Uds. pensaran que, qué pretensión la mía, enmendarle la plana a la dirigencia de la oposición que tiene puesta su carne en el asador de una dictadura, que es, sin subterfugio, eso: una dictadura.
Sin lugar a dudas, el debate o el conversatorio sostenido por los candidatos a las primarias fue un buen acto unitario y, obviamente, en él no se podía abordar todos los problemas, pues, estos son tantos que rebasan el ámbito de validez de iniciativas como estas.
Pero, creo que hay algunos temas, que la organización del debate debió haber incluido. Me hubiese gustado, por ejemplo, haber escuchado algo sobre el modelo de transición. Bueno, en realidad todos hablaron de la necesidad de la transición democrática, ese era el objetivo del debate, pero ninguno señaló cual sería el camino de un proceso que lejos de ser ordenado y tranquilo va a ser conflictivo, como ya lo expuse la semana pasada.
¿Qué hacer? ¿Cuál sería la ruta? Bueno, presumo que, en el caso de Venezuela, sería pertinente, primero, debatir si se haría mediante una reactualización de la Constitución del 99 que el chavismo termino convirtiéndola en letra muerta. En ese sentido, seguiríamos el camino bien sea de España, con el concepto de “Ruptura Pactada” o el de Chile, con lo que se conoció como “transición continua” que se sostenía bajo la decisión política de encarar la transición democrática, que ha sido exitosa, con el mismo aparato constitucional de Pinochet, que ahora mismo, esta sometido a un proceso constituyente en Chile.
Eso sería una vía, la otra vía, consistiría en la creación de un espacio institucional democrático que remplazaría totalmente el espacio institucional chavista, que no ha sido un paréntesis, sino que tuvo un carácter refundacional del orden existente en ese momento. Se trataría así de una nueva refundación del orden que no corrige, que no mejora, sino que lo reemplaza.
Me hubiese gustado, creo que a muchos les hubiese gustado, que se abordara un tema vital como es el del papel de la FAN dentro de un proceso de transición democrática, aunque, eso pudo ser responsabilidad de los organizadores o, a lo mejor, de un acuerdo entre los candidatos de no tratar ese tema que siempre ha sido un tabú en la política venezolana.
En el debate se hablo de los errores cometidos por la oposición en el cuarto de siglo que ha gobernado el chavismo. Y sí, han sido muchos y no lo vamos a resumir aquí.
Se hablo “de errores” y sonó, paradójicamente a una abstracción. Yo resumiría los errores cometidos en uno solo, que no se especificó tal vez porque sería paradójico que actores políticos, no han hecho lo que es su naturaleza: “hacer política”, error que tiene la virtud de develar el resto de los cometidos. Y es que en toda ocasión en la que la democracia parecía haber estado a la vuelta de la esquina, el liderazgo político se ha olvidado de hacer justamente lo que le compete, es decir, hacer política.
Por ejemplo, para citar solo dos casos, recordemos, el espectáculo realizado por Henry Ramos Allup a quien creíamos el más hábil y maduro político de la coalición política opositora que arrasó en las elecciones de la Asamblea nacional de 2015, comportarse de manera infantil sacando los cuadros de Chávez del parlamento en una escena que nos recordó aquella lamentable del ¡Exprópiese! de Chávez frente al edificio “Francia”, casi, bueno casi no, en el mismo tono de voz del comandante. El otro fue el intento golpista encabezado por Leopoldo López y Juan Guaidó el 30 de abril de 2019, que mató tempranamente al interinato
“Hacer política” en las circunstancias políticas de la Venezuela de hoy significa que esta (la política) se oriente a “generar un tejido de acuerdos y compromisos, tanto por dentro como por fuera de los mecanismos estrictamente electoral, y de gobierno también, para darle a lo electoral legitimidad, credibilidad y confianza y al gobierno estabilidad institucional para construir el proyecto de transición”.
Así que el pacto democrático es fundamental. Dicho pacto, para que los pactantes no se aventuren a salirse de lo acordado, debe tener una dimensión institucional, algo de eso fue ensayado por Betancourt, Caldera y Jóvito, con el “Pacto de Punto Fijo” que de una manera u otra fue asumido por los españoles con el “pacto de la Moncloa” y por los chilenos con la “Concertación”.
Es cierto que el espíritu de los que allí conversaban fue distendido y se habló continuamente de unidad, como correspondía, pero, también se reveló que el “pacto democrático, no es para nada un dato, ni un supuesto, es un problema” por la propia naturaleza de los actores pactantes”
Esto pudo apreciarse en el gesto, incomprensible e inexplicable de María Corina Machado de retirar su mano y negarse a ser levantada por Superlano y Pérez Vivas (aunque ya se ha explicado el porqué de ese desaire). No estaría de mas recordarles a los “pactantes” que un acuerdo de la naturaleza que el ciudadano venezolano esta demandando es un acuerdo soportado sobre la reciprocidad, del reconocimiento mutuo y la confianza generada entre los diferentes actores.
Si esos actores, sobre el que hemos depositado la confianza, no hacen un esfuerzo por realizar un acuerdo, electoral y de gobierno, mal podrían pedirle al ciudadano que valore a la Democracia (ahora sí, con mayúscula) como un “bien de autoridad” y el chavismo habría logrado un triunfo: que la construcción ciudadana de un “sentido del orden… del orden democrático” sea imposible.
@enderarenas