Neuro Villalobos: El poder de la palabra

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“No puede haber nobleza, mucho menos grandeza, en el envidioso y soberbio.” Neuro J. Villalobos Rincón.

El mundo anda mal en casi todos los aspectos de la vida cotidiana de la humanidad porque los líderes a nivel planetario, salvo honrosas excepciones, han sucumbido ante la práctica de los antivalores y degradado el contenido y cumplimiento de su palabra. La ética en las relaciones políticas y económicas internacionales, e incluso, culturales y deportivas está quedando más como una referencia teórica que una praxis principista y de valores.

En lo político, la solidaridad automática entre pares, bien sea de izquierda o de derecha, está por encima de cualquier consideración y supera cualquier valor o principio. Lo que ocurre diariamente en todas las latitudes es para sentir vergüenza por el comportamiento de líderes que deberían servir de ejemplo para todos. Las señales muestran que los escenarios mundiales están siendo estremecidos por la irracionalidad, la ambición, la injusticia, la deslealtad, la deshumanización y la pérdida de creencias espirituales.

Esta es una situación que no debe ser ignorada por ningún gobernante mundial a quienes los mueve solamente el interés de salvaguardar intereses meramente materiales. Los principios y valores democráticos se han debilitado a escala planetaria. La ética en el liderazgo presidencial y en la de sus colaboradores se ha vuelto maleable y se ha ablandado la conciencia humana de los dirigentes, al extremo de ser complacientes ante la invitación de cualquier ignorante con ínfulas de autosuficiente, sabelotodo o nuevo rico.

Un líder medianamente inteligente, ésto lo he escrito antes, capta en el lenguaje y en las acciones las características y condiciones humanas de su interlocutor, jamás podrá dejarse engañar ni ignorar las verdaderas intenciones de quien invita tratando de hacer creer que su ideología atrasada responde a fundamentos científicos; que su adoctrinamiento es un proceso de transformación educativa; que su visión de sociología rural es la alternativa ante la economía global; que sus ocurrencias y malabarismos verbales lo colocan al nivel del desarrollo tecnológico de la época; que su fe cristiana fingida es tan amplia como su sincretismo religioso; que tiene una narrativa particular y acomodaticia de la historia y se regocija con una aplicación sectaria del derecho y la justicia.

Si se quiere liderar, dice Daniel Habif, se debe desechar cualquier traza de egoísmo. El liderazgo es un sacerdocio, una entrega, ya que se coloca por encima del ego; tiene fe en sí mismo y necesita que crean en él para generar confianza en los demás.

Los líderes deben tener su ángel de la guarda como nos han dicho que tenemos todos, sin embargo, algunos parecen que lo pierden cuando logran sus objetivos particulares, lo cual nos pone a dudar si acaso no poseemos también nuestro demonio incitador que nos guía a hacer el mal ya que Gao Xin Jian nos dice que el hombre se crea sus propios tormentos, y tal vez, digo yo, eso sea producto de hacerle caso a nuestro demonio interior.

Todos los viciosos sucumben ante los pecados capitales y éstos atormentan el alma; casi todos afloran en la conducta esquizoide de quienes debían ser ejemplo y guía de una nación. Los ejemplos más cercanos a estos comportamientos los hemos tenido en Venezuela con Chávez y Maduro.

Por tanto los líderes necesitan, como lo dijo el sacerdote José Pagola, “una palabra más liberada de la seducción del poder y más llena de la fuerza del espíritu”, para hablar de lo que el corazón les dicte y alejarse del engaño ya que la palabra es el arma más poderosa con la que el hombre cuenta, más aún si ella es sincera, honesta, decidida y firme, sustentada en ideales y convicciones y no en conveniencias particulares.

Por lo pronto, en ésta nueva celebración de la natividad del niño Dios, me tomaré unos días en unión familiar para desearle a todos los hombres y mujeres de bien, una navidad feliz y que para el próximo año se cumplan todos nuestros buenos deseos y propósitos.

Neuro J. Villalobos Rincón

nevillarin@gmail.com