octubre próximo y, de allí a Miraflores, el tramo es más corto, usando para ello leyes, esquiroles y kamikasis de la política. Uno de ellos es un personaje de nombre Luis Ratti, hasta no hace mucho un airado tira piedras contra el chavismo y su principal figura oficial, pero hoy es un aventajado enemigo de las primarias y de la candidata que puntea todas las encuestas entre las preferencias electorales. El ha consignado ante el TSJ una solicitud de nulidad de las primarias y de la dirigente de Vente Venezuela. En la seguridad de sus declaraciones parece un miembro más, ad honorem de la Sala Electoral del alto tribunal.

No solo Ratti hace gala del refrán de que «la lengua es castigo del cuerpo». Asimismo, el humorista Benjamín Rausseo, calificándose en un momento más demócrata que cualquier mortal, sorprendió a sus seguidores cuando anunció retirarse de las primarias y aseguró que va a ser candidato por fuera de la Plataforma Democrática Unitaria. Otros como José Brito, Bernabé Gutiérrez o Antonio Ecarri y muchísimos más que dicen de la boca para afuera ser «opositores», bien tienen ganado un puesto de Quinta Columnas por sus conductas de dirigentes políticos más cercanos al oficialismo que a la propia oposición venezolana. El humor de la gente les bautizó ser los llamados «alacranes».

También muchos recuerden la frase «el que se canse pierde» pronunciada muchas veces por Leopoldo López. Lo cierto es que López no hizo honor a su promesa y dejó el país tiempo atrás. En el exterior muchos, seguro hay excepciones, que salieron perseguidos, amenazados o simularon ambas cosas, aprendieron por convertirse en solo dirigentes de las redes sociales.

Asomados, derrochando físico y criticando a líderes al interior de Venezuela, nunca los vimos organizando a la diaspora en ciudades y países adonde emigraron millones de venezolanos. Los escasos números de inscritos en el exterior de algo más de 200 mil personas ratifica una desconexión inobjetable entre lo que han expresado y la realidad de hoy. Ese esfuerzo debe su autoría a la Comisión Nacional de Primarias y a cientos de individualidades fuera de nuestras fronteras.

Por su parte, María Corina Machado, poseedora del favoritismo electoral y de la emoción colectiva actual, en un momento promovió la llamada «Salida», como vía de desalojar al poder chavista, recuerdo de una historia que solo trae tristeza por la muerte, sin castigo, de valiosas vidas de gente joven. Es la ruta electoral y no otra la única vía que más temprano que tarde, desaloje del poder a la peor pesadilla ideológica de gobierno de la Venezuela contemporánea.

Ella no creyó en la vía electoral, alentó la abstención y ha peleado con buena parte de la dirigencia opositora. No obstante, el cambio en su discurso más moderado, conciliador y de aparente armonía revela porque en política la lengua, cuando no es administrada prudentemente, es castigo del cuerpo. Ello sucede cuando los dirigentes olvidan conectar la lengua con el cerebro. La serenidad, prudencia y coherencia siempre están allí. Por eso la mejor palabra es la que no se dice. Eso me enseñó, aconsejó y recomendó siempre mi querida madre Emma Carrasco. ¡Amanecerá y veremos!.

José Aranguibel Carrasco

Ilustración: Feyo