Hugo Delgado: La recesión democrática

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Las sociedades que no resuelven sus asuntos del hoy, pensando en el futuro, están condenadas al fracaso. Aquellas que viven añorando viejas lecciones, sin reflexionar sobre sus experiencias positivas y lecciones adversas, desprendidas de ellas, simplemente no avanzan. Para eso están los pensadores y líderes que deben interpretarlas y preparar a sus pueblos para encarar sus retos.

Es lo que ocurre en las democracias del siglo XXI, las generaciones jóvenes han vivido bajo ese modelo  (con aciertos e imperfecciones), pero no conocen sus antecedentes dictatoriales o autócratas, y se  convierten en caldo de cultivo para estimular la pereza de actuar,  la antipolítica y el antipartidismo.

Lo ocurrido con la democracia occidental, escribía recientemente el ex rector de la Universidad del Zulia (LUZ), Neuro Villalobos (7-04-2023), demuestra que “Una de las debilidades, y quizás la mayor de nuestra sociedad democrática, es la carencia de liderazgo futurista”. Eso no ocurrió  solamente en Venezuela, también pasa en gran parte de las naciones democráticas del mundo.

Esa tendencia  adversa, la analizó la profesora Jennifer Fuenmayor, del Instituto de Investigaciones Económicas de la Facultad de Ciencias, Económicas y Sociales de LUZ, en reciente conferencia   organizada por Venamérica, titulada Erosión de la Democracia en Venezuela ¿Dónde estamos hoy?

El 28 de marzo de 2023, la profesora Fuenmayor enunciaba los principales factores que caracterizan al mundo de hoy: autocracias, recesión económica, inflación, crisis financiera, la ilegítima invasión rusa a Ucrania, tensión Estados Unidos de América (EUA)-China, violencia, desigualdad y pobreza, refugiados, pérdida de la fe en la democracia y retroceso  en algunos países y el creciente debilitamiento de sus instituciones por cuenta de autócratas elegidos, la corrupción, la pérdida de la confianza en los partidos por parte de los jóvenes, insatisfacción ciudadana, y, en el caso de Latinoamérica, analizó los informes de Freedom House (2023) de los últimos años para deducir “que está en retroceso” o como dice el presidente de esa organización, Michael Abramowitz, “estamos ante una recesión democrática” (Efecto Naím  22- 09-2022).

Es pertinente señalar que los factores expuestos por la investigadora de LUZ, se han catalizado con la tendencia que se vive en un mundo globalizado, la influencia de las tecnologías (Internet y redes sociales), la postverdad y la biotecnología que acorta los tiempos de respuesta de la humanidad ante los retos, favorecida por la acumulación de un conocimiento e integración de redes científicas y de organizaciones, jamás experimentada por el hombre.

El impacto de la transformación del ecosistema digital en la vida de la sociedad, contrario a la creencia relacionada con la democratización del mismo, generó una aberración que está afectando el concepto de “verdad”,  uno de los pilares de la democracia: “La postverdad”. Esta distorsión ha profundizado la desigualdad social y no ha revertido al histórico problema. Los grandes monopolios tecnológicos concentran mayor riqueza y “los datos ”, pero también “la mentira” se ha convertido en una práctica de fácil impacto en  la opinión pública, agudizada por la destrucción de “los guardianes de la información” (Naím, 2022).

El contexto en el cual se desenvuelven las democracias de hoy es complejo y de difícil manejo, más, como advierte Fuenmayor, con la degeneración en regímenes autoritarios, en sus distintas modalidades, que la erosionan, debilitan  su institucionalidad y sus condiciones políticas, y afectan los fundamentos del modelo representativo y liberal, que vincula los derechos civiles y políticos.

Ese uso de las herramientas democráticas para llegar al poder, controlarlo y eternizarse en él, se acentúo en los últimos 17 años en el continente latinoamericano, señala  Freedom House (2023). La autocracia presente en varios de sus países,  ha permitido que distintos políticos utilicen el poder para controlar la instituciones y los recursos públicos con fines grupales y particulares, desatando una descomunal ola de corrupción ( NYTimes 05-04-2023), tal como ocurre en Venezuela, Nicaragua, Argentina o con la red Odebrecht liderada por el acusado y ahora presidente de Brasil, Ignacio Lula da Silva.

Pero dos de los factores que parecen eternizados en la mentalidad Latinoamérica son el resentimiento histórico y  la irresponsable visión de endosar sus fallas a terceros. Vemos a una Cuba que responsabiliza  a EUA y sus sanciones  por el fracaso de su régimen  comunista que ya tiene  ¡64 años!, argumento que ahora el régimen de Maduro, bajo la tutela de Fidel y Raúl Castro, establecido por Hugo Chávez desde 1999, ha tomado para justificar su autocracia, ineficiencia y corrupción.

Viviendo del petróleo, en sus últimos cien años, Venezuela ha fluctuado de acuerdo con sus ingresos; se roba más o menos, se construye algo (infraestructura o servicios) y se retribuye a la sociedad – en algunos casos-, pero más con intenciones político-electorales. Ese modelo  cultural amerita no de una revisión, sino de la construcción de otro (proyecto nacional) que permita superar la visión minero-extractora, que retome la narrativa de la política (Naím, 2022) y el partidismo, envuelta en la transformación que demanda el siglo XXI y oriente al país hacia un sistema basado en la institucionalidad, la reducción de la desigualdad, la inclusión social y los avances científico-tecnológicos. Que rompa con esa creencia facilista del “somos un país rico”, cuando la realidad es otra.

Endosar “errores a terceros” es una forma de evadir responsabilidades. Es tapar la ineficiencia de una dirigencia inepta y corrupta, que solo busca el control del poder, para mantener sus privilegios. Décadas después, sus propuestas no reflejan mejoramiento alguno en la vida de sus ciudadanos, quienes al final del cuento viven las penurias de la desigualdad, la exclusión y de convertirse en sociedades pasivas y cómplices de los desmanes de sus propios verdugos.

Es la eterna incapacidad para superar las cargas emocionales arrastradas históricamente, aludidas por  el psiquiatra-historiador, Francisco Herrera Luque, en sus obras, entre las que destacan Viajeros de India,  que impiden el progreso de las sociedades latinoamericanas, más cuando son sus líderes políticos los principales interesados en mantener modelos distorsionados y anárquicos, en los cuales sobreviven evocando unas sanciones o bloqueos -por ejemplo- como justificadores de su incompetencia, corrupción y crímenes. 

@hdelgado10